Se conoció un trabajo del Tribunal Superior de Justicia que da cuenta de la extensión de las torturas en las comisarías, cárceles y espacios públicos de Córdoba. Reina la impunidad, se imputó a 169 efectivos, pero sólo se condenó a 16, aunque sólo 4 tuvieron prisión efectiva.
Lunes 28 de septiembre de 2020 19:54
Foto de uno de los famosos corralitos que realizaba la policía de Córdoba luego de sus razzias en las barriadas populares de la capital.
El trabajo publicado en la página web del poder judicial, y que fuera dado a conocer en la edición de este domingo por el diario Perfil, da cuenta de una brutal realidad que se vive en las comisarías, cárceles e incluso espacios públicos de nuestra provincia. La existencia de torturas por parte de efectivos policiales y guardia cárceles. Se trata de una investigación del Centro de Estudios y Proyectos Judiciales y versa sobre las causas que ingresaron a la justicia de la provincia de Córdoba entre enero de 2013 y diciembre de 2019. Los autores son el Abogado Ricardo Franco y el Licenciado Sebastián Carbone.
El trabajo abarca el periodo 2013-2019 y da cuenta de 65 casos que fueron investigados por el Ministerio Público Fiscal. Los casos que no superaron la fase de sumarios no pudieron ser investigados por los autores del informe. Las victimas de esos 65 casos fueron un total de 84, la mitad de ellos jóvenes, varones de menos de 29 años, incluyendo 26 menores de edad, lo cual habla de un ensañamiento particular contra la juventud. La cantidad de imputados por estos casos fueron 169 es decir que en la mayoría de los casos no fue el accionar particular de un efectivo si no que implicó la participación activa o de encubrimiento de más agentes. Hubo casos en que la cantidad de policías en las torturas llegó a nueve. También se da cuenta de la participación de comisarios y de oficiales a cargo de precintos.
La lectura de los testimonios que recoge el informe es estremecedora, se habla de uso de picanas, golpes de puño, gas pimienta, simulacros de fusilamientos, patadas. Hay incluso un especial ensañamiento con un joven sordomudo. También mediante la tortura buscaban que dieran testimonios para incriminar a otras personas. La policía de Córdoba parece tener una enorme nostalgia de las patotas del D-2 que durante la dictadura militar asolaron a nuestra provincia.
Los hechos sucedieron mayormente en espacios públicos y comisarias. Pero hubo también casos en el penal de Bouwer, el Complejo para menores La Esperanza, patrulleros, viviendas de las victimas e incluso dos casos en hospitales. Un tercio de los casos se produjo en la capital cordobesa.
A los casos de gatillo fácil, abuso policial, desalojos violentos como el de Juárez Celman o represión de las protestas sociales y de trabajadores, entre otras joyitas, se suma la certeza de la práctica de torturas, algo muchas veces denunciado y que con la publicación del informe quedaron sistematizados. La impunidad con la que cuenta la policía es enorme. Cómo señalábamos más arriba, sólo 16 policías fueron condenados, en tanto 20 fueron sobreseídos o absueltos. A otros cinco se les archivo la causa sin condena.
Otra de las particularidades de las que dan cuenta los investigadores y denota la impunidad con la que se mueven las fuerzas represivas de Córdoba, es que las condenas "contienen penas que resultan a simple vista más cercanas a los mínimos que a los máximos establecidos, pese a sumarse -en la generalidad de los casos- el concurso con otros tipos delictivos que fueron valorados al momento de la fijación de las mismas". La condena máxima de los casos que lo tuvieron fue de 4 años y medio de prisión efectiva, y el 75% de las mismas fue de ejecución condicional.
Esto quiere decir que tenemos 169 imputados, 16 condenados, pero sólo 4 policías con condena de prisión efectiva.
No es de extrañar que algunos de los 128 policías que aún tienen sus causas en etapa de investigación, se encuentren en las calles armados, como paso con los asesinos de Blas Correas, que a pesar de tener causas pendientes seguían revistando en la fuerza. Muchas de estas prácticas fueron denunciadas el pasado 2 de septiembre en el Concejo Deliberante de la capital a instancias de la banca del Frente de Izquierda y realizada en común con victimas y familiares de victimas de distintos casos de abuso policial.
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Las responsabilidades políticas son claras, y caben al Gobernador Juan Schiaretti en primer lugar, así como a los distintos ministros y jefes policiales que toleraron estas prácticas. La responsabilidad también es de la justicia provincial, quién esta digitada abiertamente desde el Poder Ejecutivo.
Para el control de la pandemia, desde el gobierno provincial intentaron hacer de la represión policial una política de Estado. La juventud cordobesa junto a distintas organizaciones sociales y políticas denunció estos casos mediante acciones como las Marchas de la Gorra o contra el Gatillo Fácil, las campañas para expulsar a la policía de la Universidad de Córdoba, contra el Código de Faltas o la puesta en pie de Coordinadoras de familiares y amigos de víctimas.
En tanto, este sábado desde el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos se realizará un encuentro nacional vía Zoom que tomará entre otras peleas la necesidad de organizarse para terminar con los abusos policiales.
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A partir de la lectura de los expedientes, los investigadores dan cuenta de algunas de estas prácticas. Reproducimos algunos de ellos para que los lectores de La Izquierda Diario tomen cuenta de la magnitud de los hechos denunciados.
El informe completo puede verse en esta página
- Ingresó en calidad de detenido a la alcaidía, al día siguiente lo condujeron junto a sus compañeros de celda hacia el patio, los pusieron mirando la pared, preguntaron a viva vos por un apellido, el suyo. Levantó la mano. Sin mediar palabra lo hicieron arrodillar al lado de una alcantarilla en el centro del patio. Entre tres oficiales comenzaron a efectuarle diferentes golpes, por todo el cuerpo, sin parar. Le pegaban con palos en la cabeza, también le aplicaban electricidad con una picana. Insoportable dolor. En tres oportunidades se desvaneció, en una de ellas uno de los oficiales se paró con los dos pies sobre su cabeza, a la vez que los otros dos continuaban pegándole. “Esto les pasa a maricones como vos…” le decían. El Comisario estuvo presente, todo el tiempo.