Un año después del asesinato de Michael Brown, la impunidad de la Policía y el racismo institucional solo han acrecentado la brutalidad uniformada y los asesinatos racistas. La bronca sigue encendida.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Miércoles 12 de agosto de 2015
Fotografía: EFE
El estado de emergencia y la represión en Ferguson contra las protestas por el aniversario de la muerte de Michael Brown solo confirman que la bronca desatada tras el asesinato del adolescente afroamericano está lejos de apagarse.
El asesinato de Michael Brown el 9 de agosto de 2014 dejó al desnudo el racismo que pervive en la sociedad estadounidense, lejos de la ilusión posracial que había acompañado la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. La ciudad de Ferguson se transformó en el foco de la bronca de la juventud negra contra el racismo, pero también puso en evidencia la militarización de la policía (que ingresó en la ciudad con tanques y efectivos armados para la guerra). El crimen de Brown quedó impune, su asesino fue absuelto.
Hoy, la ciudad se encuentra nuevamente en estado de emergencia y en su tercera noche de protestas. Desde el domingo 9, miles de personas marcharon contra la discriminación y la violencia policial. Hubo una tensa calma entre policía y manifestantes durante los actos por el aniversario, y enfrentamientos desde la noche del domingo.
Un joven negro (Tyrone Harris, de 18 años) resultó herido de gravedad luego de que policías de civil le dispararan, en un episodio que todavía no pudo ser aclarado por los efectivos. Los cuatro agentes involucrados se encuentran en licencia administrativa mientras se investiga el hecho. El joven en estado crítico enfrenta varios cargos, aunque familiares y testigos contradicen a los policías. Esa misma noche se registraron más tiroteos cerca del centro de las protestas.
La Policía arrestó a más de 140 personas, incluidos periodistas y activistas por los derechos civiles. La mitad de los arrestos se realizaron el lunes al mediodía en una protesta contra la Policía local ante un juzgado federal, apuntando claramente contra las manifestaciones claramente políticas. Los demás se produjeron durante la segunda noche.
Durante las protestas estuvieron presentes los “Oath Keepers”, un grupo armado de exefectivos del Ejército y fuerzas de seguridad fundado en 2009. Los “Oath Keepers” son hombres blancos, con armas largas y vestimenta camuflada, que dicen apoyar el derecho de los ciudadanos (blancos, claro) a defenderse y armarse. Sin embargo, sus actos y declaraciones están plagados de declaraciones racistas, xenófobas y de extrema derecha. Su presencia fue repudiada por los manifestantes. Y aunque la Policía aclaró que no apoyaba su accionar, concentró sus esfuerzos en reprimir con gases a los periodistas que registraban la represión, los activistas por los derechos civiles y la juventud.
.@OathKeepers return to #Ferguson, meeting protesters on W. Florissant. pic.twitter.com/AwkR9uh3Hb
— Robert Cohen (@kodacohen) agosto 11, 2015
La aparición “Oath Keepers” en Ferguson se da después de los asesinatos de Charleston, cuyo responsable Dylan Roof se declaró partidario de la supremacía blanca y admirador de símbolos de la Confederación. Luego de la masacre en la Iglesia Emanuel (popular en la comunidad negra de), se desató el debate sobre la bandera Confederada, un símbolo del esclavismo, que aun flameaba en la legislatura local de Carolina del Sur.
Desde el asesinato de Brown, las protestas se extendieron por todo el país, alcanzando uno de sus puntos máximos en Baltimore, donde se vivió una verdadera rebelión de la juventud negra, que exigía justicia por Freddie Gray (que murió en custodia policial, luego de horas de maltratos y desidia). Los policías que detuvieron y maltrataron a Gray debieron ser acusados, en un gesto que mostró un cambio con respecto a la garantía de impunidad institucional brindada a la Policía. Pero contra toda esperanza de cambio, esta fue una excepción destinada a frenar la movilización y la bronca. La mayoría de los asesinatos sigue impunes y el racismo se mantiene a flor de piel. Por eso la bronca sigue encendida.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.