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Red Internacional
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ESPACIO ABIERTO // TEATRO. Teatro en alemán I: Frank Wedekind

Presentamos una serie de comentarios acerca de obras de teatro en lengua alemana, escritas por autores de distintos países germanoparlantes (Alemania, Austria y un cantón de Suiza) entre finales de siglo XIX y a lo largo del siglo XX. Son comentarios referidos a las obras meramente leídas; comprendiendo que una obra destinada a ser puesta en escena y representada en un teatro con espectadores, mientras sea solo material de lectura no logra su completamiento.

Miércoles 11 de marzo de 2015

La vanguardia artística de finales del siglo XIX y principios del XX que sacudía las artes en Europa atravesó con intensidad al teatro en lengua alemana. Berlín brillaba como centro cultural y científico del imperio prusiano al tiempo que Viena entraba en la decadencia del imperio austro-húngaro. En ese contexto, las obras de Frank Wedekind: El espíritu de la tierra y La caja de Pandora marcan un hito en la dramaturgia de fin de siglo al punto que ésta última dio lugar a una adaptación para cine mudo con la preciosa Louise Brooks.

Lulú aparece en teatro en 1890 y da lugar a su adaptación cinematográfica en 1920, tal fue su trascendencia. Aunque es una obra misógina, tematiza la consideración de una nueva mujer en la sociedad burguesa de aquel entonces. Contemporánea del feminismo de fin de siglo XIX, fue una pieza escandalosa y revulsiva para la época.

Acerca de Lulú: Espíritu de la tierra y La caja de Pandora de Frank Wedekind

Leer teatro no resulta fácil ni placentero para mí, dicho sea al principio. Soy una lectora voraz y desordenada que no lee teatro desde aquellos lejanos tiempos cuando conocí Huis clos de Sartre y era adolescente. No es un género familiar quiero decir ni lo es tampoco como espectáculo ya que prefiero el cine.

Así las cosas, me adentré con dificultad en la obra, sorprendiéndome en el prólogo de El espíritu de la tierra ante las palabras del domador invitando a la concurrencia a ingresar al espectáculo circense que anuncia por lo que empecé a pensar en un recurso del dramaturgo que se despega de su producción no pretendiendo que sea tomada como algo real por el público asistente sino enfocando el drama que se va a desarrollar como una función de circo. Ahora bien ¿acaso la vida de los hombres y mujeres en el mundo no ha sido frecuentemente descripta como una representación de circo? Además, en la época en la que Wedekind escribió Lulú, teatro, circo y representaciones operísticas eran los espectáculos audiovisuales que entretenían a la gente. (Recurso del dramaturgo para hacer “familiar y cotidiano” a los espectadores el contenido escandaloso que iban a presenciar).

El prólogo de la segunda parte La caja de Pandora, en cambio, pinta otro escenario tan usual en la Europa finisecular como el del circo: una librería, lugar en el que confluyen los actores del acto de leer: el lector, el autor, el fiscal (referencia del dramaturgo a los juicios de censura de la primera parte de Lulu), el editor, de tal modo de poner al auditorio en conocimiento de los problemas de la obra.

Con respecto a la protagonista de ambos dramas, Luú, de no haber visto las fotos de la actriz que la personificó en el film, me habría formado otra idea de ella.

Naturalmente al ver a la encantadora Louise Brooks no pude resistirme y me incline con simpatía y piedad hacia su personaje. Todo el tiempo me debatía entre pensar a Lulú como una mujer que libera su deseo, mujer fuerte y desenvuelta, siendo seductora y preciosa, mientras otras mujeres contemporáneas a Lulú y en la misma Alemania, llevaban adelante una lucha por sus derechos como personas, pero también por los de las trabajadoras para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida, como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo. Finalmente, la vida de Lulú es bien triste ya que famélica y miserable muere asesinada por un loco asesino.

Nunca busco “mensajes” en las obras que leo, solo hay o no fruición. Pero de hacerlo con esta producción teatral, cuando aún Wedekind ponía en escena cuestiones disruptivas para la moral victoriana de la sociedad de su tiempo, pienso que el autor reflejó en las dos protagonistas - Lulú (desde entonces, nombre de mujer sensual, o prostituta de lujo) y la condesa Geschwitz (cómicamente denominada “sudada”) - las dos caras del género femenino de la época, una, la mujer objeto de deseo masculino que muere asesinada en la mayor decadencia material y moral y la otra que elige estudiar para dedicarse al feminismo en el activismo político.