Ideas de izquierda

Armas de la critica

REVISTA

Topolobampo, Sinaloa: el embrión de una metrópoli socialista utópica

Norberto Soto Sánchez

Topolobampo, Sinaloa: el embrión de una metrópoli socialista utópica

Norberto Soto Sánchez

Ideas de Izquierda

El presente artículo es la segunda de tres entregas que han sido elaboradas para relatar la historia de dos comunas socialistas utópicas que emergieron en el noroeste de México a finales del siglo XIX: Topolobampo y La Logia, ambas en el hoy municipio de Ahome en el Estado de Sinaloa.

En la entrega anterior hablamos sobre quién fue el pionero fundador de estos proyectos, Albert K. Owen, así como sobre las circunstancias que moldearon parte de su pensamiento y carácter.

En esta ocasión hablaremos sobre cómo este personaje llega a abrazar las ideas del socialismo utópico, así como quiénes lo influenciaron para ello y quién fue la principal ideóloga de las comunas. También expondremos algunas de las diferencias básicas entre dicha perspectiva y el socialismo científico propuesto por Marx y Engels y desarrollado por Lenin y Trotsky. Por último, nos referiremos al contexto de la fundación de la comuna de Topolobampo —a partir de la cual se tenía pensado que nacería la metrópolis socialista que se llamaría Pacific City— y las razones por las cuales personas de varias nacionalidades dejaron sus propiedades y arriesgaron su vida emprendiendo viajes épicos en respuesta al llamado para la creación de esta utopía.

En la tercera parte abordaremos la fundación de la comuna de La Logia, así como las razones del fracaso de estos proyectos socialistas y el impacto que este experimento social dejó en la región.

De la construcción de ferrocarriles al socialismo utópico

La llegada de Albert K. Owen a lo que hoy es Topolobampo, como se mencionó en la entrega anterior, se da en septiembre de 1871, unos meses después de la emergencia y liquidación de la Comuna de París. En Estados Unidos el pensamiento socialista utópico circulaba con mayor intensidad en esa década tras la migración de refugiados europeos, aunque ya venía tomando impulso desde la década de los 50 del siglo XIX, tras la llegada a Norteamérica de socialistas que habían estado en las revoluciones europeas de 1848, año también de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista.

Hay que decir, también, que una de las tres figuras más relevantes del socialismo utópico había arribado antes a EE. UU. en 1824: se trata de Robert Owen (quien hay que aclarar no fue pariente de Albert Kimsey Owen), empresario inglés que llegó a América para fundar ciudades o comunidades modelo bajo los preceptos de un socialismo, que él concebía no como fruto de un proceso revolucionario, sino como una sociedad sin clases en el marco de una federación voluntaria y libre de comunidades autogestionadas, donde primara la comunidad de las posesiones y del trabajo, la igualdad de derechos y la conjugación del trabajo intelectual y manual [1]. Robert llegó a este continente ávido de poner en práctica sus ideas. En 1828 dirigió una carta al gobierno mexicano de Guadalupe Victoria [2] donde le solicitaba los territorios de Texas y Coahuila para construir una comunidad modelo, cosmopolita y socialista; por supuesto, la solicitud no recibió ni siquiera respuesta, pero este utopista tenía otros proyectos en curso: en Indiana había comprado tierras y ahí refundó New Harmony en 1825.

A lo largo del siglo XIX, en Estados Unidos existieron 178 comunidades utópicas que, según el historiador Sergio Ortega [3], aparecieron en tres etapas: de 1824 a 1826, pertenecientes a lo que se conoce como el movimiento owenista; de 1840 a 1850 al fourierismo; y, de 1880 a 1900 del cooperativismo. Las diferencias entre los principios que las sustentaban variaban en función de sus consideraciones en torno a la cuestión de la producción agraria e industrial, así como de la cuestión religiosa, principalmente.

De los tres pilares del socialismo utópico que identificaban Marx y Engels [4], Saint-Simon, Robert Owen y Charles Fourier, en Norteamérica hubo experimentos sociales inspirados en las ideas de los últimos dos, principalmente. Las comunas owenistas estaban más orientadas hacia la industria, mientras que las foureristas hacia los falansterios de corte más agrario. Otras diferencias tenían que ver con su concepción de la liberación sexual y de la mujer —mayor en el ideario del francés Fourier— y la organización de las comunidades, la cual en las owenianas estaba orientada hacia la idea de confederaciones.

