En su discurso ante la ONU, Temer infló la cantidad de refugiados aceptados por Brasil. Respaldo a las tropas brasileras de ocupación en Haití.
Martes 20 de septiembre de 2016
En su primer discurso ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el presidente Michel Temer aumentó el número de refugiados aceptados por Brasil, al incluir a los 85 mil haitianos recibidos luego del terremoto de 2010. La Convención internacional sobre el tema define como refugiados a aquellos que dejan sus países por motivaciones de persecución racial, religiosa, política o social.
Los números fueron presentados durante una reunión de alto nivel convocada por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, para discutir la situación de los refugiados y migrantes. Temer afirmó que en los últimos años Brasil recibió 95 mil refugiados. Sin embargo, si fueran excluidos los haitianos que salieron de su país a causa del desastre natural, la cifra cae a 8.800.
El mismo Comité Nacional para Refugiados (Conare), un órgano del Ministerio de Justicia, informa en su sitio oficial que Brasil cuenta con 8.800 refugiados de 79 países. Entre ellos, 2.300 provienen de Siria, principal foco de preocupación internacional en la discusión del tema. El evento de la ONU tenía como objetivo aumentar el compromiso de los países en la acogida de aquellas personas que dejan sus países por motivos ajenos a su voluntad.
En una entrevista luego del discurso, el ministro de Justicia Alexandre de Moraes reconoció las mentiras de Temer, ya que personas reubicadas por desastres naturales no se incluyen en la definición de la ONU para los refugiados. Fue más allá del cinismo brutal que caracteriza al gobierno represivo de Temer: “Más allá del desastre actual, Haití también vive una situación de conflagración”, declaró Moraes, que se refleja en la presencia de las fuerzas de la ONU en el país, lideradas por Brasil.
La supuesta “misión pacificadora” en esas tierras de la MINUSTAH es encabezada por Brasil, que ya envió mas de 30 mil militares al país y hoy, esas tropas cumplen el papel de disciplinar y controlar a la población que se rebela contra la miseria y la profunda explotación de las nuevas industrias de la construcción civil y textil que encontraron un terreno fértil para acrecentar sus ganancias con mano de obra con bajísimos salarios.
Entre 2008 y 2013 hubo casi 480 denuncias de casos de explotación sexual por las tropas de la ONU en Haití. Este número, sin embargo, es seguramente mucho menor a la realidad como las propias autoridades ligadas a la ONU reconocen, visto que con la presencia intimidatoria de las tropas es prácticamente inexistente cualquier investigación de los casos. Del total de 480 casos, se estima que un tercio involucra a niños de 11 a 15 años, afectando especialmente a la población rural desprovista de recursos mínimos y en todos los casos, la explotación sexual consiste en un cambio por “zapatos, comida, remedios dinero o joyas”, por sexo para soldados y funcionarios ligados a las misiones en el país.
De este papel vergonzoso y detestable iniciado por el PT y continuado “con orgullo” por el gobierno golpista actual, Moraes trata de capturar algunos segundos de gloria, recordando a su socio mayor estadounidense que viene cumpliendo “a la carta” el papel de encabezar la misión imperialista en tierras haitianas contra el pueblo negro.
Moraes afirmó también que Brasil deberá recibir más de 2.700 inmigrantes de Siria hasta 2017. Naturalmente, no mencionó un detalle: el gobierno de Temer, aun interino hasta junio, suspendió negociaciones con la Unión Europea para recibir refugiados sirios, según confirmaron a la BBC asesores y diplomáticos brasileros que habían iniciado tratativas en la gestión del ex ministro de Justicia Eugênio Aragão.
Del lado económico, se subordinan para vender el país a los magnates yanquis, así como hicieron con los mandarines chinos en el G20. Del lado político, la comitiva de los golpistas no pierde oportunidad de mostrar cuán flexibles son sus espinas. De nuestro lado, sostenemos que la tarea de la izquierda internacionalista es decir “Refugiados bienvenidos”, y ¡Fuera las topas brasileras y de la ONU de Haití!