Después de “dos años de tranquilidad”, el armisticio entre el Estado de Israel y Hamas comenzó a mostrar fisuras que algunos analistas presagian acaso como los tambores hacia “una nueva guerra”.
Miércoles 11 de mayo de 2016
Fotografía:EFE
Durante cinco días de la semana pasada, entre el martes y el sábado, las tropas israelíes y Hamas mantuvieron el fuego cruzado. Los tanques israelíes devolvieron el fuego de los morteros de Hamas, asistido por sus milicias Ezedin al Qasam y las brigadas de la Jihad Islámica, seguido de ataques aéreos con jets F16 que bombardearon “objetivos militares” y causaron la muerte de una mujer de la localidad de Khan Jounis y un reguero de heridos. Los cohetes obsoletos lanzados por Hamas al sur israelí, a modo de represalia, cayeron en un descampado, aunque hubiesen sido fácilmente neutralizados por el sistema antimisiles Campana de Hierro, provisto por EE.UU.
A dos años del operativo Margen Protector con más de 1400 palestinos muertos y la franja de Gaza convertida en un amasijo de hierro y cemento, el guerrerismo del Estado sionista parece reanudar las provocaciones que viene cumpliendo en tiempos cada menos pausados (Pilar Defensivo, 2012, Plomo Fundido, 2009, Viñas de Ira, 2006), acaso el tiempo prudencial para establecer su autoridad de gendarme en medio de la crisis del orden regional de Medio Oriente.
En abierta violación de los acuerdos indirectos, firmados por intermediación de Egipto a fines de 2014, el Comando de Ingenieros de la Fuerza de Defensa Israelí (FDI) penetró 200 metros en la zona de amortiguación que separa el territorio israelí de Gaza, tomando posiciones al este del paso de Rafah y al norte de Beit Hanoun. Las máquinas excavadoras israelíes habían detectado un túnel a 30 metros de profundidad que traspasaba la frontera sur de Gaza, muy cercano a otro que habían destruido hace tres semanas. El Estado sionista invirtió más 250 millones de dólares en tecnología, ingeniería terrestre y la alta data de los servicios de inteligencia, junto a la gentil colaboración de Egipto, para desarticular los túneles.
El hallazgo sorprendió al gobierno de Netanyahu y puso en evidencia que la FDI no alcanzó los objetivos trazados en el operativo Margen Protector. Aunque destruyó 34 túneles, parece evidente que Hamas construyó un sofisticado sistema de túneles, mediante el cual no sólo mantuvo intacta la estructura de sus comandos sino que sorprendió en 2014 a los comandos israelíes de la brigada Golani, la élite de la vanguardia, infligiéndole varias bajas.
Asimismo, el hecho disparó una crisis en el gobierno a partir de la filtración de un documento clasificado que reveló las advertencias del Shin Bet (máximo organismo de seguridad) sobre los túneles en 2014, ignoradas por Netanyahu, el ministro de Defensa Moshe Yaalon y el jefe de la FDI Beny Gantz.
Esa vasta red de túneles permite el desplazamiento subterráneo en diversas áreas de la franja, el almacenamiento de armamento y el flujo de mercancías de la más variada especie. Salvando las distancias políticas, Hamas emplea un método similar a la resistencia vietnamita que recurrió al sistema de túneles (con hospitales de campaña, comedores y viviendas) con una extensión de 300 kilómetros de largo para enfrentar al imperialismo francés y norteamericano, un enemigo insuperable en campo abierto. A modo del general Giap, Hamas emplea los túneles para desplazar pertrechos y tropas que sorprenden, golpean y se retiran, el método de la guerra de guerrillas que también empleó de otra forma Hezbollah durante la segunda guerra de Líbano en 2006, asestando varias bajas a los soldados israelíes.
La construcción de túneles fue una herramienta obligada que encontró el ingenio de Hamas para desafiar parcialmente la política de asfixia del Estado sionista que desde 2007 impuso un bloqueo por tierra, aire y mar, haciendo de Gaza un campo de concentración a cielo abierto con 1,8 millones de gazatíes, de los cuales gran parte depende de la ayuda humanitaria proporcionada por la UNRWA, la agencia de refugiados palestinos de la ONU. Gracias al contrabando vehiculizado mediante los túneles, Hamas consiguió oxigenar ciertos segmentos del comercio y la economía gazatí que permitieron superar el estado de inanición y la proliferación de enfermedades infecto contagiosas, a pesar de que decenas de miles resolvieran partir al exilio.
Si bien por la mediación de Egipto las tropas israelíes se retiraron momentáneamente, el alto mando de la FDI aseguró que se propone desarticular todos los túneles que ponen en tela de juicio la “soberanía” y el “derecho a la seguridad” del Estado de Israel.
El líder de Hamas, Ismail Haniyeh, sostuvo que Hamas no desea un nuevo enfrentamiento bélico pero tampoco rehuiría la ocasión de persistir las incursiones israelíes que comienzan como escaladas.
Netanyahu procura mantener con mano de hierro el aislamiento de Gaza, impuesto desde 2005 por el entonces premier Ariel Sharon, el carnicero de Sabra y Chatilla, mediante el plan de “desconexión” que separó la franja de Cisjordania (y Jerusalén oriental) como dos territorios palestinos inconexos. Mientras tanto efectúa algunas concesiones a la Autoridad Palestina tal como la inversión de 2,6 millones para mejorar las condiciones de traslado de decenas de miles de trabajadores palestinos que entran diariamente al territorio israelí desde Cisjordania para desempeñar la jornada laboral.
La próxima apertura del checkpoint de Deihiat el Barid apunta a descomprimir las calamitosas condiciones del checkpoint de Qalandia y reducir el tiempo de espera de los controles israelíes, una demanda muy sentida por los trabajadores palestinos sometidos a extensas jornadas laborales. De esa forma Netanyahu agradece la colaboración de Mahmoud Abbas y el Fatah para terminar con la llamada “Intifada de los lobos solitarios”, la cual menguó notablemente desde su inicio en octubre pasado con los ataques individuales a soldados y ciudadanos israelíes.
La economía gazatí está nuevamente al borde del colapso y la hegemonía de Hamas sobre Gaza está en juego atenazada por las amenazas de Netanyahu de terminar definitivamente con los túneles. ¿Suenan tambores de guerra?