Entrevistamos a Agustín Bustos, el joven obrero que impulsa la reforma energética para disminuir los costos económicos y ambientales en la industria gráfica que supo ser una de las más grandes de Argentina. “Entendemos que la contaminación y el cambio climático si bien afectan a toda la sociedad, más afectan a la clase trabajadora y los sectores populares”.

Roberto Andrés Periodista @RoberAndres1982
Lunes 2 de diciembre de 2019 03:17
Buenos Aires, Argentina. En la cooperativa Madygraf (ex RR Donnelley) los trabajadores están llevando adelante un plan de eficiencia energética con el cual buscan, por un lado, sostener los puestos de trabajo y, por el otro, disminuir la huella de carbono. ¿Cómo lo hacen? Aplicando la razón a la esfera de la producción, lo que les ha permitido ahorrar cada mes hasta 90 mil pesos (unos US$ 1500) y reducir en un 19 % el consumo de energía.
Un complejo escenario marcado por una serie de circunstancias asfixia económicamente a estos trabajadores. La inflación, el aumento de las tarifas en los servicios, principalmente en el consumo de energía, y la caída de la producción gráfica debido a la crisis económica y por el traspaso de la información del formato papel impreso al formato digital, se combinan con las advertencias de una emergencia climática a nivel global que moviliza a millones en el mundo. Como resultado, los trabajadores de esta emblemática cooperativa del norte industrial del Gran Buenos Aires se ven obligados a recurrir no solo a la solidaridad popular sino también al ingenio obrero, que se abre camino para descubrir la naturaleza de la energía.
Quién está a cargo de esta “operación energética” en la fábrica es Agustín Bustos, un joven obrero socialista de 27 años y estudiante de mantenimiento industrial, a quién entrevistamos a propósito de los desafíos de la eficiencia energética en la industria gráfica que supo ser una de las más grandes de Argentina y que viene funcionando desde hace cinco años sin patrón.
En una encrucijada energética tras cinco años de gestión obrera
La planta, ubicada en el norte industrial del Gran Buenos Aires, pertenecía a la multinacional RR Donnelley, la cual tras dos décadas de producir en el país, en la mañana del 12 de agosto de 2014, decidió abandonar la fábrica declarando la quiebra de forma ilegal (sin preventivo de crisis) y dejando en la calle a más de 400 familias.
Un anuncio en la puerta de la planta indicaba un número telefónico para que los obreros pudiesen reclamar la indemnización, pero en lugar de eso hicieron una asamblea y decidieron ocupar la fábrica. El 22 de junio de 2017 se promulgó la Ley provincial 14.929 que declara de interés público la planta productiva, por lo que RR Donnelley debió ceder definitivamente su propiedad a la ahora rebautizada Cooperativa de Trabajo Madygraf Limitada. Desde entonces en Madygraf producen sin patrón.
Agustín Bustos tiene 27 años y desde hace cinco trabaja en Madygraf. “Entré en agosto de 2014, al día siguiente de la toma y puesta en marcha del funcionamiento de la planta bajo gestión obrera”, dice con su ropa de trabajo azul y mientras tomamos una cerveza. Oriundo de Villa Jardín, un barrio del partido de San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires, Agustín viaja todos los días 17 kilómetros en su motocicleta para ocupar su puesto de lucha en la cooperativa, ubicada en la Ruta Panamericana km 36,700, en la ciudad de Garín, partido de Escobar.
Él es el primero en su familia que pudo acceder a la educación superior: “Estoy terminando una tecnicatura en mantenimiento industrial en la Universidad Tecnológica Nacional y este año con toda la crisis de las tarifas empecé una diplomatura en gestión de la eficiencia energética en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires”.
¿Y qué es lo que estás haciendo en Madygraf?
“Estoy elaborando el plan de restructuración energética de la planta industrial”
¿Y antes de eso?
