Mientras el gobierno se mantiene intransigente, las y los estudiantes empezamos a profundizar en nuestras discusiones y a despuntar combatividad en nuestras movilizaciones. La cuenta pública del 21 de mayo pilla a Bachelet y sus secuaces en un complejo ambiente político y un pesimista escenario económico y a nosotros/as, el movimiento estudiantil, nos pilla articulando nuestras fuerzas.
Jueves 19 de mayo de 2016
Las y los estudiantes estamos levantándonos lentamente. Las asambleas empiezan a cobrar más fuerza, aparecen tomas locales universitarias como en Derecho de la Uchile o Básica del Pedagógico, y de las y los secundarios en varios liceos emblemáticos en Santiago y regiones. Lo cierto es que después de varios años de gimnasia de lucha en las calles y unos años más de pasividad, aparece un olor a pólvora en el ambiente.
Han pasado 10 años ya de la revolución pingüina: esta generación que lleva todos estos años, con mayor o menor intensidad cuestionando el régimen político en este país, ya no se traga el cuento de la democracia para ricos. Y nuestros hermanos menores, mayores, nuestros padres; las y los trabajadores, comienzan a cuestionarlo también. Es que esta democracia para ricos ya no convence a nadie. Los parlamentarios se venden por millones a los empresarios.
Las leyes las hacen desde ellos y para ellos. La reforma laboral, después de pasar por la cocina y el lobby parlamentario, terminó convertida en una ley derechamente pro-empresarial, incluso en algunos casos peor que el plan laboral de José Piñera, impulsado en la dictadura cívico militar de Pinochet. La reforma educacional, es puro espejismo: no hay gratuidad para todos y todas; se asegura el negocio de las empresas de educación ya que la Nueva Mayoría discute legalizar las instituciones educativas con fines de lucro, sean universidades o colegios.
Por su parte, los rectores, supuestos aliados estratégicos como le gusta decir a la Izquierda Autónoma, salen en una ofensiva contra las movilizaciones, incluso algunos lavándose las manos como Federico Valdés, de la Universidad del Desarrollo, defendiendo a ultranza el modelo heredado de la dictadura militar y la educación de mercado, planteando que las familias “temen por el fin al CAE”, ¡Cuando es todo lo contrario!.
Este 21 de mayo nos encuentra despertando ya más decididamente y buscando formas de canalizar el descontento en movilización. Muchas y muchos tenemos claro que algo se está gestando, pero las disputas entre los distintos organismos articuladores del movimiento estudiantil y la ambigüedad de las dirigencias del Confech, han dificultado enormemente el paso a la ofensiva. Sin embargo debemos utilizar esta fecha como un trampolín para desarrollar a nivel nacional una movilización ascendente en torno a objetivos claros: La educación gratuita 100% financiada por el Estado, sin subsidio alguno a los privados.
Las Federaciones deben garantizar buses para que las bases estudiantiles viajen a manifestarse el día de la cuenta pública, en una gran jornada de protesta junto a trabajadoras y trabajadores, nuestros aliados/as estratégicos/as.
Ese día es importante que preparemos desde nuestros lugares de estudio la organización para ir a esta marcha. Un intento de articulación en torno a esta fecha se viene desarrollando desde el Cordón Macul.
En ese sentido, hoy hay que poner el centro la unidad. La unidad del movimiento estudiantil en torno a sus demandas. La unidad entre secundarios/as y universitarios/as en las calles. Apostar a dicha unidad es la clave para avanzar en la ofensiva. Un ejemplo concreto de cómo avanzar en dicha unidad, es que desde la Confech emane un llamado a movilizarnos junto a los/as secundarios/as este 26 de mayo, donde la CONES ya ha convocado a una nueva fecha de movilización.
Ahora que se reúnen este 21 de mayo en el Congreso Pleno, decimos nuevamente que hay que terminar con esta corrupta democracia para ricos y su educación de mercado, y salir a movilizarnos por la gratuidad junto a otros sectores, solidarizar con otras luchas. Es fundamental que posterior al 21 de mayo discutamos en nuestros lugares de estudio planes de movilizaciones en las asambleas de base para que puedan integrarse en un plan común de lucha.
Y que ese plan sea discutido desde los espacios de base tanto de secundarios/as como de univeristarios/as, para avanzar en una movilización común y un pliego único de demandas, que permitan unificar desde la base nuestra acción y nuestras demandas.