Se trata de una capacitación de género y diversidad a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. El municipio mendocino decidió suspenderla. La presión de grupos religiosos.
Lunes 22 de agosto de 2016 11:49
Otra vez el oscurantismo en Mendoza desata un escándalo nacional. La Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación programó una serie de charlas en el municipio sureño de General Alvear. La última charla, dispuesta en el Concejo Deliberante del Municipio, fue suspendida por la presión de grupos ultracatólicos, comandados por el sacerdote alvearense Fabricio Porta.
El municipio resolvió ceder al lobby ultracatólico y recibió el repudio de funcionarios nacionales y provinciales. En un comunicado, la Secretaría de Derechos Humanos denunció “discriminación” y la municipalidad logró algo difícil: quedar a la derecha del gobierno nacional de Cambiemos.
La capacitación en “Derechos humanos, género y diversidad sexual”, a cargo de Diego Borisonik, desató la reacción de fundamentalistas de la zona. El sacerdote Fabricio Porta alentó a través de su cuenta de Facebook a las “familias cristianas” a hacerse presentes para “decir no a este tipo de políticas”. “Nuestro departamento abre las puertas y adhiere a la ideología de género”, “los funcionarios municipales (…) permiten estas acciones tendientes a minar la moral y las buenas costumbres de nuestro pueblo” y “aquí no juegan los respetos humanos” son algunas de las frases soltadas por el personaje. Finalmente la charla fue suspendida y el sacerdote agradeció a “Dios y a los responsables del gobierno”.
La increíble decisión fue repudiada por un comunicado oficial de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y funcionarios políticos provinciales. Entre ellos los concejales alvearenses del PRO, por boca del concejal Sebastián Martínez Barón, quien calificó lo sucedido como “papelón”. Los medios provinciales hablan de una conocida inclinación del gabinete del intendente Walther Marcolini por los cultos católico y evangélico, aunque el poder de los fundamentalistas religiosos en el sur provincial es histórico.
El oscurantismo vigente
Por ejemplo, el sacerdote Carlos Scarlata, que en mayo de este año prohibió a las mujeres usar calzas en su misa en Buenos Aires, es oriundo de Mendoza y ejerció como párroco en General Alvear.
Otros curas mendocinos que “saltaron a la fama” por su intolerancia contra las mujeres, gays o simplemente contra los derechos humanos en general, fueron Ramiro Sáenz de Malargüe, el “Torquemada sureño” que encabezó una cruzada para prohibir shows de Víctor Heredia, León Gieco o Charly García; además impidió la proyección de la película “El Código Da Vinci” y una muestra del artista plástico León Ferrari.
También de Malargüe, en 2011 se hizo famoso el sacerdote Jorge Gómez por censurar un espectáculo del conjunto musical Lutherieces en un festival, subiéndose al escenario. Gómez, más conocido como “el padre Pato”, luego de este episodio, avivó el fuego con las declaraciones de que “violar la fe es peor que violar a una hija”, justificando la censura.
El todavía vocero del Arzobispado de San Rafael, José Antonio Álvarez Domínguez, defendió a cada uno de estos curas. Álvarez Domínguez fue ex capellán militar durante la dictadura y citado a declarar en los juicios por crímenes de lesa humanidad en Mendoza, donde declaró que “en Argentina hubo auto-desaparecidos que después aparecieron”.
Evidentemente, estos grupos minoritarios todavía detentan poder, al punto de incidir sobre políticas nacionales cómo la capacitación que finalmente no se realizó, en nombre de “la moral y las buenas costumbres”.