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Red Internacional
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LA VIVIENDA NO ES DELITO. Toma de tierras de Los Hornos: la verdad desde adentro

La Izquierda Diario recorrió el predio de 160 hectáreas ubicado en la periferia de La Plata. Frente a la campaña política, judicial y mediática de criminalización de las familias que piden tierras para vivir, dialogamos con las familias de la toma más grande de la provincia de Buenos Aires que se organizan y pelean por el derecho a una vivienda digna.

Valeria Jasper

Valeria Jasper @ValeriaMachluk

Domingo 4 de octubre de 2020 12:46

Desde febrero el predio del ex Club de Planeadores de Los Hornos es ocupado por familias de la zona, producto de una histórica crisis habitacional que azota a la región, que se profundizó con la pandemia. Son miles de personas que han quedado sin trabajo desde el inicio de la cuarentena, sin posibilidades de seguir pagando el alquiler, sin poder contar con el alimento del día muchas veces.

Yamila, Daniel, Bernardo, Melisa y Ayelén son las voces legítimas de una realidad que no cuenta para los gobiernos nacional, provincial y municipal, ni para la oposición mayoritaria, salvo para la judicialización y la represión en defensa de la propiedad privada.

En primera persona

Llegar un domingo a la toma de Los Hornos es encontrarse con un sinfín de imágenes, sensaciones, olores y personajes que conforman la peculiaridad de un barrio. Porque eso es para las familias, un barrio; el suyo.

Yamila llegó a la toma con sus tres hijos en el mes de febrero, cuando todo empezaba. “Esto era de la aviación, había planeadores. Era todo campo, hace muchos años que está deshabitado. Era un terreno baldío que no se usaba para nada. Cuando llegamos los pastos nos llegaban por acá (cintura) y hoy, estoy recontenta ya es un barrio”, cuenta con mucha emoción.

Siempre trabajó en negro y con la pandemia quedó sin nada. Hoy sobrevive vendiendo cosas elaboradas. "Día a día”, como dice. Pero con mucho esfuerzo pudo levantar su casa. “Nos pusimos a armar y que se venga lo que se venga. No es mucho pero uno va consiguiendo una rama y va y la encierra y así. Uno tiene 2 ó 3 pesos de más y va y lo invierte en madera para poder hacerse una pieza. Y esto no significa que uno no quiera progresar, al contrario, no es que quieren que le regalen un pedazo de tierra y que venga el Estado y me regale todo. Hoy se ve todo chapa pero adentro hay calidez que es lo que vale”,

Frente al abandono y desuso en que se encontraban los terrenos, se organizaron para llevar adelante su recuperación y las tareas de desmalezamiento, limpieza y loteo, hasta que recibieron la primera respuesta del gobernador Axel Kicillof: un gigantesco operativo de la Policía Bonaerense, Infantería, Caballería, grupo GAD y la DDI a los días de instalarse. Sin embargo, tamaña movilización, no surtió el efecto deseado en los vecinos, resistieron. Así lo recuerda Yamila: “Vinieron a todo o nada. Te pateaban las casas, prendieron fuego un par de casas. No había muchas, pero prendían fuego las carpas. No les importaba si tenías criaturas, no les importaba nada. Al otro día llenaron el predio de gendarmes y nosotros vinimos igual y le dimos pelea y hoy estamos acá”. Hoy las camionetas de la Gendarmería están apostadas en los puntos de entrada de la toma.

Desde hace siete meses, las familias esperan el plan de urbanización que llevaría adelante la Provincia con participación del municipio. Dicho emprendimiento abarcaría una plan de viviendas para 2.400 familias, un centro de salud, escuelas, un mercado regional, un parque recreativo y un polo productivo agroecológico. Si bien se realizaron algunas reuniones de coordinación entre los funcionarios y vecinos de la toma, las familias avanzan en las mejoras del barrio a base de organización y solidaridad.

Daniel es trabajador gastronómico, por falta de trabajo y una deuda de alquiler que no pudo pagar, también vive en la toma. En el sector donde él y su familia se asentaron, los vecinos se juntan e intentan, dentro de sus posibilidades, hacer del barrio un lugar digno donde vivir al tiempo que denuncian la falta de respuesta concreta por parte del Estado. “Todos los domingos tenemos asambleas, reuniones . Lo que hemos avanzado fue por los propios vecinos. Tiramos más de 1600 metros de trifásico, como tiene que ser. A los vecinos les costó centavo a centavo. Fue una lucha continua de los vecinos, el gobierno, el Estado o cualquier persona no ha venido a fijarse qué necesitábamos. Nunca vino nadie”.

“Hay una chica acá que iba a ser mamá, y perdió el bebé. Estuvimos todos los vecinos, hicimos una colecta y le dimos la plata para el marido pueda viajar hasta donde estaba internada. Como estas cosas hay millones de situaciones Cada uno de los vecinos traemos un poquito y lo vamos repartiendo. La realidad es esa. La que quiere contar el Gobierno, los noticieros que vienen y te dicen quieren usurpar un terreno, venimos a usurpar un terreno porque lo necesitamos, somos gente común y corriente que laburamos pero que no podemos seguir manteniendo un alquiler”. Un relato que deja al descubierto cuán lejano y ficticio se vuelve el discurso estigmatizante de funcionarios y periodistas que acusa de delincuentes a las familias que ocupan terrenos.

Bernardo, estudiante de la carrera de Letras en un instituto terciario, como muchos de los habitantes de la toma, también descree del proyecto planteado. “El proyecto del gobierno no avanzó, queda todo en la planificación. Lo que si se ve es un avance en cuanto a los vecinos: se juntan, tratan de satisfacer las necesidades básicas que son la luz, el agua, mercadería, hacen ollas, bingos. Se organizan de alguna manera para salir adelante con todo esto. Sabemos que en este contexto en que prevalece la propiedad privada hay una puja de intereses entre los que menos tienen y los que más tienen. Y las posibilidades más que nada de urbanizar, ellos juegan con eso, de darle servicios a la gente pero no pasa”.

