En días recientes se dio una manifestación en la UAM-Azcapotzalco en contra de la criminalización de estudiantes que vende diversos productos para sostener sus estudios lo que refleja una mayor precarización de la vida que impone las autoridades universitarias.
Viernes 26 de abril
La precariedad de las condiciones de vida para la clase trabajadora y sectores populares se han agudizado enormemente en todo el mundo y México no es la excepción. Con los gobiernos del PAN, PRI y ahora el MORENA la situación se observa difícil por los bajos salarios, alta inflación, falta de vivienda, etc. Aunado a lo anterior, los programas sociales de la 4T (como becas o pensiones) han aliviado ligeramente la situación económica, pero no están ni de cerca de solucionar los grandes problemas nacionales y la desigualdad social que prevalece en nuestro país.
En el caso específico de la educación superior pública se observa nítidamente todas estas problemáticas. Dado que la mayoría de los estudiantes tienen su origen social en la clase trabajadora, dependen económicamente de sus padres o deben laborar para sostener sus estudios, pero como ya argumentamos, el costo de la vida se eleva constantemente lo que dificulta que muchas y muchos jóvenes puedan avanzar con sus estudios o si los continúan se ven obligados a dividir su tiempo con el trabajo para poder sobrevivir.
En lo que refiere a la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco esta precariedad se ve reflejada en la necesidad de un sector del estudiantado en colocar puestos de venta o más comúnmente conocidos como tianguis para comercializar sus productos y así sostener sus vidas. En este sentido, la primera reacción de las autoridades universitarias fue la criminalización, es decir, sancionar y castigar a todo aquel que estuviera vendiendo dentro de las instalaciones pues se arguyó que va contra reglamentos internos, no obstante, cuando una norma legal va contra la legitimidad y las necesidades de la mayoría se tiene el derecho a no acatarla.
Acto posterior, varios estudiantes convocaron el pasado lunes 22 de abril a una manifestación dentro de la UAM-A y a colocar los puestos de venta para expresar su rechazo a la actitud de las autoridades, a lo que la rectoría de la unidad solo le quedó observar y lanzar amenazas indirectas contra los manifestantes.
Contra las trampas de la rectoría y por una salida independiente
Luego de la manifestación, en algunas asambleas estudiantiles se habló sobre la problemática. Se señaló como uno de los responsables al sindicato y a los trabajadores lo cual no es correcto. Porque las verdades responsables son las autoridades universitarias, por el simple hecho de que son estas las que discuten y aprueban todos los reglamentos que criminaliza a los estudiantes que necesitan vender.
Igualmente, los sujetos que son mandados directamente a detener a los alumnos muchas veces son personal de confianza, o sea, que no pertenecen al sindicato y responden directamente a la rectoría de la unidad. En resumen, funcionan como policía para reprimir a los que se quejan o no se alinean.
Asimismo, se mencionó que gente del sindicato está en contra de los estudiantes lo cual tampoco es verdad. Para desmarañar este argumento primero debemos distinguir entre dirección burocrática y la base. Los primeros son un grupúsculo que se ha enquistado en la dirección del sindicato y que todas sus maniobras van dirigidas a mantener su posición y privilegios, por lo que no tienen empacho en ser cómplices por acción u omisión contra el movimiento estudiantil. Por su parte, la base es la mayoría de las y los trabajadores que comparten intereses y carencias con los estudiantes, es decir, que tiene intereses en común pero que por acción de la dirección burocrática se mantienen separados de la base estudiantil.
El tianguis es una alternativa temporal, pero en el fondo solo refleja la falta de becas de la institución hacia sus estudiantes pues les obliga a consumir parte de su tiempo para el trabajo. Para darle una salida a esta situación es fundamental que a todas y todos los estudiantes se les otorgue una beca para sostener sus estudios sin importar el promedio. Se nos puede preguntar de dónde saldrán los recursos, muy sencillo, dejando de pagar exorbitantes salarios y otros privilegios a la casta dorada que dirige la universidad (algunos llegan a ganar cerca de 200 mil pesos al mes) que ve a la UAM solo como un cajero automático y no como un medio para garantizar el derecho a la educación a la juventud mexicana.
Para terminar con este problema de su raíz es importante que la comunidad Uamera discuta también sobre la perspectiva de luchar por el manejo de los recursos y bienes de la universidad, bajo un funcionamiento realmente democrático y bajo el control de un gobierno tripartito -de estudiantes, docentes y trabajadores-, para desterrar a la casta universitaria que se enriquece de las universidades públicas y poner la Universidad y los conocimientos que genera, al servicio de las necesidades del pueblo pobre y trabajador en Sonora y el resto del país.
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