Martes 7 de octubre de 2014
Desde el año 1999 existe un proyecto en la Ciudad de Buenos Aires para ampliar la línea E del subte desde la estación Bolívar frente del Cabildo hasta Retiro. El proyecto realmente empezó a concretarse en el año 2008, y estuvo a cargo del gobierno Nacional. La obra, que significa una extensión de 2,4 km. de la línea, tiene como objetivo central la disponibilidad para los pasajeros de tres nuevas estaciones: Correo Central, Catalinas y Retiro; la fecha original de inauguración era diciembre de 2011.
A pesar de haber sido iniciada y completada en casi todo su desarrollo por el gobierno nacional, la obra carece todavía de fecha cierta de inauguración, ya que cuando se lograron terminar las estaciones (en rigor la estación Retiro está terminada en un 95%) no hubo acuerdo sobre quién finalizaría la parte de vías, escaleras mecánicas, ascensores, potencia y señalización.
Según informaba el diario La Nación en mayo de este año, el problema de la licitación de las vías había sido resuelto y el gobierno de la Ciudad había arreglado con la empresa Roggio la compra del material férreo para abarcar los 2,4 kilómetros restantes. Cabe recordar que el Grupo Roggio tiene la concesión de todas las líneas de subte desde 1994, además de ser beneficiado con numerosas obras relacionadas con su extensión.
Sin embargo todavía quedarían por licitar el resto de los materiales necesarios para poder inaugurar las estaciones. Se estima que para esto el Estado nacional o el gobierno de la Ciudad deberán erogar cerca de $430 millones. La discusión acerca de quién se hará cargo de dicha suma todavía no está terminada. Por ende no se ha empezado con las licitaciones correspondientes, y la obra se retrasará en al menos 30 meses más, estimándose recién para fines del 2016 o principios del 2017 su inauguración.
Más allá de la ampliación de la línea E y de las discusiones acerca de a quién le corresponde hacerse cargo de cada cosa, parece que los viejos temas de la línea siguen pendientes. Uno de ellos es el histórico problema de la contaminación sonora. En la línea E se superan largamente los 70 decibeles que según la OMS son lo máximo tolerado por el oído humano. Sobre este tema poco se está haciendo. Se han gastado millones para la extensión de la línea pero nada para la demorada sustitución de vías que abonaría en la disminución del ruido. Esta obra, que es la que además posibilitaría la extensión de la vía férrea, sigue retrasada.
Por último, la inauguración de las tres nuevas estaciones supondrá un aumento estimado de cerca de 30.000 pasajeros. Sin embargo hasta el momento no se vislumbra inversión en material rodante hasta antes del 2017. Hay que tener en cuenta que las formaciones de la línea E están compuestas por trenes General Electric que fueron fabricados en 1968 y cuya vida útil ha pasado. Para esta línea el plan de SBASE es utilizar trenes descartados de otras líneas para completar una flota de aproximadamente 100 coches. Encarar estos problemas es impostergable, ya que afectarán a la calidad del servicio y tendrán influencia también en las condiciones de trabajo bajo tierra.