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Red Internacional
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Nakba. Testimonios de palestinos: “somos discriminados en todos los aspectos de la vida”

En un nuevo aniversario de la Nakba, en forma exclusiva La Izquierda Diario recibió el testimonio de dos habitantes de ciudades árabes del distrito norte de Israel -Majd Al-Krum y Tamra- (esta última adquirió status de ciudad en 1996), que fueron capturadas por las fuerzas militares israelíes en 1948.

Mirta Pacheco @mirtapacheco1

Lunes 15 de mayo de 2023 00:44

Subhi Al-Zughair de Majd Al-Khum y Yasser Saeed, oriundo de Tamra, relatan cómo padres, abuelos y ancianos de sus ciudades les fueron transmitiendo las vivencias de lo que su pueblo llama la Nakba (“la catástrofe”), el proceso donde el sionismo destruyó aldeas, robó propiedades, asesinó a los pobladores obligando a centenares de ellos a buscar refugio estableciéndose en campamentos, viviendo hacinados. Los que pudieron permanecer en sus ciudades, pasaron a vivir bajo las leyes de un Estado colonizador que los convirtió en ciudadanos de segunda en su propio territorio.

Subhi Al-Zughair (68 años) del pueblo de Majd Al-Krum, distrito de Acre

Sabíamos por mi padre y por muchos de los otros ancianos, muchas historias de sufrimiento durante los años 1947 y 1948 durante la Nakba. Mi padre Muhammad Al-Zughair me dijo que durante los ataques que llevaron a cabo las bandas sionistas con el apoyo de las autoridades del Mandato Británico en aldeas y ciudades palestinas, a menudo tenían lugar de noche. Ataques con armas y cuchillos, decenas de aldeanos fueron asesinados y se cometieron muchas masacres, como sucedió en las aldeas de Deir Yassin y Al-Dawayima.

Los palestinos huyeron de sus aldeas y ciudades para evitar ser asesinados, y abandonaron sus hogares que estaban controlados o destruidos por bandas sionistas. Una parte de los palestinos fueron a pie al Líbano o Siria en el norte, la gente solo llevaba cosas simples y las llaves de sus hogares, con la esperanza de regresar después del final de la guerra (se refiere a la ofensiva que ejércitos de los países árabes intentaron llevar adelante cuando Israel proclamó su Estado. N. de R.) y los enfrentamientos. Otra parte de ellos fueron a Cisjordania y la Franja de Gaza.

En algunos pueblos y ciudades, unos pocos pudieron esconderse en cuevas o naranjales durante los días de los enfrentamientos, y regresaron a sus hogares después del final de la guerra, como sucedió con mi familia. El plan de las bandas sionistas era, en algunas aldeas y pueblos importantes y estratégicos, desplazar permanentemente a sus residentes, a través de asesinatos, masacres y destrucción de viviendas.

Majd al-Krum con algunos de sus pobladores poco después de que el pueblo fuera capturado por las fuerzas israelíes, 1948-1949. Nationaal Archief (Archivos Nacionales Holandeses)

Mi familia, como es el caso de muchas familias, sufrió la pérdida de sus familiares y amigos que fueron asesinados o se convirtieron en refugiados en otro país. La familia se ha dispersado. Nuestro pueblo, Majd Al-krum, durante meses estuvo sitiado, como es el caso de muchos pueblos en los que permanecieron algunos de sus residentes. Las bandas sionistas asaltaban a cualquier palestino, dondequiera que nos encontraban, la gente se quedaba en sus casas por completo durante los meses de enfrentamientos.

Es cierto que nos quedamos en nuestro pueblo, pero nuestra tierra fue robada y confiscada, y nos invade la tristeza cada vez que vemos a extraños trabajando en ella y usurpándola, y ni siquiera tenemos derecho a caminar o visitarla. La mayor parte de la tierra de la familia fue confiscada y robada, y vivimos bajo el gobierno militar (Luego de 1948 el nuevo Estado de Israel, estableció en las aldeas y ciudades árabes un estricto dominio militar. N. de R.) durante los 15 años posteriores a la Nakba, y tratábamos de quedarnos en nuestros hogares y no dejarlos por temor a los ataques de las bandas sionistas y de los colonos que llegaron a nuestros pueblos, donde fueron construyendo sus asentamientos.

Vista actual de Majd Al-Krum

Yasser Saeed (40 años) del pueblo de Tamra

Mi abuelo y muchos ancianos me hablaron de los días de la Nakba, cuando las bandas sionistas comenzaron a asaltar aldeas, cometer masacres y destruir hogares. Mi familia, compuesta por mi abuelo, mi abuela, dos tíos y una tía, que eran jóvenes, huyeron. La gente huyó hacia la ciudad de Jenin, y caminaban de noche, cargando solo las llaves de sus casas y algunos muebles sencillos, dejaron todo, durante el día la gente y mi familia se escondieron en las cuevas y en la noche seguían caminando, no había comida ni agua, mucha gente se quedó en las montañas de Jenin. Después del final de la guerra, se disfrazaron para poder regresar al pueblo. Durante meses, la gente no salió de sus casas por miedo a los ataques de las bandas sionistas.

La tierra y las granjas fueron confiscadas por lo que se llamó el Estado de Israel después de la Nakba.

Vivimos en el Estado de Israel y somos considerados ciudadanos del mismo y llevamos la identidad israelí, pero hay discriminación racial contra nosotros en todos los aspectos de la vida, nos imponen planes de estudio israelíes en las escuelas, nos impiden aprender nuestra historia y nuestro identidad nacional, nos consideran de segunda o tercera clase en su estado, enfrentamos la opresión y arresto casi a diario.

Vista actual de Tamra

A pesar del paso de 75 años desde la Nakba, nos consideramos parte del pueblo palestino, y nuestro futuro está ligado al futuro de nuestro pueblo en todas partes. No podemos ser separados de nuestra identidad palestina. La Nakba no solo afectó a los refugiados. Incluso si todavía estamos en nuestras aldeas, estamos viviendo la Nakba: nuestras familias están dispersas en muchos países. Nos roban nuestra tierra, somos discriminados en todos los aspectos de la vida. No olvidaremos lo que nos contaron nuestros antepasados ​​sobre la tragedia de la Nakba y las matanzas y desplazamientos a los que fue sometido nuestro pueblo.

Nosotros nos sentimos alienados en el Estado de Israel, por eso nuestra lucha es parte de la lucha del pueblo palestino en general.