“En un primer momento me dediqué a mantener las máquinas funcionando para sacar la producción. Eso significa solucionar los distintos fallos electrónicos, fallos en los equipos de refrigeración, reparar las averías de máquinas de producción y equipos auxiliares. Sin caja ni presupuesto y con un montón de dificultades, porque los proveedores de esos servicios nos negaban cualquier tipo de soporte por ser una cooperativa, por una cuestión ideológica”.
¿Y cómo resolvieron esos problemas?
“Apelamos en gran medida a la solidaridad. Han venido de afuera a colaborar varios técnicos de distintos oficios, hemos generado lazos con las universidades y los colegios, tenemos un convenio con el Centro de Formación Profesional de Garín y estamos dando dentro de la fábrica cursos de oficios industriales, como en electricidad. De esa manera fuimos superando los obstáculos”.
“Una de las dificultades que tenemos en Madygraf es que dependemos de los vaivenes de los mercados. Actualmente lo que vende son las revistas como Paparazzi, y folletería con uso publicitario, pero nuestro objetivo de fondo es poner toda nuestra producción al servicio de las necesidades sociales, poder imprimir libros, cuadernos, manuales para todos los chicos de todo el país, para ayudar a elevar el nivel cultural y pelear por la defensa de la educación. Queremos ir hacia esos valores y no depender de los vaivenes del mercado”.
¿Tienen algún vínculo con otras organizaciones sociales, como las del movimiento de desocupados?
“Con el movimiento de desocupados coincidimos en la pelea por trabajo genuino, por la repartición de las horas de trabajo, por sostener los puestos de trabajo y generar nuevos puestos con perspectiva social. Eso nos hermana en la lucha en las calles”.
El plan de eficiencia energética entre el tarifazo y la crisis climática
En el marco de la crisis del sistema energético argentino y del aumento de las tarifas de luz impulsado por el Gobierno de Macri a pedido de las grandes empresas energéticas, Madygraf comenzó a vivir tiempos muy difíciles en una situación más allá del límite. Pero esta situación de crisis también se vive en otras partes del globo. En Irlanda, el astillero Harland and Wolff, responsable de la construcción del Titanic, fue declarado en bancarrota, dejando a cientos de obreros en la calle. Pero ellos también tomaron las instalaciones y exigen la nacionalización del astillero y su reconversión tecnológica, para implementar el uso de las energías renovables y combatir la crisis climática.
¿Cómo los ha venido afectando el aumento de la tarifa de electricidad?
“Las tarifas subieron muy por encima de lo que subió la inflación y eso está provocando un ahogamiento financiero y económico. Desde hace años que las facturas están llegando a más del millón de pesos (US$ 16762) solo en electricidad”.
El millón de pesos mensuales implicaría que para hacer frente a esas insólitas facturas cada trabajador debería resignar $ 7.500 pesos por mes de su retiro (US$ 125), lo que llevó a estos trabajadores a realizar acciones llamadas “cuadernazos”, en donde regalaban en la vía pública los cuadernos que fabricaban, para visibilizar el conflicto por las tarifas impagables. También impulsaron un club obrero con jornadas deportivas, culturales y de oficios para rodear de solidaridad la fábrica. “Se trata de abrir la fábrica, recuperarla para la comunidad, combinar producción industrial y cultural-educativa, creando puentes entre trabajadores y jóvenes, junto a profesionales de diferentes ramas y artistas”, habían señalado los obreros en diciembre de 2018.
Pero en este contexto a Agustín también se le ocurrió otra idea: “Lo que estamos haciendo es un uso más racional de la energía, utilizando lo justo y necesario para sacar la producción, problematizando todo esto en asambleas generales y en reuniones por sector de producción. Estamos tratando de buscar una solución colectiva a este problema, apoyándonos mucho en la ciencia y la técnica capitalista, que ya tienen varias décadas de desarrollo en estos programas”.
¿Qué es la eficiencia energética y cuál es su rol en una economía nacional?