Volviendo a Albert K. Owen y su “descubrimiento” de Topolobampo: como hemos mencionado, con la ilusión de construir vías de ferrocarril y una gran metrópoli comercial en esa bahía es que vuelve a Estados Unidos, donde en 1873 presenta el mencionado proyecto en la Convención de Gobernadores llevada a cabo en Atlanta. Ahí habla con el entonces presidente Ulysses Grant —a quien conocía de los tiempos de la Guerra Civil gracias a su padre— y éste lo presenta con el militar estadounidenses George W. Dewey [5], a quienes les expone su tentativa. Los planes de K. Owen interesaron a la milicia estadounidense [6] y Dewey, incluso, llega a ser comisionado para realizar trabajos de reconocimiento y cartografía de la bahía. Como sea, en ese momento Albert no logró tener el apoyo económico que esperaba para construir la vía ferroviaria y la urbe que tenía en mente.

Es así como durante algunos años volvió a su trabajo de ingeniero de vías en Colorado a la par que seguía buscando recursos en otros espacios y con otros grupos. En medio de esa búsqueda, para 1875, viaja a New Jersey donde conoce al matrimonio de Edward y Marie Howland [7], quienes eran partidarios del socialismo foureriano y que habían participado en falansterios en Francia. Ellos le transmiten los principios del pensamiento utópico, que terminará por definir su idea de una metrópoli modelo en territorio sinaloense: ya no será solo la construcción de una vía ferroviaria y un puerto que conecten el sur estadounidense con el Pacífico mexicano para potencializar el comercio entre las naciones del mundo, sino que se tratará también de la edificación de lo que posteriormente querrá llamar la “Ciudad de la Paz” (Pacific City) o “Colonia del Pacífico”, también en cierto momento propondrá llamarla “González City” y “Carman City”, en honor a sus amigos.

Particularmente la influencia de Marie Howland en K. Owen fue tal que, según Macarena Iribarne [8], buena parte de la inspiración de este para la creación de la comuna socialista utópica vendrá de la novela de Marie titulada Papa’s Own Girl (1874), en la cual se exponían también ideas feministas y de liberación sexual.

Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre el socialismo utópico identificado con Saint-Simon, Robert Owen y Charles Fourier y el socialismo científico que propusieron Marx y Engels y continuaron desarrollando Lenin y Trotsky? La respuesta requiere un desarrollo argumentativo bastante amplio; sin embargo, podemos puntualizar algunos elementos importantes, que pueden darnos una idea clara para distinguirlos.

El pensamiento socialista de los primeros aparece en el momento inicial de la confrontación entre el proletariado y la burguesía (primeras décadas del siglo XIX) en el cual el capitalismo comenzaba a imponer adversidades como el hacinamiento en las grandes ciudades —producto del desplazamiento de masas de trabajadores del campo a las urbes, de la agricultura a la industria— y la desmoralización en masa de la clase trabajadora sometiéndola súbitamente a nuevas, precarias e injustas condiciones de vida, la clase obrera era, además, todavía muy joven y recién empezaba a hacer sus primeros ejercicios en la lucha contra el capital. Si bien ellos reconocían la lucha de clases, identificando claramente las calamidades que el capitalismo ocasiona, estaban en contra de la revolución y la organización del proletariado para la toma del poder.

Estos socialistas utópicos impulsaban esfuerzos para la construcción de comunidades modelo con mejores condiciones de vida a través del descubrimiento de sistemas sociales nuevos y mejores [9] y, aunque reconocían que el proletariado tiene que cargar con lo peor del capitalismo, no hablaban en nombre de él. La práctica que ellos planteaban consistía fundamentalmente en construir este nuevo orden social —lo que entendían por el socialismo— a través del ejemplo, por medio de pequeños experimentos como el de las comunidades cooperativistas de autogestión en los que, como Marx y Engels señalaron posteriormente, no se proponían la emancipación primera de una clase social —el proletariado— sino, de golpe, de toda la humanidad [10].

Los utópicos no atribuían al proletariado la capacidad de iniciativas históricas ni movimiento político que les fuera propios, mucho menos lo consideraban como el sujeto de la transformación social; condenaban la revolución y se proponían lograr sus objetivos por vías pacíficas solamente. Sustituían la acción social y política de las masas obreras, por acciones de su propio ingenio; en lugar de considerar las condiciones históricas y sociales para la emancipación, tomaban consideraciones de orden moral o teológico; reemplazaban la organización progresiva de la clase trabajadora por una organización de la sociedad que ellos inventaban con sus particularidades en cada pensador; para ellos “la futura historia del mundo” se reducía a la propaganda y al llevar a la práctica sus planes sociales [11]. Las categorías de estos utopistas eran tan inexactas e idealistas que dividían a la humanidad entre “trabajadores” y “ociosos”; dentro de la primera llegaban a incluir a obreros asalariados, fabricantes, comerciantes y hasta a banqueros [12], mientras que dentro de la segunda a la aristocracia.

