La promesa de seguridad social del gobierno de la 4T para las trabajadoras del hogar sigue sin cumplirse.
Lunes 3 de octubre de 2022
Luego de la pandemia, la precarización laboral se ha agudizado. Los nuevos empleos se han creado bajo la sombra de la negativa de derechos.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) señaló que en el segundo trimestre del 2022 el empleo informal superó en tres veces al empleo formal, alcanzando un 55.7% de la población empleada.
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En este marco, la ENOE señala que en agosto había 2 millones 47 mil 639 trabajadoras del hogar, por lo que actualmente hay 153 mil 983 trabajadoras más, según el Instituto de Geografía y Estadística (INEGI). La mayoría de las personas de este sector son mujeres, que representan el 91%. En el mercado laboral femenino general, 2 de cada 10 mujeres trabajan de manera remunerada en los hogares.
Alrededor del 97% de las trabajadoras del hogar se encuentra bajo la informalidad, la cual puede comenzar por alguna negativa de contrato y prestaciones. Al respecto, especial mención tiene la contratación mediante plataformas digitales, que dejan en incertidumbre a las trabajadoras, pues se colocan como supuestas intermediarias entre patrón y trabajadora. Es decir, se lleva a cabo una subcontratación en la que las trabajadoras padecen doblemente explotación, tanto por el patrón como por la plataforma, que cobra alguna cuota por ello. La relación con el empleador pasa a ser momentánea y pueden llegar a ser diversos empleadores, lo que da pie a la negativa de derechos y el incumplimiento de las obligaciones patronales.
Una contratación mediante las plataformas digitales que considera a las trabajadoras del hogar como independientes no garantiza las prestaciones que se derivan de la relación laboral, como es el caso de días de descanso, vacaciones, aguinaldo, seguridad social, acceso a la vivienda, entre otras.
Promesas que no llegan a cumplirse
La promesa de la 4T sobre la seguridad social para las trabajadoras no ha sido efectiva, pues en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) el programa piloto de registro de trabajadores del hogar apenas tiene 50,000 afiliados y por ahora solo permite el registro a personas físicas empleadoras.
Por otro lado, en cuanto a la iniciativa que prepara la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para regular el trabajo de aplicaciones, no se tomará en cuenta a este sector, a pesar de ser la misma dinámica de contratación, por lo que se les excluye de la certeza de una relación laboral que debe asumir la aplicación.
Por la defensa de los derechos humanos laborales
Con este panorama, no puede dejarse de lado que, a la negativa de derechos laborales que padecen las trabajadoras del hogar, se suman distintos tipos de violencia, pues en sus centros de trabajo pasan por maltrato, discriminación y acoso.
La precarización laboral constituye en sí misma un tipo de violencia económica contra las trabajadoras, puesto que estructuralmente se nos niega una serie de derechos para acceder a una vida y tratos dignos, como es el caso de atención médica y hospitalaria, descanso, recreación, estabilidad en el empleo, licencias de maternidad, entre otros.
¿Qué podemos hacer? A pesar de que en la Ley Federal del Trabajo se establecen claramente los derechos de las trabajadoras del hogar, la realidad es que no aplican, incluso se ratificó el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pero sin tener acceso a esos derechos. Lo que da cuenta de que la normatividad no es más que papel mojado.
Ante esta situación, lo que queda es la organización de las trabajadoras del hogar, por ello es necesario contar con un espacio para ello, de manera independiente al gobierno y partidos del régimen, en el que puedan discutir cuestiones como sus problemáticas cotidianas, laborales y sindicales -que permitan recuperar el sindicato y ponerlo al servicio de sus propias demandas-, así como políticas.
Desde la Agrupación de mujeres y diversidad sexual Pan y Rosas hemos seguido de cerca sus problemáticas, que son similares al resto de las trabajadoras de otros sectores y de estudiantes de familias de la clase trabajadora, quienes también padecemos precarización. Ante la necesidad de esta organización, las invitamos a conformar comités de trabajadoras para luchar juntas por plenos derechos laborales y derechos como mujeres, que impliquen por ejemplo poder decidir sobre nuestros propios cuerpos.
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