“La eficiencia energética la podríamos definir como cuánta energía usamos (entrada) para la producción (salida) de un producto o servicio. Por ejemplo, climatizar. Desarrollarlo a nivel nacional tendría un impacto positivo bastante importante en el medioambiente y la economía, tanto que podríamos considerarla una nueva rama de la matriz energética. A medida que aumenta la demanda eléctrica, se van encendiendo centrales de generación basadas en combustibles fósiles con mayores costos económicos y ambientales. Hace algunos años Argentina tuvo déficit energético por lo que se tuvo que importar combustible del exterior (sobre todo en invierno). Y es no fue responsabilidad del macrismo sino del kirchnerismo. En lugar de levantar un plan de vivienda y educación, se dedicaron a subsidiar a las multinacionales energéticas. Si en lugar de ‘producir más electricidad’, hubiéramos ‘usado mejor la electricidad’ otra hubiera sido la realidad económica del país”
En la industria y los servicios son conocidas las normas ISO, un conjunto de normas de control y gestión de la calidad estandarizadas internacionalmente. Está la norma ISO 50001 de gestión energética y la norma ISO 14001 de gestión ambiental. ¿Qué pensás de las normas ISO? ¿son útiles?
“SÍ, son muy útiles. Es como que me preguntes por los satélites artificiales. Es una conquista de la humanidad poder conectarse en tiempo real de un punto del planeta a otro en el instante. Ahora, el problema es que es algo que siempre está pensado para maximizar las ganancias del empresariado, nunca para el beneficio social. Para mí, la ISO es algo parecido, y no es algo físico o material, sino que es un sistema de organización estandarizado para mantener la producción con un uso menor de recursos y de residuos, una conquista de la humanidad que está puesta al servicio de los capitalistas y que nuestro deber como trabajadores es apropiarnos de eso en beneficio de la inmensa mayoría de la sociedad, discutiendo de manera democrática entre los trabajadores”
¿Y pensás que eso puede ayudar a combatir tanto el tarifazo como la crisis climática?
“Y completamente que sí, porque se podría empezar a pensar otras fuentes de energía alternativas a las fuentes de combustibles fósiles, y además un uso mucho más racional para minimizar la generación de gases de efecto invernadero. Yo creo que esa es la única salida viable, que los trabajadores se apropien de esa ciencia, de esa técnica para pensar un plan profundo de transformación de la matriz energética, no pensando el beneficio económico sino el beneficio social y ambiental”.
“En Madygraf siempre tuvimos una visión social de la producción, así como en los usos de los recursos, ya sea el agua como la energía. Sin financiación pero sí con mucha conciencia hemos tratado de ser lo más racional posible. Entendemos que la contaminación y el cambio climático si bien afectan a toda la sociedad de conjunto, más afecta a la clase trabajadora y los sectores populares”.
¿Qué resultados tuvieron con el plan de eficiencia energética?
“Comparamos dos semestres con un volumen de producción idénticos, en donde luego de un plan de mejoras en eficiencia energética conseguimos una mejora de resultados del 19 %. Es decir, mantuvimos la producción con un 19 % menos de energía, con todas las consecuencias económicas y ambientales que eso significa, porque si bien nuestra pelea es por una producción con orientación social, lo queremos hacer con la menor huella de carbono posible. A eso aspiramos”.
¿Cómo se expresan esos resultados en el bolsillo?
“No contamos actualmente con financiamiento, pero nos estamos ahorrando unos 90 mil pesos mensualmente con el plan de eficiencia energética”.
¿Y cómo lograron hacer eso?
“Por un lado tuvimos que entender cuál es la naturaleza de la energía para poder modificar los procesos productivos. Por eso estoy haciendo esta diplomatura en gestión de la eficiencia energética”.
¿Te lo paga Madygraf o te lo pagas vos?
“Mitad y mitad”.
¿Te lo propusieron o fue idea tuya?