El carácter utópico de su socialismo, en contraposición con el científico de Marx y Engels, residía, principalmente, en que carecían de categorías y de análisis materialistas y dialécticos de la realidad. Ellos eran al pensamiento socialista, lo que los alquimistas fueron a la ciencia de la química [13]. No hay que “renegar” de ellos, decían los fundadores del materialismo histórico, sino que, en todo caso, “debemos cuidar de no reincidir en sus errores”.

Por su parte, el marxismo parte de categorías materialistas, que analizan procesos históricos donde conceptos como revolución —que se definiría como el proceso mediante el cual una clase arrebata el poder del Estado a otra— clases sociales —las cuales se definen en torno a la relación que los sujetos guardan con los medios de producción— y modo de producción —el cual es el tipo de sociedad donde los sujetos establecen relaciones sociales para producir su vida material y simbólica— van trazando líneas estratégicas para lograr la construcción del socialismo. Así, el socialismo deja de ser utópico para convertirse en científico.

De esa forma, para el marxismo, el proletariado, porque no posee medios de producción y por el lugar objetivo que ocupa dentro de la producción y circulación de mercancías, así como de servicios —es decir, de todo aquello que requiere la vida humana— es la clase social que está llamada a encabezar la lucha contra el capital y la posterior construcción del socialismo, el cual es el sistema social donde se ha socializado la propiedad de los medios de producción y el poder del Estado deja de pertenecer a la burguesía —dueña de los medios de producción— para pasar a manos de los trabajadores en alianza con las demás clases oprimidas del campo y la ciudad.

La contribución de Lenin y Trotsky es de orden teórica y estratégica: entre muchas otras cosas, el primero sistematizó ideas que se encontraban presentes dentro del pensamiento de Marx y Engels, como lo es el de la dictadura del proletariado, la cual, lejos de ser una forma de gobierno antidemocrática y tiránica, es la forma de democracia de los explotados y oprimidos, donde la clase en comento, mediante órganos de autoorganización y representatividad democrático-horizontal, decide la organización de la vida y la producción.

En esta sistematización de ideas Lenin tiene el mérito de identificar que, precisamente, una de las cualidades propias del marxismo es la idea de la dictadura del proletariado como momento previo y necesario para el socialismo [14] y, por ende, para avanzar en la construcción del comunismo, donde ya no hay Estado ni clases sociales. El momento del socialismo requiere de un Estado proletario donde se preparará la extinción misma del Estado. Las categorías de análisis marxistas, que parten de un método materialista y dialéctico, indican que el Estado no puede abolirse de un solo golpe o con experimentos aislados de “comunismo” o “socialismo” aquí y ahora, sino que se extingue progresivamente a partir de la extensión de la revolución y del ejercicio de la más plena democracia por parte de las masas autoorganizadas, que toman en sus manos la construcción de una nueva sociedad [15].

Otras ideas que Lenin desarrollará junto a Trotsky para que el proletariado logre tomar el poder, son las de partido y centralismo democrático. Asimismo, hablaron de la imposibilidad de que el socialismo triunfe en un solo país o región aislada, por lo que el segundo desarrolló la Teoría de la Revolución Permanente y la necesidad de que los partidos de la clase obrera desarrollaran una estrategia revolucionaria ad hoc. Por mencionar solo una de las grandes contribuciones de Trotsky en este plano hay que mencionar El Programa de Transición [16] donde desarrolla cuestiones que, desde el punto de vista de una pedagogía política revolucionaria, deben ser tomadas en cuenta para la intervención en distintos escenarios, las cuales, entre muchas otras cosas, tienen que ver con la elaboración de reivindicaciones transitorias, mismas que deben pensarse para construir un puente entre un programa político mínimo y uno máximo. La preocupación de Trotsky en este sentido parte de lo siguiente:

"La socialdemocracia clásica que desplegó su acción en la época del capitalismo progresivo, dividía su programa en dos partes independientes una de la otra; el programa mínimo, que se limitaba a algunas reformas en el marco de la sociedad burguesa, y el programa máximo, que prometía para un triunfo indeterminado el reemplazo del capitalismo por el socialismo. Entre el programa mínimo y el máximo no existía puente alguno".

El objetivo del programa de transición, y de las reivindicaciones transitorias que de él emanan, es preparar a las masas para movilizaciones sistemáticas para la revolución proletaria y la conquista del poder; lo cual pasa, necesariamente, por la expropiación de la burguesía.

El socialismo utópico, aunque reconoce el antagonismo entre clases, niega también el factor revolucionario de la expropiación a la burguesía, lo cual queda de manifiesto en la frase “propiciemos la evolución, no la revolución” que Albert K. Owen utilizaría a mediados de 1885 para difundir en su estudio de El Credit Foncier De Sinaloa el ideario con el que, poco más de un año después, se fundaría la Colonia del Pacífico (Topolobampo).

Imagen extraída de las Obras de Albert K. Owen. (2003), p. 20, Siglo XXI Editores.
Imagen extraída de las Obras de Albert K. Owen. (2003), p. 20, Siglo XXI Editores.

