Entrevistamos a Asier, presidente del Comité de Empresa de Telepizza (QSR) en Zaragoza, delegado por CGT y militante de la CRT. Le preguntaremos acerca del importante proceso de organización de la juventud precaria y de la huelga que llevaron adelante por la subida del SMI en la emblemática multinacional de comida rápida.
Telepizza es un símbolo de trabajo precario. Siempre trabajaron muchos jóvenes estudiantes, pero ahora la mayoría son pluriempleados que necesitan pagar el alquiler, los estudios, aportar a sus familias o completar sus sueldos. Tienen contratos de 50 a 80 horas mensuales, trabajando todos los fines de semana y días sueltos por solo 300 euros, lo que genera una gran precariedad y temporalidad. En 1994 la empresa quitó el Convenio de Hostelería para crear el “Convenio Deliveroo” que acabó por liquidar los sueldos, algo que avalaron los sindicatos UGT y CCOO. Este año, en varias ciudades del Estado español, las trabajadoras y trabajadores de Telepizza salieron a la huelga, reclamando que la empresa pagara el aumento del SMI que les correspondía por Ley.
Frente a los que consideran que la precarización laboral de la juventud es un muro infranqueable para su organización, el ejemplo de Telepizza muestra la juventud precaria también se puede organizar y luchar.
¿Cuándo os empezasteis a organizar en Telepizza?
Pues mira, la CGT no existía en Telepizza en ninguna parte del estado español. Fue a raíz que a mí me despiden en 2010 por intentar organizar la Huelga General del 29S en Zaragoza. En ese momento no existía ni Comité de Empresa, ni sindicatos. Así que nos lanzamos a una campaña masiva por mi readmisión con la ayuda de colectivos y trabajadores. Ello unido a la lucha por la vuelta al Convenio de Hostelería que la burocracia sindical se negaba a defender.
Después de eso hemos intentado resistir a la empresa y al corporativismo sindical. Levantando todo tipo de campañas de acción y organización dentro de la empresa, como también saliendo afuera a confluir con otros trabajadores y colectivos sociales que luchaban. Al poco tiempo de emerger, fuimos los primeros en ocupar la Plaza del Pilar en 2011, donde formamos una Comisión para unir la lucha de los trabajadores y trabajadoras al 15M. Con la crisis económica salimos a apoyar cada lucha obrera que surgió de los conductores, informáticos, jardineros, mineros, profesores, siempre con la idea de romper la división de las filas obreras que la patronal y la burocracia sindical nos imponen a la clase obrera.
Mientras tanto, todo esto sirvió como “bastión” y ejemplo, haciendo todos los esfuerzos posibles por ayudar y extender la organización sindical a otras ciudades. Como pasó con las compañeras y compañeros de Barcelona, o de la fábrica de Madrid. O ahora, por ejemplo, con la huelga que organizamos en Zaragoza y Barcelona que nos sirvió para extender o fortalecer la organización a otras ciudades como Reus, País Vasco, o Burgos. Y todo ello acaba siendo clave para preparar mejores condiciones para volver a luchar contra la empresa.
Antes de que estallara el conflicto, se celebraron las elecciones sindicales ¿Cuál fue el resultado?
El 24M fuimos los más votados en el colegio de las auxiliares, limpiadoras y repartidores (el 90% de la plantilla). Pero la gran novedad es que por primera vez conseguimos imponer dos colegios electorales en el Comité, para que la plantilla tuviera más representatividad que los encargados. Esta es una minoría con más privilegios (en el que se apoya la burocracia sindical) para justificar todo tipo de recortes contra la gran mayoría de la plantilla. Por eso siempre hemos luchado por Comités de Empresa democráticos, asamblearios y revocables para que no caigan en manos de burócratas.
¿Cuál fue el origen del último conflicto y las huelgas?
La lucha surgió porque la empresa se negó a pagar la subida del SMI decretada por el gobierno del PSOE, que fue en gran parte un recurso electoral. No solo porque no recuperaba los años de descenso salarial y que pocos sectores iban a verla, sino porque el gobierno no tenía intención alguna de imponérselo a la patronal. Y allí donde los precarios no están organizados la patronal hace lo que le da la gana. Pero bueno, no teníamos ninguna ilusión en el PSOE, ya que es también responsable de la precariedad, las reformas laborales y los ajustes contra la juventud obrera. Por eso sabíamos que, si no luchábamos, nadie nos iba a regalar nada. Y esa es la lección más importante. Por otro lado, estamos hartos de que esta casta política que cobra mínimo tres veces más que una profesora nos fije el SMI. Desgraciadamente, cuando nos reunimos con Pablo Echenique y les dijimos que queríamos un salario de 1500 con un IPC marcado por los sindicatos, nos contestó que eso era inaceptable para el PSOE...