“Fue, digamos, una situación así: ‘Hay que solucionar esto lo antes posible. Tenemos que gastar menos. Tenemos que bajar la factura de la luz’. Y yo digo ‘bueno, no tengo las herramientas para poder pensarlo’, y ahí fue cuando me puse a investigar y encontré la diplomatura”.
¿Y los compañeros qué te dijeron?
“Mandale”.
¿Enseguida hubo aceptación?
“De un sector sí. Después hay otro sector que tiene más el pensamiento de no invertir, sino de repartir toda la plata que hay sin pensar en los planes colectivos de mejora de la viabilidad económica”.
A diferencia de otras grandes fábricas, en Madygraf hay democracia obrera. ¿Ha sido fundamental el rol de la democracia obrera para la implementación del plan de eficiencia energética?
“Es un gran salto con respecto a una empresa capitalista tradicional, en donde rige el ‘secreto comercial’ o ‘secreto industrial’, en donde nadie puede sacar fotos ni acceder a determinada información, mientras que en una fábrica bajo gestión obrera se busca todo lo opuesto, no solo que la producción y el consumo tengan una orientación social, sino que también se pueda socializar toda la información y la toma de decisiones. Sin embargo, sigue siendo una fábrica que no está por fuera de una sociedad que se maneja con el individualismo y el ‘no te metas’”.
¿Basta con la democracia obrera?
“Es una combinación de democracia obrera con técnica capitalista, porque de nada sirve juntarnos a discutir si no sabemos de qué se trata tal o cual fenómeno de la realidad. Tenemos que ser científicos, materialistas, para poder entender la naturaleza de los problemas”.
¿Y las modificaciones en el proceso productivo bajo el plan de eficiencia energética han servido para que los compañeros puedan entender la naturaleza de la energía y todo lo que eso implica? ¿o aun cuesta?
“Las dos cosas. Cuesta, por una parte, pero los compañeros tienen más presente cómo es la naturaleza de la energía, cómo están compuestos los usos energéticos. Hay un plan que se está discutiendo en asamblea y por sectores. Muchos compañeros lo entienden, lo toman como propio y actúan en consecuencia”.
Además de la diplomatura ¿qué otras cosas hicieron para implementar la eficiencia energética en Madygraf?
“La diplomatura te da las herramientas más teóricas, como elaborar el plan. Ese plan se lo lleva a asamblea y reuniones por sector, discutimos entre todos los compañeros cuál es el mejor camino para conseguir los mayores resultados lo más pronto posible con el menor dinero. Ahí uno de los primeros éxitos que conseguimos fue mejorar el sistema de enfriamiento de agua. En la industria gráfica offset, al papel se lo imprime indirectamente con tinta, y en los espacios en blanco con agua. Luego con hornos a gas se seca al papel y luego se le da un golpe de frío. Este proceso de enfriamiento venía consumiendo mucha energía. Hemos discutido cómo mejorar eso, al principio con mucha timidez e incertidumbre, porque íbamos a modificar un proceso productivo que ‘siempre fue así’. Y bueno, lo modificamos y eso después nos dio la moral, el convencimiento de seguir modificando toda la fábrica de conjunto para que sea viable económicamente y así sostener los puestos de trabajo. Hicimos estos números, comparamos el volumen de producción con un semestre anterior, vimos unos resultados fabulosos y dijimos: ‘Bueno, sigamos profundizando’”.
Resultados fabulosos
“El volumen de producción tiene oscilaciones cíclicas, por ejemplo, aumento de producción antes de fin de año y caída en vacaciones de verano. También el uso de la energía tiene oscilaciones cíclicas, por ejemplo, mayor uso de gas en invierno y menor en verano o mayor uso de electricidad por refrigeración en verano que en invierno. Por lo tanto, se toma como período de análisis un año para que cada dato contenga todas estas variaciones”.
“Se consiguen los valores de para cuánto volumen de producción se consumió tanta energía durante un año. Se arrojan esos datos en una tabla, se la grafica en función de la producción (de menor a mayor) y mediante el método de “regresión lineal simple” se obtiene una ecuación con un componente fijo y otro variable en función del volumen de producción”.