Precisamente, esa falta de claridad teórico/política llevaba a los utopistas a confiar en los gobiernos burgueses, a quienes incluso les solicitaban ayuda para implementar sus proyectos. El gobierno norteamericano se valió de esa visión política miope y, para 1885, le facilitó a Kimsey la recaudación de fondos para la comuna, aprovechando sus iniciativas sinceras, pero ingenuas, en la lógica de la doctrina política de “penetración pacífica”, la cual consistía en “procedimientos cuidadosos y pacientes que, sin irritar a México, permitieran el flujo del capital, hasta lograr que la economía mexicana quedara firmemente subordinada a los intereses estadounidenses [17]". Esa misma ingenuidad fue la que a su regreso a tierras mexicanas llevó al impulsor de esta aventura en Sinaloa a buscar la ayuda de su amigo, el mencionado militar Manuel González y de Porfirio Díaz.

Back to Mexico y la fundación de Topolobampo, embrión de Pacific City

Para 1879 Albert viaja a Ciudad de México con una carta de recomendación que le había otorgado el embajador mexicano en Washington, Manuel Zamacona, para que pudiera entrevistarse con Porfirio Díaz —quien en ese momento estaba en su primer periodo presidencial— y exponerle algunos planes de construcción de un sistema de drenaje para la capital. La propuesta llevó por título “Canal Texcoco-Huehuetoca”.

Documentos del proyecto de desagüe para el Valle de México. Extraídos de las Obras de Albert K. Owen. (2003), p. 20, Siglo XXI Editores.
Documentos del proyecto de desagüe para el Valle de México. Extraídos de las Obras de Albert K. Owen. (2003), p. 20, Siglo XXI Editores.

Este proyecto fue visto y aprobado, con entusiasmo, por el gobierno de Díaz. Para su construcción, Albert formó un equipo que incluyó a militares estadounidenses, como el general Alfred T. A. Torbert. Posteriormente, Kimsey aprovechará este furor del porfirismo por sus proyectos para elaborar y presentar distintos planes ferroviarios para México. Con este prestigio recién ganado frente a las autoridades mexicanas, a principios de 1880, vuelve a EE. UU. para recaudar algunos fondos para la comuna de Topo junto a Torbert. Para el 25 de agosto emprenden el regreso a México desde Florida a bordo del buque Ciudad de Veracruz. El día 29 se forma un huracán en el golfo de México que hunde el barco. De más de 80 personas que iban a bordo solo sobrevivieron cuatro, entre ellas, por supuesto, A. K. Owen quien regresa nadando a una playa de Florida. El general Torbert muere ahogado.

Kimsey pierde todos los recursos económicos que traía consigo, pero no se desanima. Viaja a Nueva York para hacerse de más. Ahí ahora sí recibe ayuda del ya expresidente Ulysses Grant. No obstante, su falta de comunicación con el gobierno mexicano ocasiona que le terminen otorgando las concesiones del drenaje del Valle de México y de la construcción del Ferrocarril Central de México desde el Paso a la capital a otras personas [18]. Empero, la llegada de su amigo, el general Manuel González, a la presidencia de la república a finales de 1880 lo motiva para volver a suelo mexicano no sin antes visitar Inglaterra donde además de continuar con su búsqueda de apoyo económico, buscará adeptos para poblar la comunidad. Allá publica un texto con este último objetivo que tituló Dream of an Ideal City en el que decía "en la colonia socialista de Topolobampo, todos tendrán asegurado lo porvenir, y la diaria preocupación individual por la vida se transformará en preocupación por el mejoramiento colectivo, por el desarrollo de la ciencia y el arte [19]".

Este acercamiento que K. Owen tuvo con el sector militar norteamericano en busca de apoyo para su sueño han llevado a autores como Mario Gill a calificarlo como un agente del imperialismo estadounidense [20]. La afirmación es inexacta. Si bien, como hemos referido, sus aspiraciones fueron instrumentalizadas por la doctrina de penetración pacífica, debemos recordar que en esta época el capitalismo está a punto de llegar a la fase imperialista, pero aún no ha llegado a ella como tal. El imperialismo se caracteriza por la escalada en las tensiones entre potencias debido a una nueva repartición del mundo, así como por el surgimiento de los monopolios capitalistas internacionales. Sobre ello, Lenin planteó:

"El imperialismo surgió como el desarrollo y la continuación directa de las características fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se convirtió en imperialismo capitalista solo al alcanzar un grado muy definido y muy alto de su desarrollo, cuando algunas de sus características fundamentales comenzaron a convertirse en sus contrarios, cuando tomaron cuerpo y se manifestaron en todos los rasgos de la época de transición del capitalismo a un sistema económico y social más elevado. Lo fundamental de este proceso, desde el punto de vista económico, es el desplazamiento de la libre competencia capitalista por los monopolios capitalistas… los monopolios, que surgieron de la libre competencia, no la eliminan, sino que existen por encima de ella, engendrando así contradicciones, fricciones y conflictos muy agudos e intensos… Si fuera necesario dar la más breve definición posible del imperialismo, deberíamos decir que este es la etapa monopolista del capitalismo". [21]

