Publicamos testimonios de los durísimos momentos para el personal de salud, del cual un 70% son mujeres sobre quienes, además, recae la doble jornada del trabajo doméstico y el cuidado de sus familias. Pero al igual que en el estallido social se organizan en la primera línea para superar la sobrecarga laboral, la angustia y enfrentar las políticas del gobierno, al que responsabilizan de la grave crisis sanitaria.
Agrupación "Abran Paso" Agrupación de trabajadoras y trabajadores de la salud
Lunes 22 de junio de 2020
Foto : Andrés Pérez
La crisis sanitaria puso en el centro lo crucial que es el trabajo relacionado con el cuidado y la reproducción de la vida humana. Nos educaron para pensar que lo que hacían nuestras madres y abuelas, en casa, no era trabajo pues eran labores que no producían las riquezas que acumulan en sus bolsillos los capitalistas.
Al ser labores que se asumen como naturales para las mujeres, como educar, sanar, cuidar, alimentar; estas mismas labores extendidas en el campo social, es decir, el trabajo en colegios, casinos, cadenas de abastecimiento y, obviamente, en los hospitales, están absolutamente subvaloradas. Son trabajos precarios y muy mal pagados.
Hoy todos los pueblos del mundo y nuestras explotadas vidas están en las manos de quienes sostienen cada labor los hospitales; la mayoría de las veces sin siquiera insumos, ni EPP’s (Elementos de Protección Personal). Una primera línea contra la pandemia feminizada en un 70%, hoy triplemente golpeada pues, aparte de los agobiantes turnos, que por contingencia son de 24 horas sin descanso, la sobrecarga de labores de la misma índole pero en sus propias casas y de manera impuesta y no remuneradas, hoy deben cargar con cuadros emocionales muy duros que están deteriorando su salud mental: miedo al contagio, ver fallecer a pacientes y a sus propios colegas, contener a los pacientes contagiados que no saben si lograrán salir con vida de las salas hospitalarias que recorren cada turno.
Para el gobierno la indolencia es la fórmula, todo reducido a cifras: pacientes que mueren y turnos que cubrir en los hospitales. Sin embargo, hay voces que persisten en ser oídas. Trabajadores y, principalmente, trabajadoras que a través de distintas formas denuncian su situación y se ubican, nuevamente, en la primera línea, pero esta vez contra el inhumano proceder del gobierno y sus déspotas subordinados a cargo de dirigir los hospitales públicos que colapsan.
Esa es la impresión que proyectan las aguerridas trabajadoras del hospital San José que abalanzándose sobre un siniestro y escoltado ministro de salud, quedaron grabadas en la retina del pueblo chileno junto a su certera pancarta que decía “Dignidad en la vida y en la muerte”, una frase que recoge el dolor de un pueblo y lo transforma en lema por el cual luchar.
Es la misma impresión que le dejaron al mundo las enfermeras Italianas que lograron levantar a su pueblo y sacudir los cómodos asientos de dirigentes de las grandes agrupaciones sindicales que guardaban silencio ante el fracaso de las estrategias sanitarias de su respectivo gobierno, logrando imponer una huelga general; o las trabajadoras sanitarias de Francia que no le tuvieron miedo a los balines de goma y los gases lacrimógenos. Todas esas voces de resistencia son la esperanza para vencer la pandemia y la deshumanizada política de los gobiernos capitalistas en Chile y el mundo.
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Estas son sus voces, desde La Izquierda Diario queremos abrir un espacio para que compartan al lector cómo viven ellas esta crisis humanitaria.
Trabajadoras del Hospital Barros Luco Trudeau y Hospital Sótero del Río nos comentaron la difícil situación a la cual se ven enfrentadas cada día “Vivo desde cerca todo este maldito proceso, con amigos cansados física y emocionalmente, el otro día me encontré con una amiga de medicina, quienes trabajan con puros pacientes covid, iba saliente de 24 y me dice que estaba súper cansada que llegaba todos los saliente de turno a llorar a su casa con un miedo y angustia incontrolable, ella contaba esto con lágrimas en sus ojos, diciendo también que en la pura noche hubo 6 fallecidos y tuvo que bajar las 6 veces a la morgue”.
Otra trabajadora nos menciona “Me tocó ir a transfundir a un paciente covid y no pude dejar de decirle que tenía que tirar para arriba que tuviera fuerza que ya todo estaría bien. Luego piensas y dices ¿y si respiré algún bicho cuando le hablaba? Entró en contradicción, me pregunto para qué le hablé, pero es inevitable yo no puedo ser tan indolente. Se viene a mi mente mi hijo y mi madre, es todo un caos y una responsabilidad que cae sobre mis hombros a veces dan ganas de tirar la esponja, pero amo mi pega y seguiré hasta que ya no pueda más”.
