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Red Internacional
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Legislación ambiental. Tierra del Fuego prohibió la cría de salmones, rechazada por la comunidad y ambientalistas

Tras un año de resistencia comunitaria y proyectos en contra de la instalación de esa industria en el Canal Beagle, la Legislatura aprobó el proyecto para prohibir en esa provincia la instalación de ese tipo de criaderos.

Jueves 1ro de julio de 2021 11:04

Foto: Télam

La provincia de Tierra del Fuego aprobó una legislación pionera en el mundo, al prohibir por ley la cría de salmones en jurisdicción provincial, y especialmente en aguas del Canal Beagle, en una medida catalogada de “histórica” por sus impulsores.

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La norma, sancionada por unanimidad en la Legislatura fueguina, era un anhelo de instituciones y entidades ambientalistas, tanto locales como del ámbito nacional, y representa el corolario de un proceso iniciado en 2018, cuando se instaló con fuerza el posible establecimiento de salmoneras (jaulas para la cría de salmones en cautiverio) en el lecho marino del Beagle.

Una política ambiental

El viceministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Sergio Federovisky, sostuvo, en diálogo con Télam, que se trata de una “decisión importante” porque “va en el sentido de la transición productiva que tiene que hacer tanto la Argentina como todo el mundo: la de pasar de explotaciones altamente insustentables a otras que no lo sean”.

“Tanto por lo que significa como introducción de una especie exótica, como por los impactos que tiene sobre la flora y la fauna local, más la competencia desleal que hace de especies autóctonas, la salmonicultura como está planteada en la actualidad solo significa un beneficio económico para un sector muy acotado y un alto perjuicio para una región cuya potencialidad del ambiente, explotado de manera sustentable, resulta crucial para pensar el futuro de otro modo”, consideró Federovisky.

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En otro sentido, el viceministro destacó que la provincia hizo uso del “principio precautorio”, “un eje esencial de la política ambiental moderna”, agregó.

“Cuando una actividad se presume dañina para el ambiente no debe permitirse que comience hasta que no estén dadas todas las garantías de que no va a perjudicar los recursos naturales. En el caso de la salmonicultura, esas garantías no están dadas, y por eso corresponde no avanzar en proyectos de estas características”, explicó el funcionario.

Además de Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), referentes científicos del Conicet y entidades académicas como la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (Untdf) se habían pronunciado en contra de la cría de salmones en el Beagle.

La medida se da en el marco de una política extractivista y contaminante a nivel nacional. Si bien en este caso se prohibió la cría de salmones por su impacto ambiental, de conjunto el Gobierno nacional impulsa proyectos como la instalación de granjas porcinas, megaminería a cielo abierto, la caza de animales y la tala indiscriminada de árboles para el avance de la frontera agropecuaria.

La ley

La iniciativa llegó al parlamento fueguino a través del bloque de diputados del Movimiento Popular Fueguino, y motivó un amplio debate en comisión.

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El diputado Pablo Villegas, quien presentó el proyecto de siete artículos, aseguró en el recinto que la medida resulta “una clara y contundente definición institucional que destaca la importancia que tiene para los fueguinos la protección y conservación de nuestros recursos naturales”.

En tanto, la organización “Sin azul no hay verde”, el programa marino de la Fundación Rewilding en Argentina, explicó -en un comunicado- que entre las consecuencias de la salmonicultura se encuentran “las mortandades de salmones masivas, la intensificación de blooms de algas tóxicas (como la marea roja), la introducción de especies exóticas, la alteración de los ecosistemas y pérdida de fauna local, la generación de zonas “muertas” y el enmallamiento de mamíferos marinos”.

La organización destacó que, a lo largo de los años, las empresas salmoneras “se han visto envueltas en numerosos escándalos relacionados a los escapes, mortandades y el uso indebido de antibióticos”.

La salmonicultura hubiese representado “una amenaza para la economía de la provincia ya que, en Ushuaia, la mitad de las familias dependen del turismo, una actividad que no podría convivir con el impacto ambiental de la industria. Esta ley es un ejemplo del cuidado de un modelo económico y productivo sostenible, que respeta tradiciones culturales y prácticas artesanales que generan puestos de trabajo genuinos”, manifestó David López Katz, miembro de "Sin azul no hay verde" en Tierra del Fuego.

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Por su parte, la vocera de la campaña Océanos de Greenpeace, Estefanía González, dijo que la ley “sienta un precedente histórico para el resto del país y el mundo, evita un desastre ambiental y es un gran triunfo de la ciudadanía y las organizaciones civiles y ambientales”.

“La decisión va a ser una señal para que en Chile, esta industria tenga también un fin. Para que se entienda que los mares patagónicos son un patrimonio único y tienen que ser protegidos”, agregó González.

Incluso el chef Francis Mallmann, también referente y militante de la causa, explicó a la prensa que estuvo embarcado en el Canal Beagle “con los descendientes de nativos que durante miles de años cosecharon frutos de este lugar prístino”, por lo que “poder mantenerlo como está, suma respeto por nuestras tradiciones y un planeta más sano”.

El doctor en biología e investigador principal del Conicet Adrián Schiavini, explicó a Télam que uno de los riesgos de las salmoneras es el escape de ejemplares al mar, que luego compiten con especies nativas y diseminan enfermedades.

“Una jaula de red, colgada en el mar, llena de salmones, es como poner un tarro lleno de caramelos en la puerta de un colegio, para el que pase se sirva. Para los lobos marinos, los salmones gratis se obtienen empujando y rompiendo las redes”, ejemplificó el científico.

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Además, los salmones criados en cautiverio generan enfermedades que afectan a la producción.

“La más famosa es el virus ISA (Anemia Infecciosa del Salmón). Para contrarrestar este problema, se usan antibióticos y fungicidas (algunos prohibidos como la Verde Malaquita) que se incorporan en la comida y, en consecuencia, son liberados al medio ambiente. No sabemos cómo esas sustancias afectan a las bacterias, que son los organismos esenciales para sostener a todos los ecosistemas”, completó Schiavini.


Redacción

Redacción central La Izquierda Diario