A esta definición, Trotsky agregará que el imperialismo es la dominación de la economía y la política mundiales dirigidas por el capital financiero [22] [23]. Obviamente en la época a la que nos referimos aquí —y desde tiempos remotos— las rutas comerciales ya eran muy importantes; sin embargo, es al menos difícil afirmar que Topolobampo o el ferrocarril Greater Southern —cuya construcción fue propuesta por K. Owen, de lo cual hablamos en el artículo anterior— eran imperialistas, pues surgen en una época en la que Estados Unidos aún no es una potencia de ese tipo, aunque hay que reconocer, que ambos buscaban atender las necesidades del capitalismo en lo referente a la circulación de mercancías entre el oriente y occidente de Norteamérica.

Antes de la fase imperialista del capitalismo, podría decirse que este tuvo un período de desarrollo estable a nivel mundial que abarcó las tres últimas décadas del siglo XIX; sin embargo, no debe dejar de mencionarse que éstas son las décadas en que ya se empieza a configurar el imperialismo. Donde surgen sus bases. Y eso es justamente lo que, por ejemplo, alimenta un reimpulso de las políticas colonialistas sobre África y Asia; proceso de configuración que concluye a inicios del siglo XX con el apogeo propiamente del imperialismo y los conflictos bélicos que de él surgieron, como la guerra ruso-japonesa de 1904.

No puede tacharse a Kimsey y sus seguidores de imperialistas, pero sí podríamos decir que su proyecto fue instrumentalizado por el gobierno de Estados Unidos, el cual ya había iniciado una política exterior expansionista e injerencista.

Ahora bien, volviendo a la aventura de Kimsey: en 1881 regresa a México, donde la amistad que había cultivado con González rindió sus frutos y logra que le otorgue la concesión para construir una vía férrea de Topolobampo a Texas, que cruzaría la Sierra Madre Occidental [24]. La ruta se contempló en 3220 kilómetros y el subsidio para su edificación fue de 16 millones de dólares. La Texas, Topolobampo & Pacific Railroad and Telegraph Company, en la cual Owen sería ingeniero en jefe, iba a ser la encargada de la obra. En ese año consiguió, también, la tan anhelada concesión para la construcción del puerto de Topolobampo, que sería el embrión de la ciudad modelo [25].

A la izquierda uno de los planos del proyecto de ciudad donde se le nombra “González City”, el cual data de 1882. A la derecha otro plano donde se le nombra “Carman City”, de fecha desconocida. Ambos están incluidos en la obra de Mario Gill La conquista del Valle del Fuerte (2003), Siglo XXI Editores.
A la izquierda uno de los planos del proyecto de ciudad donde se le nombra “González City”, el cual data de 1882. A la derecha otro plano donde se le nombra “Carman City”, de fecha desconocida. Ambos están incluidos en la obra de Mario Gill La conquista del Valle del Fuerte (2003), Siglo XXI Editores.

Albert puso manos a la obra en la construcción del ferrocarril, mientras seguía escribiendo a sus camaradas en EE. UU., particularmente al matrimonio Howland con quienes desde 1884 comenzó a idear una campaña de reclutamiento para la colonización de la tierra prometida. La vida económica de la comunidad estaría regulada por la Credit Foncier Company, que era una entidad bancaria de la comuna, bajo la cual se asociarían sus habitantes y cuyo reglamento estipulaba que:

"Para garantizar el trabajo y sus productos, los socios recibirían bonos o certificados de participación, y como con ellos podrían adquirir mercancías, la circulación de moneda sería innecesaria, por lo menos en las relaciones de la vida comunitaria. Todo individuo estaba obligado a tener su casa, cuya propiedad sería inalienable, pues se prohibía hipotecarla o cederse. El agua, buques, ferrocarriles y todo lo de interés común pertenecerían al Credit Foncier… [26]".

El gobierno de Sinaloa, encabezado por el general Francisco Cañedo en aquella época —amigo personal de Porfirio Díaz, a quien apoyó en la región pronunciándose a favor del Plan de Tuxtepec en 1876 y a quien este nombró gobernador tras el triunfo de la Revuelta de 1877— fue demasiado benévolo con el proyecto, facilitando las tierras y los trámites necesarios. Asimismo, los caciques liberales porfiristas de la región de El Fuerte, como Francisco Orrantia y Blas Ibarra, apoyaron el proyecto económicamente, pues vieron que esta iniciativa podría traer infraestructura y desarrollo económico, que beneficiaría, sobre todo, a ellos como incipiente burguesía agraria y minera.

