Conversamos con Tamara Tenenbaum sobre su novela Todas nuestras maldiciones se cumplieron y algunos de los temas que explora en su literatura.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 7 de mayo de 2021 10:51
Tamara Tenenbaum es licenciada en filosofía de la Universidad de Bueno Aires, docente y escritora. Actualmente escribe una columna semanal en el elDiarioAR. Autora del ensayo El fin del amor. Querer y coger y el libro de cuentos Nadie vive tan cerca de nadie. Emecé/Notanpuan acaba de publicar su primera novela Todas nuestras maldiciones se cumplieron.
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Conversamos con Tamara Tenenbaum sobre su novela Todas nuestras maldiciones se cumplieron y algunos de los temas que explora en su literatura.
La novela tiene una raíz autobiográfica pero a la vez es ficción, ¿cómo es trabajar con una voz que sos vos misma y no? ¿Dónde está la línea que divide lo real y lo no real?
"No me interesaba hacer una reconstrucción fiel. Y sí me interesaba investigar más lo formal, el modo en que se puede contar la historia. Mi atención estuvo siempre puesta en la forma, en el modo en que están escritas las oraciones, los capítulos, en el estilo y en hacer algo que fuera bello. Y si había que sacrificar verdad para que fuera más bello, se sacrificaba."
Antes de publicar esta novela habías dicho que la poesía era el lugar donde te sentías más cómoda para hablar de la muerte de tu papá porque sentías que no tenías que dar ninguna explicación, ¿qué te pareció interesante para contarlo en la novela aunque tenga un lugar un poco silencioso?
"Sigo pensando que la poesía es el lugar donde esas cosas se pueden decir más explícitamente estás o por lo menos en mi caso. Pero lo que me di cuenta es que podía hacer la novela sin dar ninguna explicación (...) Cuando uno tiene una historia medio espectacular, la gente espera que uno la cuente y en realidad, mi búsqueda iba por otro lado y sobre todo para contar una historia que uno no tiene. Lo interesante es que el espectador, el lector, se pregunte ’¿por qué no habla más del tema?’ Porque no tiene nada más para decir. Qué más quieren que diga sobre algo que no vivió, que no recuerda, que no formó parte de que su vida consciente? Me parece interesante y, a la vez, me gusta lo que sucede, es algo que me gusta de todas las formas de la ficción, que es que si yo te pongo el dato de la muerte de mi papá antes de un cuento, un relato o un capítulo y vos lo lees, lees un capítulo que habla de otra cosa, pero ese dato nunca deja de estar en tu mente."
En la novela no hay un punto claro de partida ni de llegada, es una novela, pero no hay final estrictamente hablando, ¿trabajás sobre esos tiempos fragmentados explícitamente?
Es un poco la literatura que me gusta a mí. No sé si la gente se da cuenta o no, pero a mí lo que más importa cuando escribo es la música. Es literalmente lo único que me importa. Para mí, para que un final funcione, tiene que tener música de final, no un acontecimiento. Quiero que el lector sepa cuándo terminó, que tenga la sensación de que terminó como pasa con la música (...) Me gusta que lo que dé el efecto del final sea la música. Y con la música me refiero, no solamente la musicalidad de las palabras, sino la música interna como a la a la emoción, a la sensación, que haya llegado una imagen o a un estado emocional que te diga ’es acá’."
En en El fin del amor reflexionas sobre los cambios en los vínculos, por la crítica de los movimientos sociales, como el feminismo, y parece prevalecer el deseo de las personas, pero también actúa el mercado/el capitalismo en esta nueva organización del deseo, ¿cuál de esas fuerzas te parece que prevalece hoy o es una tensión constante?
"Hay un imperativo del goce y una búsqueda permanente del goce como consumo, a veces como consumo de sexo, como consumo de otras cosas. Pero del goce más que del deseo. Yo creo que el deseo se puede sentir por un montón de cosas, sobre cuerpo, sobre drogas, no quiero decir que el goce tenga que ver con la perdición y el deseo no. Pero sí con algo que tiene que ver con la decisión del objeto, tenés que decidir habitar un deseo o habitar una ansiedad. Y en ese sentido, me parece que estamos en una época muy gozante y muy de habitar la ansiedad antes que el deseo, que es algo siempre mucho más peligroso, para la propia vida y para la propia seguridad, y es una época en la que la gente quiere estar segura y tranquila. El goce te permite seguir con tu vida y seguir con una vida más o menos ordenada. El deseo, en general, en ese sentido es más complicado."
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Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.