¿La plantilla tenía experiencia sindical?
La sección sindical tenía experiencia, pero la nueva plantilla no tenía ni idea. Además, la burocracia sindical se empeña en no enseñar este tipo de experiencias. En Telepi empezamos a calentar músculo con la Huelga del 8M. Que, por otra parte, canalizaba el enorme descontento que sufren las mujeres y la juventud trabajadora en todo el estado. Es por eso, que la opinión de que solo tenían que hacer huelga las mujeres nos parecía equivocado, nosotros también queríamos apoyar esa lucha, aunque las mujeres debían tener el protagonismo. Fue buenísimo generar un debate sobre la triple explotación capitalista y la opresión patriarcal entre la plantilla. Los compañeros reivindicaban la lucha contra el machismo y se identificaban con la lucha contra la brecha salarial y la precariedad que les tocaba muy de cerca. En las tiendas donde estábamos fue un éxito y montamos un buen cortejo de trabajadoras y trabajadores que fue a las manifestaciones, que ayudó muchísimo a ensayar lo que iba a ser el futuro conflicto. Hay que decir que el año anterior ya se había conseguido que las obreras de la Fábrica de Telepizza parasen la producción en Madrid.
Una vez que calentasteis motores ¿Cómo se dio la primera convocatoria de huelga?
Se combinaron los impagos del SMI, con que de repente nos anunciaron que Telepizza nos franquiciaba a la empresa QSR el 1 de junio (que suponía subcontratarnos para empeorar las condiciones laborales). Esto acelero aún más los planes. El 24 de mayo iban a ser las elecciones sindicales y aprovechamos las semanas anteriores para organizar la huelga en todas las tiendas. Pillando a la empresa totalmente por sorpresa con una huelga el 31 de mayo, que ya habíamos decidido en las asambleas clandestinas que organizamos. Además, votamos una Caja de Resistencia que fue clave para que las trabajadoras más vulnerables no les afectasen el descuento de huelga. La negociación con la empresa fue ridícula. Como Telepizza iba a franquiciar, además de ocultar quien se iba a hacer cargo del dinero que nos debían de enero hasta junio, también se negaban a reconocer que no estaban pagando correctamente el SMI. No hubo acuerdo. La empresa hizo reuniones en las tiendas, pero no convenció a nadie. La huelga fue un exitazo total. Siendo la primera de la historia de la multinacional. El 60% de la plantilla paró. Y a la manifestación multitudinaria invitamos a los trabajadores de distintas empresas de comida rápida, a la que se sumaron los riders de Glovo y dedicamos un minuto de silencio al repartidor que falleció en Barcelona. Además, tras el éxito, espontáneamente cientos de clientes se solidarizaron con nosotros en las redes sociales de la empresa. Aumentando aún más el daño a su imagen.
Días más tarde y por miedo a que se extendiera más, QSR-Telepizza nos ofreció en privado una subida de 50 céntimos/hora como forma de “aprovisionamiento”, hasta que “algún día” nos pagaran el resto (sin garantías). Esto era una enorme concesión a la plantilla, y además demostraba que Telepizza mentía. Sin embargo, los 50 céntimos se quedaban lejos de las demandas. Y seguía sin garantizarnos que a los que se iban de la empresa les fueran a pagar. Obviamente, era una maniobra de la empresa para frenar la huelga sin garantías de pagarnos esa concesión. Lejos de frenar dio más razones para preparar la siguiente huelga.
¿Qué sucedió en la siguiente jornada de Huelga?
Nuevamente no dimos tiempo a la empresa para maniobrar. Mientras convocamos la siguiente huelga para el 29 de junio, clandestinamente ya estábamos organizando asambleas en Barcelona para convocar allí otra Huelga el 6 de Julio. Por otro lado, queríamos que el conflicto en Zaragoza no solo sirviese para extender la lucha a otras ciudades, sino que también sirviese para que se extendiera la organización de lucha a otras empresas. De ahí que también llamásemos a la “Huelga de Precarios” conjunta con los riders de Glovo y Uber, que nadie se planteó hasta ahora. Aprovechamos el hecho de que gran parte de los trabajadores del Telepizza era pluriempleados y algunos lo hacían también en esas empresas para establecer contactos.
