Con la muerte de Tabaré Vázquez se va un símbolo por excelencia del Frente Amplio post dictadura.
Domingo 6 de diciembre de 2020
A los 80 años y a consecuencia de un cáncer murió el expresidente y líder frenteamplista Tabaré Vázquez.
Su derrotero político es inseparable del camino del Frente Amplio; con su triunfo en las elecciones para la Intendencia de Montevideo en el año 1989 y su acceso a la presidencia del país en el 2004 fue el primer político izquierdista en lograr cargos de relevancia en el país.
Médico de profesión, provenía de una familia de origen obrero de la zona del barrio La Teja. Hasta comienzos de los años 80 no tuvo militancia política y desempeñó su carrera profesional sin aparentes contradicciones con el régimen de la época, a diferencia de su hermano, Jorge “ perro” Vázquez, quien fue militante de la OPR-33 y estuvo preso 14 años durante la dictadura.
Su carrera política
A mediados de los 80 ingresa al Partido Socialista para terminar siendo elegido como candidato del Frente Amplio para la Intendencia de Montevideo.
El médico, exitoso en su profesión, como en la presidencia del Club Atlético Progreso, y que se presentaba como un outsider de la política, sería electo intendente el 26 de noviembre de 1989. Una sorpresa para todo el régimen político, ya que el Frente Amplio había sido fuertemente golpeado por la ruptura de Hugo Batalla.
Hasta ese momento nunca un político de izquierda había logrado llegar a cargos de relevancia, por lo cual el triunfo en las elecciones del 89 fue un acontecimiento político.
El Frente Amplio había levantado desde su fundación en los años 70 un programa que incluía medidas radicales y de cambios estructurales (nacionalización de la banca, reforma agraria, condena del imperialismo, etc.) y sus militantes fueron duramente perseguidos durante la dictadura; por lo cual el triunfo en las elecciones municipales generó expectativas de una gestión distinta a la de los partidos tradicionales.
Sin embargo y de la mano de Tabaré, el Frente pronto mostró ser una fuerza política “confiable” y moderada, apostando más a una gestión prolija y eficiente que a cambios estructurales.
Fue así como durante su gobierno se avanzó en la tercerización y privatización de servicios municipales e incluso se reprimieron vendedores ambulantes que reclamaban en la avenida 18 de Julio por trabajo.
En 1994 fue impulsor del llamado Encuentro Progresista, apuntando a ampliar la coalición hacia el centro del espectro político, cristalizado en la fórmula presidencial con Rodolfo Nin Novoa, proveniente del Partido Nacional. Ese año será recordado por el “triple empate” entre blancos, colorados y frenteamplistas que otorgaría la segunda presidencia a Julio María Sanguinetti por escaso margen.
En 1996, luego de la renuncia a la presidencia del Frente Amplio del general Líber Seregni, producto del desgaste de su figura ante cuestionamientos internos y por enfrentamientos con el propio Vázquez, Tabaré se erige como el líder indiscutido de la izquierda uruguaya.
En el año 99 se presenta nuevamente como candidato único del Frente Amplio, ganando la primera vuelta, pero perdiendo por 9 puntos en el balotaje frente a Jorge Batlle. Luego de mostrar otra vez lealtad institucional durante la crisis del 2002, finalmente llega a la presidencia en las elecciones del 2004, ganando la contienda con el 51% de los votos en la primera vuelta y cortando con una hegemonía colorada y blanca de 170 años .
Tabaré presidente
Es así que inauguró su presidencia con un programa para responder de forma asistencialista a la profunda crisis social legada del 2002, el conocido “Plan de Emergencia”, aliviando los padecimientos que sufrían las grandes mayorías populares. Pero en simultáneo sostuvo un modelo económico social “responsable” que significaba acuerdo total con el FMI y los organismos internacionales, sosteniendo rigurosamente la continuidad de lo fundamental del modelo neoliberal.
Lo que Vázquez había insinuado desde su rol de intendente de Montevideo se pudo corroborar con la llegada al gobierno nacional.
Lejos ya de aquel Frente Amplio de los 70, que al menos en los discursos se presentaba como radical y cuestionador, Tabaré se erigió como una figura totalmente integrada al régimen político uruguayo, siendo reconocido como tal por los organismos internacionales representes del imperialismo y los sectores empresariales del país.
En sus dos mandatos; y también en el de Mujica, se mantuvieron los pilares del régimen económico del Uruguay post dictadura, avanzando con la extranjerización de la tierra a niveles nunca vistos, y profundizando el ingreso de las multinacionales atraídas por las facilidades que daba el país para la inversión extranjera.
En este afán por captar inversiones no tuvo ningún problema en fomentar industrias contaminantes. Siendo presidente, y ante el conflicto con Argentina por la instalación de la planta de Botnia, pidió ayuda al presidente de Estados Unidos; un gesto que hizo recordar cuando en 1990 y siendo intendente de Montevideo le entregó las llaves de la ciudad a George Bush padre.
Tabaré mostró también su veta más autoritaria y antidemocrática cuando vetó la ley despenalización del aborto en 2008 violando la voluntad popular y lo votado por el parlamento.
Con su “nunca más uruguayos contra uruguayos” intentó dar un cierre al tema de las violaciones de los derechos humanos, buscando consolidar la impunidad desde una perspectiva que instalaba la teoría de “los dos demonios”.
De su segundo mandato, en el que se continúo con el sendero que se venía transitando desde 2005 aunque en un contexto de menor crecimiento económico por la desaparición del “viento de cola” de las materias primas y mayor austeridad, también podemos recordar sus decretos de esencialidad en el conflicto de la educación y la ley antipiquetes, medidas con las que marcó su posición en relación a la movilización popular y los reclamos de los trabajadores.
Una de sus últimas grandes apuestas como presidente fue la facilitación de la instalación de UPM2, mediante concesiones coloniales que otorga el estado uruguayo y que fue cuestionado por diversos actores del movimiento ambientalista.
Es innegable que la coalición de izquierdas pierde a un referente y líder indiscutido que marcó la historia política del país al lograr quebrar el bipartidismo tradicional y colocar al Frente Amplio como uno de los pilares del régimen político.
Con la muerte de líderes o referentes históricos de la talla de Tabaré Vázquez se plantea un momento para discutir su legado político, que no es más que el legado de haber cambiado desde su liderazgo, la fisonomía política y programática de una izquierda moderada y preocupada por mantener un equilibrio entre las clases, que solo se puede lograr en momento de ascenso económico.
Para muchos el triunfo del 2005 fue la esperanza de toda una generación, que en buena parte se fue frustrando con el tiempo, aunque en muchos otros/as todavía permanece el simbolismo que en su figura se identifica con la misma. El final de su último mandato encontró a un Vázquez ya con menor popularidad y en el fin de ciclo de los gobiernos del Frente Amplio. Entendiendo el profundo dolor de una parte importante de los trabajadores y el pueblo ante la pérdida, hacer un balance crítico de la acción política de Tabaré Vázquez será una tarea indispensable para reconstruir en la izquierda uruguaya en una perspectiva que supere la experiencia histórica que representó su accionar político y su estrategia.