En Sinaloa "Los métodos feudales de explotación de la tierra y del hombre en la cuenca del Fuerte no se diferenciaban en lo fundamental de los empleados por los caciques en cualesquiera otra región de México [27]. Para ganarse la vida la mayor parte de la población trabajaba como peones en haciendas; sin embargo, hay que decir que durante estos años:

"las haciendas agro-ganaderas en el norte de Sinaloa modificaron su dinámica tradicional como unidades productivas para transformarse paulatinamente en ingenios azucareros. Este escenario de cambio social detonó procesos de migración interna, temporal y permanente, de indígenas y mestizos hacía la parte baja del distrito de El Fuerte en busca de trabajo, principalmente hacia el valle y la franja costera. [28]".

Arrieros en la hacienda azucarera La Florida. Fuente: El Porfiriato En El Fuerte, Sinaloa: Vida Cotidiana, Trabajo Y Cambio Social. Pedro Cázares Aboytes (2016)
Arrieros en la hacienda azucarera La Florida. Fuente: El Porfiriato En El Fuerte, Sinaloa: Vida Cotidiana, Trabajo Y Cambio Social. Pedro Cázares Aboytes (2016) https://acortar.link/nPAqFm

El historiador Mario Gill hace una observación interesante sobre los caciques de Sinaloa y su relación con los socialistas utópicos que, después de K. Owen y el primer grupo de ingenieros, fueron llegando para 1886 al entonces distrito de El Fuerte:

"… casi todos ellos provenían del liberalismo del último tercio del siglo XIX; compañeros en armas o correligionarios de Porfirio Díaz cuando éste sostenía todavía los principios liberales; al “estallar” la paz porfiriana abandonaron la política para entregarse, con entusiasmo, a disfrutar el botín tuxpecano; intentar nuevas formas de explotación de la tierra industrializando el cultivo de la caña de azúcar a través de trapiches y pequeños ingenios… Estos caciques de espíritu liberal fueron los primeros aliados de los socialistas norteamericanos que se instalaron en el valle… su conciencia liberal los llevaba a participar en planes audaces en los planes audaces del industrial yanqui pero, al mismo tiempo, sus intereses fincados en el sistema feudal de explotación los impulsaban a combatirlo [29]".

Los caciques tendrían una posición ambivalente hacia lxs que serán lxs comunerxs de Topo; aprovechaban las innovaciones tecnológicas que estos traían a la región y, sobre todo, las que tenían que ver con la irrigación de tierras; sin embargo, obviamente no veían con buenos ojos sus ideas igualitarias. Más delante, una vez que comienzan a darse cismas internos entre integrantes de Topo que empezaban a asumir tendencias capitalistas y los que aún se mantendrían firmes en el ideario socialista, los caciques locales apoyarán a los primeros, acogiendo con simpatía a un personaje de nombre Benjamin Francis Johnston, quien se convertirá para inicios del siglo XX en el gran magnate azucarero de la región, venciendo a sus otrora aliados caciquiles locales uno a uno.

Mientras todo esto ocurría, el matrimonio Howland llevaba a cabo una labor audaz y constante de difusión del proyecto en distintas regiones de EE. UU., estableciendo contactos en el ámbito periodístico y, para junio de 1885, publicando el periódico Credit Foncier of Sinaloa [30], órgano de propaganda de la comuna socialista. Aunado a esto, hay que recordar que el mismo Kimsey, en sus distintos viajes a tierras yanquis, llevaba a cabo conferencias donde exponía sus planes e invitaba a las personas a prepararse para el momento en que fuera factible el inicio de la ciudad prometida. Había gente esperando el llamado. Es importante mencionar esto para dar cuenta del estado de expectación que había en personas de distintas partes de Estados Unidos para con el proyecto y del espíritu del que eran parte. En sus conferencias, Kimsey decía, que:

"Hace mucho tiempo que los Estados Unidos han dejado de ser una república; su constitución desde el primero hasta el último artículo ha sido interpretada y explicada para hacerla servir a la opresión y a la esclavitud del pueblo; su bandera es una mentira porque a su sombra no vive un pueblo libre y valiente [31]".

Es así como para 1886 el Credit Foncier of Sinaloa ya llevaba algún tiempo comunicando que las tierras y la concesión para la edificación de la ciudad habían sido adquiridas. Quienes recibieron la noticia infirieron que ya había las condiciones para habitar la tierra prometida y abandonar las miserias económicas y morales del capitalismo. La gente que emprendería esta épica aventura hacia la costa del noroeste de Sinaloa vendió muchas de las propiedades que tenía para costear el viaje. Como bien señalan los historiadores Alejandro García y Ernesto Guerra, "el posterior habitante de Pacific City tenía en la sombra de su pasado los hechos vividos bajo las condiciones de vida de un capitalismo desvinculado de todo valor que no fuese el éxito económico –como sucede hoy mismo bajo el llamado neoliberalismo–" [32].

