Sin comida y sin condiciones mínimas de higiene, más de treinta trabajadores rurales permanecen obligados a cumplir una cuarentena en condiciones indignas en Villa Mailín, provincia de Santiago del Estero. Los patrones se quedan con la cosecha, los gobiernos con los aplausos, pero todos se lavan las manos con la vida y la salud de los trabajadores.
Miércoles 22 de abril de 2020 16:04
Terminó la cosecha de aceitunas en una finca de San Juan y algunos de sus trabajadores fueron enviados de regreso a su pueblo de origen, Villa Mailín, en Santiago del Estero.
Son 21 trabajadores que viajaron desde el pueblito conocido como “La Bebida” en San Juan. Salieron el sábado 18 de abril, alrededor de las 23 horas, y llegaron a Villa Mailín –provincia de Santiago- el domingo a las 20 horas. El Municipio informó ayer que otros 11 trabajadores llegaron también a esta localidad desde la provincia de La Rioja.
Por la cuarentena que rige en todo el país, ellos no pueden regresar a sus hogares ni ver a sus familias hasta cumplir 14 días de aislamiento. Las autoridades del pueblo los llevaron al CIC (Centro Integral Comunitario). Allí, no hay condiciones mínimas de higiene, ni alimentos. Ellos tienen que pagar su propia comida con el poco dinero que tienen.
Serían más de treinta personas en total que se encuentran allí al día de hoy, de todas las edades: desde mayores de 50 años hasta jóvenes de 17 y 18. Todos amontonados en el CIC, durmiendo en colchones sobre el piso, como se ve en las fotos. Sólo ayer el comisionado de Villa Mailín, Javier González, llevó algunas camas, según cuentan las personas allí presentes que se han podido comunicar con sus familiares. González dijo que está haciendo “todo lo que está a su alcance”, aunque, según se supo, demoró algunos días en firmar la aceptación del traslado de los chicos.
Ellos están pagando la comida de su bolsillo, y recibiendo ayudas solidarias de gente que vive cerca del CIC. El gobierno municipal acercó un par de bolsones con alimentos, los chicos dicen que no alcanza para nada.
En diálogo con La Izquierda Diario, familiares y conocidos de los trabajadores dicen: “Cómo puede ser que haya bolsones con mercadería guardados en el municipio, y estos chicos están teniendo que pagarse la comida. Un sándwich de milanesa les sale 100 pesos. El comisionado les dijo a las familias de los chicos que les lleven comida y colchones. La mayoría de esas familias viven a 12 kilómetros de ahí, algunos tienen movilidad pero otros no.”
Vecinos del pueblo y allegados a los chicos comentaron: “Es vergonzoso escuchar al señor intendente pedir que los familiares de esta gente les alcance colchones, frazadas y comida. Y saber que en el lugar donde están no pueden ni siquiera higienizarse”. Hay mucha indignación y angustia, piden que alguien se haga cargo y les lleven comida suficiente, agua potable, abrigo y elementos de limpieza.
“Tienen un solo baño, sin luz. No pueden bañarse y duermen en el piso. Ahora llevaron algunas camas, pero falta comida –comentó otro familiar-. Llevaron dos bolsones para 20 personas. Hoy les llevaron un poco más de mercadería, pero no alcanza para nada. Hay corriente eléctrica en el lugar, pero el baño no tiene luz. No tienen elementos de limpieza. Pero sí tienen una custodia policial.
El gobierno de Santiago del Estero no ha dado ninguna respuesta hasta el momento. Tampoco hay respuestas desde el gobierno nacional.
Mientras millones de personas en todo el mundo viven la cuarentena en su propia casa y durmiendo en una cama, y hasta algunos pueden darse ciertos “lujos” como comer aceitunas o utilizar aceite de oliva (imposibles de comprar para la gran mayoría de los argentinos, por su alto precio) hay quienes no tienen ni la posibilidad de bañarse o lavarse las manos con jabón.
Es el caso de muchos trabajadores golondrina, esos que dejan sus hogares y sus raíces para ganarse la vida. Como las aves, están de paso: donde hay trabajo, ahí está su hogar mientras dura la temporada, pues es en el campo y la agricultura donde estos trabajadores temporales ponen sus esperanzas de ganarse el pan, a pesar de que reciben muy poca paga a cambio de mucho esfuerzo.
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Los patrones van a quedarse con la cosecha y sus ganancias. Los gobiernos, todos, se quedan con los aplausos por estar “gestionando la crisis sanitaria”. Pero ejemplos como este muestran que no están gestionando nada. Todos se lavan las manos “bien lavadas”, a ningún funcionario parece importarle la vida, ni la seguridad alimentaria, ni la salud de los trabajadores más pobres del campo argentino.
Que el gobierno nacional haga algo por estos chicos y adultos mayores de manera urgente.
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