Pero no fue lo único que hicimos. Tanto en Zaragoza como en Barcelona, intentando romper con el aislamiento y el corporativismo, quisimos unirnos a otros movimientos sociales que rodeasen de solidaridad el conflicto a la vez que tomábamos sus demandas. Por eso, desde el Comité de Huelga, igual que hicimos durante el 8M, creamos una “Comisión LGTBI en Telepizza” con compañeros y compañeras de la plantilla, para formar un cortejo solidario, junto a la agrupación juvenil Contracorriente-Pan y Rosas, en la manifestación del Orgullo el 28 de Junio en Zaragoza.
La huelga fue de nuevo un golpe a la empresa. Salió el 70% de la plantilla, a pesar de que Telepizza hizo una campaña de difamación contra los delegados sindicales. En Zaragoza hicimos manifestación, mientras en Madrid y en Barcelona hicieron concentraciones solidarias. En Barcelona, coincidiendo con el día del Orgullo, y gracias a las compañeras de Pan y Rosas y otros grupos, cientos de personas de la manifestación LGTBI fueron a la puerta del Telepizza a solidarizarse con nosotros. Fue impresionante. Mientras tanto, todo esto sirvió muchísimo para animar a más trabajadoras y trabajadores a acudir a la huelga escalonada que preparamos ya en Barcelona el 6 de julio. Que fue la primera, pero tuvo ya un exitazo del 70% de seguimiento con cierres completos de tienda. Dándole otro golpe brutal a Telepizza.
Ese mes de julio conseguimos que la empresa hiciese efectivo la subida de 50 céntimos/hora a la plantilla de QSR-Telepizza. Pero cuando anunciamos que aun así íbamos a seguir con las movilizaciones y se anunciaba la Huelga de Reus para el 27 de julio (que al final fue un éxito con el 90% de seguimiento), QSR, por miedo a que siguieran las huelgas, empezó a pagar en el finiquito las supuestas diferencias de la subida salarial que se debía desde enero (la llamada “regularización”). Que suponía una victoria parcial en toda regla. Era una de las demandas principales que teníamos, puesto que la empresa se aprovechaba de la enorme precariedad y rotación para no pagar ni un duro. Sin embargo, estas concesiones iban a estar llenas de maniobras. Aún nos debían más de 1 euro/hora, y la subida absorbía todos los complementos salariales para no pagarnos la subida total. Aun así, la victoria parcial le suponía desembolsar la diferencia, que ahora viene tratando de boicotear individualmente a cada empleado.
En esas semanas además de Reus ya se estaba organizando en Bilbao una campaña por redes y una sección sindical de CGT, haciéndole saber a la empresa que había un peligro de que el conflicto se mantuviera. Mientras en Burgos, que habían hecho elecciones sindicales poco tiempo antes pero que aún estaban pensando salir a la huelga, anunciaron paros el 20 de septiembre en las tiendas propias de Telepizza, evidenciando que la movilización seguía propagándose por todas las ciudades. Por miedo a que el “virus” siguiera multiplicándose, la burocracia sindical de UGT y CCOO y Telepizza no les quedo otra que sentarse en el Comité Intercentros el 19, donde tuvieron que hacer extensivo y reconocer a todas las tiendas propias de Telepizza el pago de las diferencias originadas por el SMI a los trabajadores que se iban de la empresa. Es decir, lo que ya habíamos conquistado en QSR-Telepizza. Lo que suponía una victoria parcial en todo estado español. Sin embargo, nosotros denunciamos esta maniobra de la burocracia no solo porque no había movido un dedo para hacer la subida de manera efectiva ese mismo mes, sino que mantenían la ilusión de que la multinacional pagase individualmente a los trabajadores sin imponérselo con la fuerza de la movilización y esperando a que los que quedasen dentro de la empresa les pagasen en febrero de 2020. Dándole tiempo a la empresa para que hiciese todo tipo de maniobras para no pagar. Además de que seguían absorbiendo todos los complementos para no pagarnos más.
Y en toda esta lucha ¿qué rol jugaron los grandes sindicatos de UGT y CCOO?
Ninguno. Esto en medio de que el Secretario General de CCOO, Unai Sordo, estuvo haciendo una campaña estatal donde denunciaba que muchas empresas absorbían todos los complementos de la nómina para negarse a pagar el SMI. Pero la campaña ponía todo el peso en denunciarlo en la justicia, negándose a movilizar incluso para que salieran sentencias favorables. Mientras tanto en Telepizza UGT y CCOO boicotearon todas las huelgas que hubo, llegando incluso a sacar comunicados diciendo que el SMI estaba bien, cuando en Zaragoza ya nos estaban pagando los 50 céntimos.