El primer grupo que partió hacia Topo lo hizo desde San Francisco, California a finales de octubre y estuvo compuesto por veintiséis personas. Viajaron en el barco estadounidense Newbwern capitaneado por Homer S. Middlestadt [33] quien desconocía el lugar de destino —hay que recordar que para ese momento eran pocos los mapas donde la bahía en cuestión aparecía— por lo que tuvieron que llegar primero a Mazatlán, desde donde el cónsul Carman contrató al velero mexicano, Briza, para que este los guiara hasta el lugar correcto. Llegaron a la tierra prometida el 10 de noviembre; sin embargo, la fecha oficial de la fundación de Topolobampo es el 17 de noviembre de 1886. Otros grupos viajaron por tierra desde otras regiones atravesando todo tipo de peligros. Los pioneros de la comuna socialista utópica fueron ciento setenta y siete. Hasta 1895 sumarán mil doscientos [34]. Para ser más exactos habría que decir la comuna se fue nutriendo poblacionalmente con oleadas de personas que iban llegando de varias partes del mundo. No solo hubo estadounidenses; hubo ingleses, alemanes, rusos y polacos [35].

Imagen que data de 1890 de una de las tantas llegadas de colonos a Topo. Fuente: Verónica Velásquez (2012). Lugar de Maravillas. Arqueología en Pacific City. Editorial Axial.
Imagen que data de 1890 de una de las tantas llegadas de colonos a Topo. Fuente: Verónica Velásquez (2012). Lugar de Maravillas. Arqueología en Pacific City. Editorial Axial.

La llegada sorprendió a Owen, quien no tenía listas las condiciones para dar albergue a más de cien personas. Se dice que él trató incluso de evitar que más gente emprendiera el viaje hasta no tener mejores condiciones en la comuna. No lo logró. Seguían llegando personas con la idea de dejar atrás:

"el capitalismo, el individualismo, la libre competencia y la inseguridad. Adelante los esperaba un mundo nuevo, sin amos, sin explotadores, donde todos, fuertes y débiles, fraternalmente, podrían vivir en paz y en libertad. Owen tuvo que rendirse y ponerse al frente de su gente para conducirla al paraíso que les había prometido [36]".

Rápidamente tienen que poner manos a la obra para construir casas y espacios de esparcimiento, así como instrumentos de caza, pesca y agricultura. También establecen acuerdos de convivencia. En esto último llama la atención que autores como Velásquez, Ortega, Gill y Robertson [37] coinciden en que K. Owen comenzó a actuar de forma mesiánica, imponiendo sus ideas morales, donde lo prohibido y lo permitido fue trazado con base en las categorías de “puro” e “impuro” propuestas por el líder.

Estas dinámicas antidemocráticas, que están totalmente alejadas de uno de los pilares del socialismo, el cual es la organización de la sociedad a través de órganos de autoorganización y democracia directa y horizontal, mermarán más adelante en el ánimo de las personas que habitarán Topolobampo y, posteriormente, La Logia, de la cual hablaremos en la próxima y última entrega, la cual puedes leer aquí.


VER TODOS LOS ARTÍCULOS DE ESTA EDICIÓN
NOTAS AL PIE

[1Sobre esto véase https://acortar.link/C6IFNK

[3Ortega, S. (2003) La colonización de Topolobampo. El edén subvertido, p. 48, Siglo XXI editores.

[4Marx, K. & Engels, F. (1980). Del socialismo utópico al socialismo científico. Recopilación sobre el comunismo científico, p. 3, Ed. Progreso.

[5Robertson, T. (2003). Utopía en Sinaloa, p. 48, Siglo XXI Editores.

[6Véanse los documentos adjuntos en la recopilación de Obras de Albert K. Owen (2003), p. 100, Siglo XXI Editores.

[7Gill, M. (2003). La Conquista del Valle del Fuerte, p. 41, Siglo XXI Editores.

[8Iribarne, M. (2020). Utopian Dreams in the New World and for the New Woman: HISPANIA NOVA. Primera Revista de Historia Contemporánea on-Line En Castellano. Segunda Época, 18, Article 18. https://doi.org/10.20318/hn.2020.5112

[9Marx, K. & Engels, F. (1980). Del socialismo utópico al socialismo científico. Recopilación sobre el comunismo científico, p. 7, Ed. Progreso.

[10Ibid, p 4.

[11Marx, K. & Engels, F. (1980). Manifiesto del Partido Comunista. Recopilación sobre el comunismo científico, p. 14, Ed. Progreso.

