El fotógrafo noruego Jonas Bendiksen de la agencia Magnum Fotos, explora el mundo de los trabajadores contratados inmigrantes en el Golfo Árabe.
Mientras la zona se promociona como un centro de lujo para turistas y empresarios, cerca del 90% de la población de los Emiratos Árabes Unidos y Qatar está compuesta por trabajadores inmigrantes y eventuales, a los que jamás se le ofrecerá la nacionalidad. La mayoría viene de países como la India, Bangladesh, Filipinas o Nepal y enfrentan condiciones de vida y trabajo terribles. Muchos se endeudan en sus países para poder llegar a Medio Oriente en busca de nuevas oportunidades y luego les resulta muy difícil poder pagar esas deudas. Se despiden de sus familias, durante una década o a veces más abandonando sus hogares y a sus hijos para irse lejos, muy lejos, conseguir trabajo y poder regresar, en el mejor de los casos, con algo de dinero ahorrado. «Remesas», llaman los economistas a estas transferencias de los trabajadores a sus familias, enviadas casi al instante por los servicios de banca electrónica o entregadas en mano por mensajeros. Aunque individualmente son cantidades mínimas, las remesas agregadas constituyen un flujo de capital enorme hacia los países más pobres.
El reportaje fotográfico de Bendiksen retrata la dura vida de estos trabajadores y trabajadoras y la de sus familias. Ellos salen con el sol abrasador y regresan cuando cae la noche a los alojamientos colectivos, en las afueras de la ciudad, donde la mayoría tiene que vivir, hacinados y en condiciones terribles. De día cocinan para los ricos, cuidan a sus hijos, tienden sus camas, lavan su ropa, pulen el hielo de las pistas de hockey, levantan los rascacielos más altos del mundo, limpian las calles, atienden los centros comerciales más lujosos, hacen que este centro turístico para unos pocos funcione y todo a miles de kilómetros de sus hogares. El contraste es exagerado, como todo en Dubai.
Aquí compartimos, en 25 fotos, parte de este gran reportaje del fotógrafo de Magnum.
Alex, de Ghana, es conocido como el “Embajador de la pileta” en el hotel Ritz Carlton de 5 estrellas en Jumeirah. Todos los mediodías sirve jugos en la pileta del hotel vestido con un smoking y usando un sombrero de copa. Ha estado en Dubai por tres meses. Dubai, Emiratos Árabes Unidos, 2013. Jonas Bendiksen | Magnum Photos. Siempre tratando de romper nuevos récords ostentosos, la municipalidad de Dubai ha adquirido una flota de automóviles deportivos de lujo como vehículos de patrulla. Aquí, el comandante de la flota espera al trabajador contratado de Bangladesh a que termine de pulir el nuevo Lamborghini Aventador, antes de salir a patrullar. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2013. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Trabajadores de la construcción del sur de Asia son trasladados de regreso a sus alojamientos en los campos de trabajo de las afueras de la ciudad por el micro de la empresa. Los obreros suelen ir a trabajar a primera hora del amanecer y regresan con las últimas horas del día. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos En un viernes, el único día libre, los trabajadores de Bangladesh se afeitan y arreglan en un baño comunitario en el campo de trabajo de Sonapur. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Una docena de trabajadores migrantes de la India comparten una habitación, durmiendo en el piso sin colchones para ahorrar espacio y costos. Las condiciones de vida en los departamentos alquilados por los obreros contratados para trabajos temporales así como los campos de trabajo son, por lo general, muy malas. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Los viernes, el único día libre de la semana, los trabajadores contratados del sur de Asia juegan cricket fuera de sus alojamientos en cualquier espacio abierto que encuentran. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Un barrendero de Bangladesh camina por la playa Jumeira entre turistas rusos. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Trabajadores inmigrantes contratados de Nepal se reúnen como cada viernes al anochecer en cualquier espacio verde que encuentren como esta rotonda de Daha, Qatar, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Los hombres solteros superan en número por lejos a las mujeres en Dubái. La ciudad es un centro regional para la prostitución y el tráfico sexual. En esta foto los hombres locales del Emirato visitan “El Club Ruso”, donde bailan mujeres rusas y ucranianas. Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Trabajadores del sur de Asia se amontonan en las oficinas de Western Union para mandar dinero de regreso a sus hogares luego de un día de pago. Los trabajadores “exitosos” pueden mandar entre 50 y 150 dólares por mes, pero la mayoría no gana suficiente para poder ahorrar y enviar algo. Doha, Qatar, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Mujeres jóvenes entrenan en un aula para cuidar a niños y niñas en los estados del Golfo. En un curso de 3 semanas, aprenden habilidades como hacer la cama, poner la mesa, limpiar, pulir zapatos y cuidar bebés. Manila, Philipinas, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Karen Tanedo en su tercer y única visita de los últimos 7 años a su hogar en las Filipinas, acuesta a sus hijos la última noche antes de volver sola a Dubái. Además del mes en que Karen estuvo en su casa para dar a luz a su cuarto hijo, ésta fue la primera vez que tanto Karen como su esposo Roberto (también trabajador migrante) estuvieron al mismo tiempo en su casa. En las Filipinas criar a los hijos desde el extranjero se ha vuelto una situación habitual. Filipinas, 2013. Jonas Bendiksen | Magnum Photos A pocos días de haber llegado a una de las muchas agencias de reclutamiento que las ubica en familias locales, trabajadoras domésticas de Filipinas se levantan en un dormitorio compartido. Están a punto de ser llevadas desde su alojamiento al centro comercial Al Rhumi en el distrito Hawalliya, que oficia de ventanilla única para trabajadoras domésticas. Ciudad de Kuwait, Kuwait, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos La vida de empleada doméstica puede ser muy solitaria para las jóvenes migrantes que trabajan para las familias locales. Vivir sola o junto a las familias para las que trabajan suele presentar barreras culturales y de idioma entre ellas y sus empleadores. En la foto, una madre local, su hijo y su empleada comparten una mesa en un patio de comidas en el centro comercial Doha. Doha, Qatar, 2012. Jonas Bendiksen | Magnum Photos La imagen del jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, mandatario hereditario de Dubai, se exhibe de forma ostensible tras el mostrador de una tienda de magdalenas del enorme Dubai Mall. Con tantas nacionalidades trabajando, comiendo y comprando en este centro comercial, el idioma predominante es, como en toda la ciudad, el inglés. Jonas Bendiksen | Magnum Photos En Ski Dubai, una estación de esquí cubierta dentro de un gigantesco centro comercial de Dubai, los clientes pueden bajar rodando por la nieve metidos en unas esferas plástico gigantes. Los trabajadores extranjeros, como estos dos nepalíes, se encargan del cuidado de las pistas y de atender las numerosas cafeterías que emulan las de las estaciones alpinas. Jonas Bendiksen | Magnum Photos En Filipinas una valla publicitaria vende una visión tentadora. La página web del promotor de viviendas, que dirige su producto a los emigrantes que regresan, afirma proporcionar a los filipinos «la mejor razón para volver a casa». Jonas Bendiksen | Magnum Photos Unas filipinas recién llegadas a Kuwait esperan encontrar un puesto de trabajo en una oficina de colocación para empleadas del hogar. Varias agencias permiten a los posibles empleadores entrar, mirar el curriculum de las candidatas y salir el mismo día con una niñera, una cocinera o una criada. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Unas mujeres se preparan para el examen que les permitirá obtener el título necesario para trabajar en el extranjero como empleadas domésticas. Los salarios que se ofrecen en los países ricos atraen y a la vez frustran a las filipinas; incluso las maestras y las enfermeras ganan más dinero trabajando como niñeras en el extranjero. Jonas Bendiksen | Magnum Photos En este centro de formación patrocinado por el Estado las alumnas adquieren los conocimientos necesarios para trabajar en el servicio doméstico u hotelero en el extranjero. El programa incluye cómo hacer camas. Jonas Bendiksen | Magnum Photos El viernes, el día tradicional de descanso en los países musulmanes, las zonas dormitorio donde se alojan los trabajadores extranjeros -como este, que los inmigrantes indios llaman Sonapur, «la tierra del oro» en hindi- son un hervidero de actividad: un emprendedor ha abierto una barbería al aire libre y otro se ofrece como sastre. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Más de 15 trabajadores bengalíes comparten esta habitación sin ventanas situada en la parte de atrás de un apartamento de Dubai, donde comparten la cocina con otra treintena de trabajadores, algunos de ellos de la India. Cada hombre tiene su propia litera; algunos duermen de día y otros de noche, según su turno de trabajo. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Un hombre pasa con un pescado frente a unos dormitorios proporcionados por un patrón en las afueras de Doha, la capital de Qatar. Jonas Bendiksen | Magnum Photos Desde el apartamento de una habitación situado a las afueras de Manila que comparte con su madre y su hermano, Jesús Julián, J. J., habla con su padre, Jesús Bautista (en la pantalla del ordenador), quien se ha conectado desde Sharjah, en la UEA, donde trabaja de electricista. A sus nueve años, J. J. no ha conocido más padre que el emigrante que vive a 6.900 kilómetros de casa. Jonas Bendiksen | Magnum Photos