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Red Internacional
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CÓRDOBA. Todo sobre ruedas

El Taller-Escuela Popular de Ciclomecánica que funciona en el Teatro La Luna festejó su 4to aniversario.

Martes 16 de agosto de 2016

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Con la consigna “¡A ganar la calle!” se realizó en la vereda del Teatro La Luna, situado en la esquina del Pasaje Escuti y Fructuoso Rivera, una jornada festiva, con merienda, números de circo, poesía, música y juegos. Santiago y Juan nos cuentan sobre el taller y su historia.

-¿Cómo nació el Taller?

Santi: El taller nació de una articulación que surgió desde Bici Urbanos, que es un grupo que se organiza en función de generar un diálogo entre la sociedad, el usuario de bicicleta y el Estado. Es decir que se escuche la demanda del uso de bicicletas en la ciudad de Córdoba.

El Taller de Ciclomecánica se fue elaborando a partir de otro proyecto que se llamaba “Recicletas”, el cual constaba de recuperar bicicletas usadas, las cuales eran donaban y luego prestarlas en las bicicleteadas por la ciudad que organiza el grupo. Al llegar al espacio La Luna se vio que se podía generar otro tipo de actividad, que había ganas de hacer y mucha gente se quiso sumar. Tomamos muchas ideas de lo que fue la “Fabricicleta” en Buenos Aires, aunque éste tiene otra dinámica a la nuestra, porque está situado en un espacio geográfico diferente y porque no sale a la calle a generar la actividad.

-¿Quiénes llevan adelante el taller?

Santi: La idea del proyecto es que sea autogestivo y que se sostenga en el tiempo, por eso queremos que sea lo más inclusivo posible; ninguna persona que viene al taller es tratada como un alumno, sino que intentamos que si aprendió a hacer un arreglo, pueda enseñárselo a alguien más.

Juan: En ese sentido se desarrolla como un momento colaborativo. Hay gente que sabe un poquito más, otros que están aprendiendo y que a lo mejor tienen determinada cuestión o herramienta y lo van socializando, convirtiéndose en un espacio de colaboración entre los pares. El taller pasa no sólo a ser un momento de compartir, sino de aprender en ese compartiendo. Nosotros de alguna manera heredamos un proceso, y se lo transmitimos a otros y en eso hay una renovación generacional en torno a la búsqueda, la reparación y el conocimiento sobre la bicicleta.

¿Por qué es a la gorra?

Juan: La gorra surge por una cuestión secundaria que es la reposición de los elementos, y convertirlo también a demanda de quienes pasan por el Pasaje Escuti. Nunca pensamos que la modalidad del Taller fuera de brindar un servicio en torno a la reparación de la bici, sino que vos puedas aprender a hacerlo. Y en ese hecho apelamos a la socialización de una moneda para sostener cosas que son fundamentales y difíciles de acceder como por ejemplo una herramienta.

-¿Por qué un taller de ciclomecánica? ¿Cuál es la importancia que ustedes creen que tiene la bici para llevar adelante la actividad?

Santi: La importancia del taller es que se apoya en la bicicleta como excusa para generar otras cosas como el encuentro, el diálogo, la comunicación entre personas que tienen diferentes experiencias, que vienen a volcarlas acá. Se pueden difundir ideas sobre la bici o también sobre otras cosas, la idea es que el conocimiento se pueda transmitir en la misma práctica. Mientras estás arreglando una bici, te vinculás con alguien más que seguramente viene de otro lado, con otra experiencia de vida y que juntos se puede lograr otra cosa, que puede ser arreglar la bicicleta, pero también es acercar a esas dos personas. La otra pata es lo que vendría a ser la educación popular, que es la autogestión de herramientas. No solamente resolver un problema mecánico, sino que va a la construcción de autonomía en tanto que ya no necesitás de alguien más que te solucione ese problema en particular. Y pensando más a gran escala, te permite autogestionarte el acceso al conocimiento, la misma práctica te lleva a querer equivocarte para aprender.