La verdad es que si aún no hemos conquistado la subida integral del SMI es porque la burocracia sindical no solo trato de aislar el conflicto, sino que se negó a convocar una Huelga General en todo el estado, que hubiera hecho temblar a la multinacional. Tampoco es de extrañar. El principal problema del movimiento obrero para cambiar la relación de fuerzas es la burocracia sindical que lleva años avalando las reformas laborales contra la juventud obrera.
Sin embargo, nosotros no dejamos en ningún momento de exigirles que se sumasen a las movilizaciones. Esto nos permitía desenmascararlos públicamente. Un frente único que en el caso de materializarse no suponía de manera oportunista que no denunciásemos cualquier maniobra suya, como erróneamente hace la izquierda sindical. El éxito de esta sencilla política de frente único tuvo su efecto en Zaragoza. Sin embargo, fue más lejos de lo que nos esperamos. Los pocos afiliados de UGT Telepizza apartaron a los viejos delegados serviles, para unirse a la Huelga. Desoyendo a la burocracia sindical de UGT Aragón y a la Federación de Hostelería, que no tuvieron más remedio que aceptarlo. Un Comité de Huelga conjunto con CGT muy progresivo, en el que incluso (y fuera de lo normal) la propia sección sindical de UGT Telepizza en Zaragoza le exigía públicamente a su sindicato que llamara a la movilización estatal.
El hecho inédito es que además de que en poco menos de tres meses conseguimos muchos más que lo que consiguió la burocracia de UGT y CCOO en más de 30 años, el conflicto que se propago obligó por primera vez en la historia sentar a la multinacional y a estos burócratas a firmar concesiones a la plantilla.
Después de todo el conflicto. ¿Qué lecciones sacáis de la lucha?
Aunque la importante victoria que conseguimos en Telepizza es parcial, la gran conquista es haber demostrado que es posible organizar a la juventud precaria. Y que la huelga es un instrumento valioso para doblarle el brazo a la patronal. Al contrario de los que dicen que tenemos que estar por fuera de los sindicatos y por fuera de los métodos de la lucha de clases, la realidad es que sin la organización más o menos permanente del activismo sindical sería imposible haber organizado cinco huelgas. Que han servido además como una escuela de guerra para los compañeros que se marchan a otras empresas. Y esto último es muy importante para pensar las debilidades, pero también las oportunidades para extender la organización sindical por medio de estos sectores.
De hecho, la temporalidad y la precariedad laboral que hace que los obreros cambien constantemente de trabajo y compitan entre sí, hace más necesario que nunca la organización sindical. Muchos no entienden que a pesar de que el capitalismo avanzó en la división y la flexibilidad laboral, a la vez dio lugar a una clase trabajadora más proclive a actuar de mecha explosiva sobre más sectores. Sobre todo, porque incluso en los sectores estratégicos de la economía se avanzó en la precarización de una parte numerosa de las plantillas. El problema es en manos de quién están los sindicatos. Por eso, otra lección importante de la lucha es la necesidad de recuperar los Comités de Empresa y las secciones sindicales en manos de la burocracia sindical para ponerlo al servicio de la plantilla, para impedir que traicionen, aíslen o desvíen la lucha. A la vez que exigimos un frente único, la unidad para luchar, para romper la división y la fragmentación que nos imponen.
Por otro lado, los esfuerzos por expandir el conflicto, unirse a otras luchas obreras (o de otros sectores precarios como los Glovo), o hacer parte de nuestra lucha las demandas de otros colectivos oprimidos como la lucha de las mujeres, del movimiento LGTBI, etc... Aunque sea a pequeña escala y desde un pequeño “bastión”, es una de las tareas más importantes para fortalecer al movimiento obrero. Que ayude a ser un ejemplo que marque la diferencia, convirtiendo cada conflicto en una gran batalla de clase que permita cambiar la relación de fuerzas. Que es lo que precisamente no quiere hacer la burocracia corporativa, aislando la lucha del resto de la clase obrera y sectores oprimidos.
Por último, y una de las lecciones más importantes, es la necesidad de una militancia anticapitalista, antiburocrática y anticorporativa, como la que venimos defendiendo desde la CRT. Porque la militancia obrera no es un camino de rosas. El activismo obrero tiene que hacer frente a las presiones económicas, las amenazas de la empresa y al bloqueo de la burocracia sindical. El sindicalismo corporativo lleva a los obreros al legalismo pacifico, ocultando que las batallas se ganan combatiendo y rompiendo lo estrechos márgenes que nos impone la burguesía. Además, puede llevar a un rancio corporativismo obrero que se niega hacer suyas las demandas sociales y políticas de otros sectores oprimidos, aislando la clase de una mayoría social. Y esto es lo que nos permite golpear de manera más ofensiva contra los capitalistas y sus gobiernos. Además, sin una perspectiva anticapitalista para unir todos estos combates con la estrategia de derribar el sistema de explotación capitalista, todo presionará para que muchos honestos luchadores se conviertan solo en gestores del sindicato, y sobre esa base se apoya la burocracia sindical para ser más fuerte.
