Tras un año marcado por las crisis sanitarias, Francia vuelve a imponer el confinamiento a 23 millones de personas.
Jueves 18 de marzo de 2021 21:16
EFE/EPA/YOAN VALAT
Tras un año marcado por los escándalos sanitarios, desde la falta de mascarillas, pasando por los tests, hasta una estrategia de vacunas cuya lentitud desafía todo lo esperable, pensamos que el gobierno había tocado fondo. Sin embargo, parece que es posible caer más bajo. A través de su primer ministro Jean Castex, Macron decretó este jueves por la noche un tercer confinamiento por un mínimo de cuatro semanas en 16 departamentos del país, incluida la capital. La medida afecta a un tercio del país, unos 23 millones de personas.
El Ejecutivo identificó las zonas más afectadas, donde impone un cierre perimetral: se trata de la región de París, la de Hauts de France, en el norte, los Alpes Marítimos, en la costa Mediterránea, y la Seine Maritime y el Eure, en el noroeste.
Convencidos de que el virus se contagia menos en espacios abiertos, el Ejecutivo apuesta a partir de este fin de semana por permitir en esos departamentos las salidas de los ciudadanos a parques y zonas despejadas en un radio de 10 kilómetros, pero buscará reducir al máximo las reuniones en lugares cerrados.
Para favorecer las salidas al aire libre, que el Ejecutivo considera esenciales para mantener el equilibrio psicológico de la población, el primer ministro anunció que el inicio del toque de queda se retrasará en todo el país una hora, hasta las 19.00.
El primer ministro lanzó un enésimo llamamiento a generalizar el teletrabajo, para reducir los contagios en las empresas, que representan el 29 % del total.
Sin embargo, Castex reconoció que las medidas adoptadas hasta ahora no han logrado doblegar el avance de la pandemia, que atenaza el sistema hospitalario, pero alertó también de las consecuencias de un confinamiento severo, como los adoptados en marzo y noviembre de 2020.
¿De quién es la culpa? Esta vez no se apuntó a la responsabilidad individual de la población pero igualmente el Ejecutivo eludió cargar con la culpa y encontró otro responsable: la variante del virus que habría trastornado los planes del gobierno. Una nueva mentira ya que los modelos de los epidemiólogos predecían que la epidemia estaría “fuera de control” en marzo. No, la causa de esta situación no es una nueva mutación, es principalmente el resultado de la estrategia irresponsable de Macron.
Porque hay que recordar que es gracias a Macron que hemos llegado a este punto. Solo contra toda la comunidad científica, el jefe de Estado intentó evitar a toda costa un tercer confinamiento con la voluntad de mantener al máximo nivel posible de la actividad económica, mirando muy de cerca, además, sus perspectivas electorales para 2022. Esta tercera contención es, como dijo un periodista, un "reconocimiento de su fracaso".
¿Cómo pasar este mal trago? El Primer Ministro trató de evitar el término "confinamiento", prefiriendo todo tipo de eufemismos. Del mismo modo insistió en las medidas destinadas a "permitir" la salida de la población "al exterior", afirmando haber aprendido de un año de gestión del covid-19. En un alarde de generosidad el gobierno movió el toque de queda una hora, diciendo que está escuchando la impaciencia de la población.
Tras un año de gestión de la crisis sanitaria, Macron nos ha llevado a una situación dificilísima que termina en una nueva cuarentena. Una ilustración, por si hiciera falta, de que no debemos confiar en este gobierno para gestionar la crisis sanitaria. Sin embargo, ante la situación actual, que podría llevar a un desbordamiento de los hospitales, y sin responder a los requerimientos gubernamentales, es más que necesario oponer nuestra solidaridad colectiva desde abajo para evitar miles de muertes.
En este contexto, al tiempo que denunciamos enérgicamente todas las modalidades represivas que el gobierno intentará imponer, debemos plantearnos la cuestión en nuestros lugares de trabajo, en nuestros lugares de estudio, de cómo podemos luchar realmente contra la epidemia, respetando al máximo los protocolos sanitarios pero también desarrollando los propios, que garanticen la seguridad de los trabajadores y sus familias por sobre las ganancias de las empresas. Esto también requerirá la requisición inmediata de las empresas farmacéuticas, así como el levantamiento de las patentes para liberar la vacuna, la única forma real de acabar con la epidemia.

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