A partir de la nota publicada en este medio, respecto a que los trabajadores tienen derecho a hacer valer sus vidas por sobre las ganancias de los empresarios, hemos recibido muchísimas denuncias de trabajadores de distintas áreas, tanto de las llamadas “esenciales” como de las no esenciales, la mayoría para saber y entender sobre que “piso” están parados los trabajadores ante las “avivadas” patronales.
Jueves 2 de abril de 2020 00:23
Hace unos días, a partir de la nota publicada en este medio respecto a que los trabajadores tienen derecho a hacer valer sus vidas por sobre las ganancias de los empresarios hemos recibido muchísimas denuncias de trabajadores de distintas áreas, tanto de las llamadas “esenciales” como de las no esenciales, la mayoría para saber y entender sobre que “piso” están parados los trabajadores ante las “avivadas” patronales.
Los derechos como contención social
Ante una pandémia como la que vivimos, que es una situación excepcional, se requieren medidas de igual calibre que se sustenten en la realidad, ya que la normativa (el derecho) corre detrás de los hechos y es siempre, aún con sus propias contradicciones, una herramienta de los que dominan para mantener el status qúo ocultando bajo figuras “legales”, las verdaderas relaciones sociales de producción, la explotación de unos en favor de otros, en las que el capitalista se apropia de lo que producen otros sin trabajar, con fundamento en su “derecho” a la propiedad privada de los medios de producción.
Tal es así que en los orígenes de los derechos laborales en las principales potencias de mundo, como en Alemania, se encuentran medidas conquistadas por los trabajadores como respuesta de la burguesía, como concesión y desvío, atemorizada por el movimiento revolucionario de los Consejos de Obreros y Soldados desarrollados durante la revolución de 1918 que, inspirados en la experiencia de la Revolución Rusa de 1917, amenazaban con terminar con la propiedad privada y la explotación del sistema capitalista. Por lo que, entre otras medidas, el 12 de noviembre de 1918 las patronales más importantes como Siemens firmaron un acuerdo con los Sindicatos alemanes aceptando que las condiciones laborales dejen de ser impuestas de manera unilateral y empiecen a ser consensuadas mediante convenios colectivos de trabajo, reconocimiento de la representación sindical de los trabajadores y otras medidas sociales como la reglamentación y protección del trabajo.
“El acuerdo tenía un gran mérito, dirá un comentarista de la burguesía: “Ha constituido una poderosa muralla contra todas las tentativas de derribar por medio de la violencia nuestro sistema social”(1)
En Argentina, bueno es recordar, la legislación que regula las relaciones laborales viene de hace décadas. Una de las más importantes es la Ley de Contrato de Trabajo -LCT- que, con modificaciones de la ley original de 1974, data del 13/05/1976 y la Ley de Seguridad e Higiene data de 1979, escalofríos, ¿verdad?, un período en nuestro país donde la burguesía enfrento el ascenso obrero más importante de los últimos años iniciado con el Cordobazo en 1969.
Argentina en aislamiento obligatorio
Así es que, en Argentina tenemos de un lado una legislación no apta para la vasta realidad de la mayoría de los trabajadores en estos momentos de crisis, y en especial en lo referente a la salud en el ambiente laboral y por fuera de él y, de otro lado, las “avivadas”, el chantaje y las maniobras patronales.
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Un poeta (2) dijo tiempo atrás: “la cuna del hombre la mecen con cuentos… yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos...y sé todos los cuentos.”
Los trabajadores ya saben los cuentos, lo huelen a la legua, saben cuándo los quieren pasar por arriba como también saben que juegan con la necesidad de sus familias para presentarse a trabajar, aun en “tiempos de pandémia”, donde se exponen al riesgo de contagio, y arriesgando su salud. Los héroes sin capa que están en todas las ramas de la industria y los servicios.
Aun así, “me matan sino trabajo y si trabajo me matan” (3).