¿Cómo está actuando la juventud precaria en los nuevos fenómenos de lucha de clases?
A nivel mundial estamos viendo un segundo ciclo de la lucha de clases, donde los protagonistas son un sector amplio de la juventud que va de los más precarios hasta los jóvenes universitarios sin futuro, que se diferencia de los movimientos anteriores como el 15M en el hecho de que son más duros y de enfrentamiento con los aparatos represivos. En el estado español, por ejemplo, lo que se percibe es que la juventud trabajadora es menos ilusa que antes, porque solo conoció la crisis económica, la precariedad, la fragmentación laboral y sabe que no tiene expectativas de que todo esto vaya a mejorar. Es por eso que está actuando como catalizador de las múltiples opresiones sociales y políticas del capitalismo y su régimen. Y esta novedad la vemos en la masiva participación de la juventud estudiantil y precaria en las protestas y huelgas del 8M, en las manifestaciones LGTBI, por el clima, contra la represión, e incluso también, en Cataluña por los derechos democráticos de los pueblos.
Y esto es buenísimo por dos razones. En primer lugar, el hecho de que la juventud trabajadora asuma como propia todas estas problemáticas, lejos de hablar bien del “estado de bienestar” keynesiano que reivindica Inglehart como base de las demandas “post-materialistas”, es un arma explosiva contra el mismo Estado capitalista que las niega a la vez que es el garante de la precariedad laboral. Lo que no augura nada bueno para el capitalismo. Y en segundo lugar, puede permitir que la juventud precaria y las mujeres trabajadoras puedan revolucionar los sindicatos y enfrentar el terrible corporativismo y legalismo pacifista de la burocracia sindical. Que tiene el objetivo de bloquear cualquier intento de la clase obrera de hegemonizar las demandas de los oprimidos mediante la lucha de clases.
¿Como ves el panorama actual, con un posible Gobierno del PSOE-Podemos-IU?
Para empezar el PSOE, junto al PP, y la ayuda pasiva de la burocracia sindical, son los principales responsables de todas las contrarreformas y la precariedad laborales de estos 40 años. El PSOE no piensa retirar todas las reformas que se aplicaron contra la clase obrera desde el inicio de la crisis del 2008, porque sería poner en cuestión a la Troika y la economía de las clases dominantes. Se acerca una nueva recesión (de la que no se conocen sus consecuencias) y el FMI, la Troika, el Banco de España y la patronal española quieren imponernos más contrarreformas.
El gobierno que salga tendrá el cometido de ser un gobierno ajustador del FMI más allá de que se adorne con palabrería “progre”. Y todo esto estará bendecido con los ministerios de Podemos-IU-PCE en el Gobierno capitalista. Lo que supone una integración brutal en el régimen del 78. A eso se le sumará la renuncia a luchar por parte de la burocracia sindical de UGT y CCOO, si es que no se le suma de manera pasiva el resto de los sindicatos.
La juventud obrera no tiene nada que esperar de este gobierno del PSOE o de la coalición progresista. Apoyar o tener ilusiones en este Gobierno, o pensar que podemos resolver todos los problemas estructurales del país por medio de un gobierno social-liberal, es abandonar la lucha, desarmar completamente al movimiento obrero y ponerse del lado de burócratas sindicales a los que no les importamos nada. No vamos a conseguir nada con pactos por arriba. La lección de la lucha de Telepizza es que incluso en los mejores momentos nadie te da nada gratis y solo se consigue con la lucha.
Contra toda esta marea de conformismo, necesitamos organizar a la juventud trabajadora y rebelde, que se proponga extender ejemplos de lucha como el que dimos en Telepizza a otras empresas, que sea el catalizador de todos los ataques que lance el futuro gobierno, que revolucione los sindicatos, y seamos la mecha de una revuelta de precarios que saque a la calle a la clase obrera. Es necesario que todas estas valiosas lecciones sean trasmitidas a más jóvenes trabajadoras y trabajadoras, agrupándonos -más allá de del sindicato en el que estemos- bajo una perspectiva anticapitalista y de independencia política.
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