“Con esa ecuación determinamos la línea de base. Luego, con esa ecuación, a la incógnita la sustituimos con los valores reales de producción”.
“Contrastamos la energía consumida estimada con la línea de base, contra la energía consumida real. Donde la energía real supera la línea base hubo sobre consumo energético. Donde la energía real está por debajo de la línea base hubo ahorro”.
“La explicación es la siguiente: 1° área roja (septiembre 2017), 1° área verde (octubre 2017- julio 2018): a un volumen de producción mayor, el rendimiento energético también es mayor. 2° área roja (agosto 2018 - febrero 2019): al caer el volumen de producción, el rendimiento energético empeora. Punto de inflexión (febrero 2019 - abril 2019): sigue cayendo el volumen de producción, pero las medidas para bajar el consumo logran empezar a equiparar la reducción de la producción con la reducción de la energía. 2° área verde (desde abril 2019): el impacto de las medidas de reducción de consumo superan la caída de producción”.
Desde la eficiencia energética hacia las energías renovables
El año pasado organizaste, junto a Ingeniería Sin Fronteras, una charla sobre energías renovables en la fábrica ¿tiene que ver con esto?
“Claro. Desde hace meses tenemos como proyecto con la asociación civil Ingeniería Sin Fronteras, el banco Credicoop y el Centro de Formación Profesional de Garín lanzar talleres de instalación de paneles solares fotovoltaicos, tomando el derecho de la Ley 29.424 de Fomento a la Generación Distribuida de Energía Renovable, para que Madygraf funcione como escuela de oficios abierto a la sociedad”
¿Y de qué manera esa escuela de oficios en instalación de paneles podría aportar al proceso de mejoramiento energético de la fábrica?
“Con la capacitación de la escuela de oficios, potencialmente nosotros podríamos aportar la mano de obra y la fabricación de algunos accesorios como el soporte, la estructura de hierro. Ganas y entusiasmo no nos faltan”
¿Podrían implementarlo en lo inmediato?
“Hoy por hoy, desde el punto de vista económico y ambiental, lo más conveniente es apostar a la eficiencia energética, no sólo si hablamos de ahorro económico sino también en las emisiones de gases de efecto invernadero. Con la misma cantidad de tiempo y de dinero podemos conseguir mejores resultados con la eficiencia energética que con la generación de energías por fuentes renovables. Pero el dinero que te ahorras en eficiencia energética lo podés invertir, si dan los cálculos ambientales y económicos, en autogeneración de energía por fuentes renovables”
¿Y qué pueden cubrir? ¿Las oficinas?
“Lo que estamos viendo es el agua caliente sanitaria. Hace varios meses pusimos en pie un club obrero, un espacio de esparcimiento y de ocio en donde funciona un buffet y hacemos eventos. Tenemos canchas de fútbol y duchas. Las duchas funcionan con termotanques eléctricos. Nuestra idea es complementar con termotanques solares para minimizar el uso de electricidad”.
La norma ISO 14001 es un estándar internacional de gestión ambiental. ¿Crees que cumplir con esta norma pueda crear mejores condiciones para la estatización de la fábrica?
“Yo creo que a medida que continuemos avanzando en la implementación de distintos sistemas de gestión, gestión de energía, de calidad, ambiental, de activos, etc, bajo gestión obrera y en equipo con las universidades públicas vamos a demostrarle a todos nuestro serio compromiso con el trabajo y la necesidad urgente de estatizar la fábrica para retribuir a la sociedad”.
La democracia obrera y el acceso a la información le han permitido al obrero dejar de verse a sí mismo como un apéndice de la máquina y comenzar a verse como ‘sujeto de su propio destino’. ¿Las discusiones sobre eficiencia energética han ayudado en eso?