[12Marx, K. & Engels, F. (1980). Del socialismo utópico al socialismo científico. Recopilación sobre el comunismo científico, p. 8, Ed. Progreso.

[13Marx, K. & Engels, F. (1980). El indiferentismo político. Recopilación sobre el comunismo científico, p. 13, Ed. Progreso.

[14Lenin, I. (2019). El Estado y la Revolución, p. 33, Ediciones IPS.

[15Ibid, p. 21.

[16Trotsky, L. (2017), El programa de transición y la fundación de la Cuarta Internacional, p. 46 Ediciones IPS.

[17Ortega, S. (2003), La colonización de Topolobampo. El edén subvertido, p. 17, Siglo XXI Editores.

[18Robertson, T. (2003). Utopía en Sinaloa, p. 53, Siglo XXI Editores.

[19A. K. Owen en Valadés, J. C. (1939). Topolobampo, La Metropoli Socialista De Occidente. p. 379. El Trimestre Económico, pp. 6, 349-398. https://www.jstor.org/stable/20854331

[20Gill, M. (1955), Los Mochis. Fruto de un sueño imperialista, p. 306, Revista de Historia Mexicana del Colegio de México, pp. 303-320, https://acortar.link/uGU4vU

[21Lenin, V. (2013). El imperialismo, etapa superior del capitalismo. Obras Selectas tomo I (1898-1916). Ediciones IPS, pp. 544-545

[22Trotsky, L. (2017) El programa de Transición y la fundación de la IV internacional, p. 53, Ediciones IPS.

[23Trotsky, L. (2012) Stalin el gran organizador de derrotas, p. 83, Ediciones IPS.

[24“El primer tramo ferroviario constituido en México, de once kilómetros de longitud, se inauguró en 1850 y comunicó el puerto de Veracruz con el Molino, en las cercanías del río San Juan.” Márquez Martínez, T. (2005), Los archivos de Ferrocarriles Nacionales de México. América Latina en la historia económica, pp. 23, 119-130, https://acortar.link/or3rBR

[25“Cinco nombres aplicados al puerto de Topolobampo, marcan cinco etapas en la lucha emprendida por Albert K. Owen para tratar de hacer realidad sus sueños y proyectos”. Para ver el desarrollo de esta idea, consúltese: García García, A. & Guerra García, E. (2020), Owen en Topolobampo, México: interculturalismo, contexto y experiencia, p. 92, Ediciones del Lirio. Editorial UAIM & Editorial UANL. https://acortar.link/Nb4goZ

[26Nakayama en García García, A. & Guerra García, E. (2020). Owen en Topolobampo, México: interculturalismo, contexto y experiencia, p. 134, Ediciones del Lirio. Editorial UAIM & Editorial UANL. https://acortar.link/Nb4goZ

[27Gill, M. (2003)". La Conquista del Valle del Fuerte, p. 24, Siglo XXI Editores.

[28Cázarez, P. (2016, febrero 26), El Porfiriato En El Fuerte, Sinaloa: Vida Cotidiana, Trabajo Y Cambio Social. El Porfiriato En El Fuerte, Sinaloa. https://arenasuas.blogspot.com/2016/02/el-porfiriato-en-el-fuerte-sinaloa-vida.html

[29Gill, M. (2003). La Conquista del Valle del Fuerte, p. 26, Siglo XXI Editores.

[30García García, A. & Guerra García, E. (2020), Owen en Topolobampo, México: interculturalismo, contexto y experiencia, p. 63, Ediciones del Lirio. Editorial UAIM & Editorial UANL. https://acortar.link/Nb4goZ

[31En Gill, M. (2003). La Conquista del Valle del Fuerte, p. 49, Siglo XXI Editores.

[32García García, A. & Guerra García, E. (2020), Owen en Topolobampo, México: interculturalismo, contexto y experiencia, p. 43, Ediciones del Lirio. Editorial UAIM & Editorial UANL. https://acortar.link/Nb4goZ

[33Ibid, p. 43.

[34Ibid, p. 44.

[35Ibid, p. 44.

[36Gill, M. (2003). La Conquista del Valle del Fuerte, p. 53, Siglo XXI Editores.

[37Velásquez, V. (2012). Lugar de maravillas. Arqueología de Pacific City. Editorial Axial; Ortega, S. (2003) La colonización de Topolobampo. El edén subvertido. Siglo XXI editores; Gill, M. (2003). La Conquista del Valle del Fuerte. Siglo XXI Editores; Robertson, T. (2003). Utopía en Sinaloa. Siglo XXI Editores.
COMENTARIOS
CATEGORÍAS

[Teoría // Ideología]   /   [Sinaloa]   /   [Ideas de Izquierda]   /   [Historia]

Norberto Soto Sánchez

Sinaloa - Ciudad de México / @norberto_ss666