Una guerra contra las familias pobres y su derecho a la tierra y la vivienda

Prioridades que quedan ejemplificadas con el ambicioso proyecto que el intendente platense Julio Garro llevará a cabo junto a la empresa inmobiliaria IRSA para la construcción de un mega complejo que demandará $15.300 millones para construir áreas comerciales, de entretenimiento y gastronomía. Prioridades para los negocios millonarios de unos pocos y mientras gestionan miseria para las miles de familias que reclaman vivir dignamente.

En las tantas historias que albergan las casillas de la toma, también un grupo de mujeres forjan la suya. Melisa y Ayelén son acompañantes terapéuticas y como consecuencia de la pandemia, su trabajo se vio mermado, con las consecuencias económicas previsibles: sin posibilidad de sostener el alquiler llegaron a la toma a través de conocidos. En el sector donde viven, hay muchas mujeres solas con sus hijos por lo que vieron la posibilidad de generar un espacio de contención y de recreación para los chicos.

“Como somos mujeres la mayoría, empezamos a hacer un grupo de watsap y como trabajamos, estudiamos, los hijos, la familia, la casa, estar acá que te depara un montón de tiempo, organizamos el grupo y así nos cuidábamos el terreno. Es fuerte el machismo que hay acá en el barrio, es como que las mujeres si no nos unimos nos sacan, hay un montón de cosas que venimos bancando con el grupo, gracias a la unión. Inauguramos un centro cultural, la idea es hacer talleres para los chicos con discapacidad, primordialmente. La idea es poder contenerlos, poder ayudarlos. La idea es darle música, apoyo escolar, ESI, todo lo que se necesite y huerta. Ya que tenemos tierra, que cada uno pueda generar sus alimentos. Es un espacio que se piensa de contención y también de talleres, para los pibes y las pibas no estén en la calle con tanto tiempo vacío. Tener un espacio en una toma que está destinado para la cultura y el aprendizaje”, cuentan con mucho entusiasmo.

La verdad, nuestra verdad

Frente al ataque del Gobierno de Alberto Fernández y Axel Kicillof, acompañado de una operativo mediático sobre los habitantes de las tomas, declarados usurpadores y delincuentes, y una celeridad clasista de la Justicia para dictar los desalojos como sucede en Guernica; las familias de Los Hornos responden con rabia.

“Mucha gente no iba a poder su espacio si no era tomando un pedazo de tierra. Yo creo que son todas mentiras las que se dicen, para tapar sus errores. Lo mejor para ellos es que nos dejen mal parados a los de la toma. Si vienen y ven la realidad cómo nos ayudamos. Pero esas cosas no las ven, van a creer en lo que digan en los noticieros” dice Yamila. Por su parte, Daniel deja en claro que “la gente habla por hablar. Porque acá cada uno tiene un poquito de cosas que el mundo exterior no lo sabe. Yo sé que hay gente laburante y que la lucha día a día y por eso se hizo esto. Para el mundo exterior esas cosas se ven por lo que dicen los noticieros, cuentan las cosas que a ellos les conviene”.

Guernica: la Legislatura bonaerense rechazó tratar el proyecto del FIT para expropiar las tierras

Para Bernardo, “En cuanto a la estigmatización de las tomas en lo que se viene dando, en un contexto de déficit habitacional, las familias se ven obligadas de alguna manera a salir, sea como sea. Hay mucha gente que quiere acceder a una vivienda pero no hay planes. Se ve como un doble discurso, se dice una cosa y se hace otra. Con el tema de la cuarentena también, prevalece un protocolo donde no se fijan en lo principal que es la salud. Exponen a los trabajadores de salud. En vez de poner plata en salud, ya sabemos dónde la ponen”. Y agrega enfáticamente que “la gente si se va de acá, se va debajo de un puente. Están cansados de la inseguridad de no saber qué va a pasar mañana. No hay políticas que cambien de raíz las cosas.”

A las familias de Guernica

La solidaridad ante la respuesta represiva del Estado para con las familias en Guernica se extendió a lo largo del país. Como lo es la pelea por un pedazo de tierra para poder vivir, un derecho negado que el Estado capitalista niega desde hace décadas. Desde Los Hornos saben que la lucha es permanente.

“Si fuera por mí me iría con ellos allá a hacerles el aguante. Me preocupa que se queden en la calle sin nada. Darles fuerza, que le den para adelante, que se puede”.

“Si la gente toma un terreno es porque hay una necesidad. Con el IFE, con $10000 no vas a para un alquiler, no vas a vivir, no vas a comer. Los que estamos en una toma estamos porque nos lleva una necesidad. El pueblo necesita que el gobierno haga mejor las cosas y que le de apoyo a la gente, que le dé un terreno digno, una vivienda digna. Para las otras tomas, que vamos a seguir aguantando, que no es un delito”.

“Cuanto más desorganizado está algo, es más fácil derribarlo. Nosotros hacemos muchas reuniones para llevar adelante esto: poner la luz, juntar la plata, la organización y el aguante. Y unión. El pueblo unido jamás será vencido”.

“La unión hace la fuerza, la única forma de ganarle a estas patronales es con la lucha, organizarse, participar de una forma activa”.

Los Hornos, Guernica. Kilómetros que los unen en la pelea por el derecho a un techo, por el derecho a un futuro mejor para sus hijos. Porque saben que luchar por la vivienda no es delito.

Producción y edición audiovisual: Agostina Orellana, Carola Bedriñan