“Tal cual, porque al tener la asamblea y esos espacios en donde cada compañero se siente parte de las tomas de decisiones, el trabajo se empieza a tomar como algo propio, no como algo ajeno, como algo extraño. Y al mismo tiempo, al combinarlo con lo más avanzado de décadas y décadas de desarrollo capitalista obtenemos resultados bastante favorables, y aumenta la confianza en las propias fuerzas de cada compañero y como colectivo. No es algo del conjunto de la fábrica, sino más de un sector, pero eso es lo que viene pasando”.
¿Vos pensás que la eficiencia energética y las transformaciones de los procesos productivos son algo que solo se puede dar en Madygraf por razones particulares o es algo que se podría aplicar a toda la industria?
“Se podría aplicar a toda la industria. Y también en el sector residencial, a las casas. Los cambios que hicimos en un primer momento los hicimos con poco dinero y con un cambio cultural, comprendiendo la naturaleza de la energía”
¿A qué te refieres con cambios culturales?
“Desde apagar las cosas cuando no las usas, a ponerlas en la temperatura, o las presiones que solo hagan falta. Apagar las luces externas durante el día, apagar los compresores cuando no se están usando, subir el set point del agua fría de 11°C a 19°C, la presión del compresor de 6.5 kilos a 5.8 kilos, etc. Pequeños ejemplos que mantienen la calidad de la producción con un menor gasto de energía. Eso se puede llegar a pensar no solo en la industria de conjunto, sino también en el sector residencial, en las casas. Que se tenga ese pensamiento de que se puede tener la misma calidad de vida consumiendo menos energía, con pequeños cambios como burletes o termotanques solares. Son muchas cosas que se pueden hacer si tenemos acceso a la información y a las herramientas financieras y laborales”.
Ahí lo que suena problemático es que una de las grandes campañas del macrismo fue, por ejemplo, por la reducción del consumo para poder justificar un tarifazo. ¿Vos cómo ves esa campaña siendo que tenías a Macri diciendo que había que apagar la luz, pero dormía con el aire acondicionado?
“Es mucha hipocresía. No se pueden liberar las tarifas de la noche a la mañana sin tener un plan de eficiencia energética a nivel nacional. Por ejemplo, no todos saben que en vez de comprarte un caloventor te conviene comprarte un aire acondicionado frío-calor, porque tiene una vida útil mayor y te genera menos costos de consumo. La población no sabe eso, y nadie nace sabiéndolo, por lo que tiene que haber un plan del Estado para concientizar a la población. Eso va íntimamente ligado al derecho a una educación de calidad, y este Gobierno que liberó las tarifas para que las empresas energéticas se la llevan en pala al mismo tiempo ajusta la educación. Sin educación no podés pensar en un plan de eficiencia energética, en los cambios culturales, y si la educación es atacada con salarios de hambre, con condiciones edilicias pésimas es imposible pensar en un cambio cultural”.
“La eficiencia energética va de la mano de la cultura y debe tener como sostén la educación y la vivienda. Debe haber un plan de vivienda con eficiencia energética para poder tener un nivel de vida aceptable con el menor consumo, debe tener determinadas características que hoy una vivienda precaria no posee porque tiene techo de chapa, porque tiene paredes finas, etc. Es fácil para Macri decirlo porque tiene una vivienda millonaria, pero para alguien que no tiene acceso a esa vivienda no”.
Y en ese sentido, ¿qué es lo que aporta Madygraf a los debates sobre el derecho a la energía, a un ambiente sano o al trabajo?
“Y que, aun así, con todas las dificultades que estamos atravesando en términos económicos, financieros, políticos y judiciales, estamos dando avances, como un estimulante a que todos hagan lo mismo, que lo tomen como propio, que se organicen en asamblea y colectivamente den una pelea, porque los problemas no son individuales sino que son colectivos y por lo tanto las soluciones deben ser colectivas. Imaginate si podemos los trabajadores hacer esto en una fábrica, ¿por qué no podríamos hacerlo en el mundo?”.