A pesar de estar en el Siglo XXI, en la Argentina las condiciones laborales que prevalecen en el agro siguen siendo como en el siglo XIX. En un nuevo aniversario del Día del Peón Rural, el 8 de octubre, recordamos las severas condiciones en las que se trabaja en los campos de la Argentina actual.

Natalia Morales Diputada provincial PTS-FIT, Jujuy | @NatuchaMorales
Sábado 10 de octubre de 2015
Fotografía: Taringa
A 72 años de la sanción del Estatuto del Peón Rural y a pesar de estar en el Siglo XXI en la Argentina, las condiciones laborales que prevalecen en el agro siguen siendo como en el siglo XIX. Familias enteras son sometidas al trabajo de sol a sol y al trabajo a destajo para la cosecha de frutas, verduras y otros productos del agro, donde las mujeres, los niños y los inmigrantes son los que peor la padecen. También realizan diversas tareas de procesamiento y manufactura donde reinan las condiciones de precariedad laboral y ritmos intensos de trabajo.
Azúcar, tabaco, ajo, aceitunas, uva, limones, manzanas, arándanos, yerba, hortalizas, son actividades productivas donde miles de trabajadores rurales son explotados para enriquecer los bolsillos de grandes sectores empresariales del agro, como son los Blaquier en Ledesma, Agrocosecha de capitales belgas, las bodegas mendocinas como RPB (Grupo Baggio), Grupo Peñaflor o Fecovita, o yerbateros como Las Marias en Corrientes. Ellos facturan millones y venden sus productos para el mercado interno o de exportación a precio dólar mientras sus trabajadores están sometidos a condiciones de trabajo muchas veces vinculados a las redes de trata y explotación laboral extrema, como vinimos denunciando por ejemplo con los trabajadores golondrinas o el caso Daniel Solano
De los cientos de miles que son, se calculan que unos 350 mil son los “golondrinas”, quienes van migrando de provincia en provincia cumpliendo el calendario anual de cosecha. La mayoría de ellos no tienen ni el derecho a sindicalizarse, mientras tanto el dirigente de la UATRE Momo Venegas no ha convocado a realizar ninguna acción de lucha por revertir sus condiciones. Más bien este empresario sindical prioriza juntarse con empresarios del sector y vincularse políticamente con quienes han sido denunciados precisamente por avalar el trabajo clandestino en los talleres textiles y se destacan por sus políticas discriminatorias hacia los inmigrantes, como lo es Mauricio Macri.
El gobierno nacional y los provinciales poco han resuelto las problemáticas de estos trabajadores, salvo acciones cosméticas y de propaganda como fueron el accionar del AFIP en campos donde había condiciones extremas de explotación de familias enteras, o el RENATEA o a través del Monotributo Social Agropecuario donde sigue subsidiando al sector empresarial del agro garantizando los aportes sociales para los agricultores familiares que combinan trabajo estacional como peones con su propia producción familiar. Otro tanto para decir de los Convenios de Corresponsabilidad Gremial, que aparecen como un “premio” al patrón por reconocer a trabajadores temporarios o permanentes discontinuos, en el que mediante el pago de una “tarifa sustitutiva” de los aportes a la seguridad social en función de la producción cosechada termina legitimando el trabajo a destajo.
No existen estadísticas oficiales completas sobre el sector, pero es sabido que la informalidad laboral en el trabajo agrario alcanza valores altísimos, superiores al promedio nacional, y en algunas producciones como en la horticultura, la informalidad es superior al 80 %. El nuevo estatuto del peón rural no derogó al promovido durante la dictadura militar avalando así el trabajo discontinuo y a destajo. Demandas como la jornada de ocho horas de trabajo, estabilidad laboral, salarios acordes a la canasta familiar y condiciones laborales que respeten la salud y la integridad del trabajador siguen estando vigentes.