El temor a contagiar a la familia es uno de los principales miedos, pues las trabajadoras viven en carne propia el colapso del sistema de salud pública y muchas de ellas, además, son responsables de sus hogares. “Llegas como con susto a tu casa. La rutina es bañarse, sacarse el bicho y después seguir funcionando en la casa. Yo al menos puedo dormir, pero tengo colegas que tienen hijos chicos y llegan a seguir trabajando, luego de un turno de 24hrs, ves cómo pasan y pasan los días, tienen ganas de hacer cosas pero no puedes porque no te da el cuero", nos comenta otra trabajadora.
“Cada vez que voy a turno llegó a mi casa agotadísima muchas veces por la cantidad de pega y otras, simplemente, por todo lo que me toca ver, cómo la vida de la gente se va y no podemos hacer más”.
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Ante la importancia de lo que viven las y los trabajadores, desde la dirección del hospital Barros Luco han establecido un número de teléfono para llamadas y contención, un número que está siempre colapsado. Las funcionarias nos comentaron que fue una psicóloga a un turno, pero fue a mirar la situación y nada más, totalmente insuficiente para lo que están viviendo.
Por otra parte, trabajadores denuncian que las y los jefes no viven en carne propia la realidad de la primera línea.
Una trabajadora nos describe así el clima laboral: “¿Cómo vivo la pandemia? Me gustaría contarte del lado humano que vivimos muchas personas en el aspecto laboral. Tener más miedo a la jefatura que a la misma pandemia,ya es algo ilógico, fuera de lo racional; pues bien, es la realidad que estamos viviendo, tener miedo de presentarse y pedir que le hagan el famoso PCR y escuchar la respuesta de la jefa irónica, inhumana, culpándonos por el contagio, se ha vuelto común acá; tener miedo a las represalias, de ser mal calificadas, de ser tildados de irresponsables, flojos (por tomarse la cuarentena), de ser ignoradas, al punto de no mirarnos, menos saludarnos y para qué decir "un cómo están", sin un atisbo de empatía, humanidad. La displicencia, la apatía para con los técnicos y auxiliares de parte de la jefatura es desbordante, triste. Irse a la casa apesadumbrada por los reproches y la cero visibilidad a nuestro trabajo (el cual amo) y buscar un momento donde llorar de impotencia, hacen que el desánimo y cansancio sean aún mayor”.
Ante estas situaciones trabajadoras y trabajadores han fortalecido la solidaridad de clase entre ellas y ellos, buscando mucho apoyo entre sus colegas.
"Son tantos los sentimientos, se siente como si fuera una pesadilla llegas a un turno vienen unos, bajan otros; cada uno más grave que el anterior, todos llegan de espalda, tenemos que darlos vuelta, cambiarlos, es una pega gigantesca y muy triste", nos comenta una funcionaria de la UTI, agrega además: “estamos acostumbradas a trabajar contra reloj, siempre ha sido mucho pega, pero aquí tú llegas y todo el rato a trabajar, con suerte sales a colación, hay que pasarla no más.
La respuesta entre las y los colegas ha sido mucha solidaridad: nos preguntamos mucho cómo estamos, cómo está la familia, ahí vamos andando, mano a mano, para no sentirnos solas y solos”.
Del mismo modo la FENATS (Federación Nacional de Trabajadores de la Salud) del Hospital Barros Luco Truedau, están impulsando hace varias semanas un Comité de Salud y Seguridad, en el cual participan pobladoras y pobladores, estudiantes, docentes, trabajadores de la salud de distintos hospitales y trabajadores de otros rubros para organizarse y enfrentar esta situación, que también está atravesada por la desocupación, hambre, cesantía y precarización, que agudizan la angustia en los hogares de la clase trabajadora.
Frente a ese escenario aseguran que este espacio de coordinación sirve para compartir experiencias, las preocupaciones que de forma individual no se pueden resolver, pero que organizados se puede trabajar en conseguir la fuerza para dar respuestas estructurales a un país que antes de la pandemia, se alzó en el estallido social, bajo consignas como "hasta que valga la pena vivir" y miles de trabajadores de la salud estuvieron en la primera línea.
En ese sentido, el dirigente de la Fenats Barros Luco, Raúl Muñoz, señaló que "en este contexto, con un gobierno criminal, que ha escondido cifras de las muertes y está ahorrando con las vidas de las y los trabajadores de la salud, sin responder a la doble carga que viven las compañeras o la violencia doméstica, pero a todas ellas les decimos que no están solas, como tampoco lo estamos los trabajadores, necesitamos organizarnos para exigir una triplicación del presupuesto en salud, la unificación y nacionalización del sistema sanitario para garantizar infraestructura, camas, ventiladores, insumos de calidad para trabajadores de la salud y, desde ya, el cese de todos los trabajadores no esenciales para detener la propagación del virus en los lugares de trabajo, con salario garantizado, para que esta crisis no la pague la clase trabajadora y el pueblo, sino que los grandes empresarios".