Chantaje, maniobra y extorsión empresarial
La extorsión patronal llega hasta lo más bajo. La empresa de “Don Alfrédo” ante las quejas de sus empleados por la falta de seguridad e higiene y ante la sospecha de casos de Covid-19 entre los trabajadores, los directivos de la empresa COTO, le respondieron que “se vayan a vivir a cuba” si no le gustaba. ¿Qué significa? Que no van a respetar la legislación vigente ni la que se promulgue en el futuro. “Mi empresa, mis reglas”.
A esta cuestión, distintos doctrinarios lo han definido como el “despotismo patronal” o la “dictadura patronal”. Ello como la mayor deuda de la “democracia” para con los trabajadores donde, los derechos “ciudadanos” quedan en la puerta de ingreso del establecimiento laboral, vedados por el “poder soberano” del empresario.
Lo mismo opinó, pero con hechos, el multimillonario Paolo Rocca, dueño de Techint, anunciando el despido de 1.500 trabajadores.
Otra maniobra empresarial de actividades no “esenciales”, es utilizar falsamente la “licencia anual ordinaria” (vacaciones), para ahorrarse la licencia y en efecto que el trabajador las pierda.
El “ingenio” de los empleadores para no pagar la licencia, que por DNU 297/2020, artículo 8, les exige el pago íntegro de haberes hasta la vigencia de la cuarentena, es utilizar la estrategia de suspender a trabajadores so pretexto de la “fuerza mayor”.
Echando mano al artículo de la Ley de Contrato de Trabajo pretenden no pagar la licencia, haciéndoles pagar a los trabajadores el virus respiratorio. O hacerles firmar el recibo de sueldo como si estuvieran cobrando el salario completo pero en mano se les paga un monto menor, no pagan los días de la licencia de aislamiento.
Por otra parte, se visibiliza nuevamente el problema de la figura del “monotributista” que encubre, en la mayoría de los casos, la verdadera relación laboral (no pagando cargas sociales, jubilación, ART, vacaciones, etc), y que en estos tiempos de virus mundial, se torna una figura no solo fraudulenta sino que atenta contra la subsistencia misma de los trabajadores.
Las empresas tercerizadas de Limpieza también aprovechan y, cuando no intentan que sus trabajadoras y trabajadores vayan a trabajar mintiendo en los retenes policiales, les asignan un nuevo “objetivo”, un nuevo lugar de trabajo, aprovechándose de su rol de tercerizadas de otras empresas.
No es una o grupo de empresas, es el sistema capitalista
Si bien en Argentina el decreto de prohibición de despidos y suspensiones es un avance y un punto de apoyo para que los trabajadores puedan reclamar por sus derechos, amenazados por la sed de ganancia empresaria, lo cierto es que el problema no es "una" empresa o un empresario en particular, el problema es la persecución de lucro, donde la ganancia de uno (empresario) se obtiene robándola del trabajo de otro (trabajador). Es así de antagónica y agónica la cuestión social.
El comportamiento empresario es igual acá que en la otra punta del mundo. Como también las huelgas que se comienzan a verse “allá” y por “acá”.
Esta cuestión social y sus antagonismos en medio de una pandémia acompañada de crisis económica, donde la Organización Internacional del Trabajo -OIT- estima en 25 millones los nuevos desocupados que generará esta crisis, impone una acción a nivel planetario.
Serán 25 millones de nuevos desocupados, de nuevos pobres y precarizados o se afectará verdaderamente las ganancias de los multimillonarios que duermen sus millones en paraísos fiscales, o de los que acopian alimentos especulando con la suba del precio, o en otra escala, de los organismos multilaterales de crédito que llevan a la quiebra a países enteros mediante las deudas eternas. Son el 1% de la población mundial que tiene el 99% de las riquezas. Ésta es la elección.
1) Pierre Brué Revolución en Alemania 1917-1923, Tomo I, Ediciones IPS 2019, página 171).
2) Leon Felipe, “Sé todos los cuentos”.
3) Raymundo Gleyzer, Documental “Me matan sino trabajo y si trabajo me matan”.