Juan: El taller es la síntesis entre la necesidad de un medio de transporte o de recreación como lo es la bicicleta, la necesidad de aprender compartiendo y la necesidad de construir un espacio que legitime los derechos. Entonces el espacio se convierte en una instancia de construcción de ciudadanía al estar gestando el conocimiento sobre ese derecho de manera compartida. El taller en ese sentido es enorme y nos resulta necesario, por eso tratamos que el modelo del taller se multiplique. Desde este espacio que es chiquito, en un cuartito cedido por el Teatro La Luna, en un pasaje con poco tránsito, en barrio Güemes que posee una población muy sentida en término de demanda social, cultural, económica y política. El taller se convierte en un espacio de resistencia que busca socializar conocimientos, prácticas y el espacio de la ciudad.

-¿Cuál es la importancia para ustedes de fomentar esta actividad en otros espacios?

Santi: Yo creo que es esto que decía Juan, la necesidad. Se sostiene gracias a eso, a que de repente algo que no existía empieza a existir y se vuelve necesario para una población. Acá en el taller recibimos gente de toda la ciudad, si bien estamos anclados en el territorio de Güemes porque vienen todos los niños de las cuadras cercanas. Esto demuestra que el proyecto es sostenible porque la gente quiere participar, aporta en la gorra, se pueden comprar nuevas herramientas. Y como es sostenible nosotros pensamos que el proyecto se puede multiplicar, incluso fortaleciéndolo creando redes y teniendo diferentes espacios, como lo es el de la calle Suipacha o en Santa Rosa de Calamuchita.

-¿Por qué “¡A ganar la calle!”?

Santi: Para mí Barrio Güemes no es como cualquier otro, tiene una dinámica cultural muy fuerte. Y creo que al ocupar la calle generando una actividad educativa y cultural nos estamos integrando a una dinámica un poco más grande. Vemos pasar a la gente que por ahí va a dar clases en distintos espacios y se suman porque se mueven en bicicleta, entonces el hecho de estar en la calle no es menor. Y el hecho de estar en Barrio Güemes dentro de toda su movida ha enriquecido el taller.

Juan: La necesidad de estar en la calle es la vigencia de esa ciudadanía. Por otro lado es el territorio que compartimos con todos los vecinos; si tuviéramos un taller puertas adentro, encerrados, cambiaría completamente la situación. Nosotros tratamos de estar en la calle, no sólo por una cuestión de que el espacio físico no nos permite trabajar adentro, sino también porque a su vez la calle es nuestro espacio de uso, de aprendizaje.

Santi: A su vez, una de las consignas del movimiento ciclista es la de resignificar los espacios públicos. Tenemos un montón de espacios en la ciudad que quizás están inactivos, no se producen actividades en ellos o exclusivamente se usan para el transporte automotor. Nosotros proponemos que esos espacios exclusivos deberían usarse para todas las necesidades que tiene la sociedad, no sólo la del transporte, sino la de recreación. Por eso tiene que haber espacios públicos de calidad, y nosotros desde el taller queremos generar eso.

-¿Qué proyección tienen?

Santi: A largo plazo se podría pensar que la misma actividad genera cuadros de gente formada para poder generar nuevos talleres como éste pero quizás de otras cosas. Como decía al principio, por ahí la bicicleta es una excusa para acercarse, comunicarse y aprender. Y desde esa lógica se pueden hacer un montón de cosas desde la autogestión.

Un ejemplo de esto último es el mismo Santi que, al decidir mudarse a Rio Ceballos, ha emprendido una campaña colectiva de financiamiento de materiales para armar un taller de ciclomecánica serrano. Estará recibiendo bicipartes, cuadros, bicis o dinero para poder llevar adelante este nuevo taller que surge de su experiencia dentro del proyecto cordobés. Quienes quieran hacerlo, contactarse con él vía Facebook: “Campaña por un taller de ciclomecánica serrano” o buscarlo como Santiago Bonacossa.

A su vez, el taller de Ciclomecánica La Luna funciona todos los Lunes y Sábados de 16hs a 20hs, en Pasaje Escuti entre Pueyrredón y Fructuoso Rivera. Podés llevar tu bici para arreglar o aprender con la bici del otro o una Recicleta.