A propósito de los “apuntes para un balance de la reciente caída de Evo Morales” hecho por Ariel Román, militante del POR.
Martes 3 de diciembre de 2019
Resumamos la posición de Román de la siguiente manera:
Primer acto: Todo iba tan bien en el primer momento del “gran levantamiento popular” donde aquellas masas que habían “girado a la izquierda”, “abandonado sus ilusiones democráticas burguesas” y eran dirigidas por el “partido de la revolución”, pues, ya había sido profetizado en sus documentos tal situación… ¡Ojo! ¡Para que se entere cualquier revisionista, centrista, diletante o extranjero que lo dude! Sus documentos ya lo habían dicho, (¡documento del partido, en ti confiamos!).
Segundo acto: De repente y sin previo aviso, apareció mágicamente la figura de un Camacho con su biblia en mano, un Pumari oportunista que se adjudicó su “trabajo político” en el sur del país, las tendencias de derecha apropiándose de su “gran esfuerzo” para dirigir aquellas masas, policías que se robaron su corazón con el motín, en un principio, para luego aliarse con grupos de choque, militares matando personas en medio de aplausos, un cerco comunicacional y un escenario donde ya nadie los tomaba con relevancia, ni siquiera sus aliados en el “comité cívico popular” en Cochabamba: médicos, plataformas por la democracia e incluso aquel grupo de choque autodenominado “resistencia juvenil cochala” con el cual lucharon codo a codo.
Tercer acto: Ahí, con todo aquello, de manera inocente al parecer, después de sumarse a la consigna de “defensa de la democracia y el voto” a nombre de “defensa de las libertades democráticas”, se dieron cuenta del comienzo del segundo momento de la movilización y, para evitar aceptar lo evidente, es decir, que no fueron sobrepasados sino descartados como tendencia en el conflicto, recurren a la siempre confiable explicación de que el problema fue “la falta de incorporación física del proletariado en la movilización”.
Cuarto acto: ¡Pero eso sí! ellos plantaron sus “banderas” y sacaron a Evo Morales; es más, hasta pareciera que pretenden suponer que todos les debemos un aplauso pero también un reconocimiento a su esmerada “labor revolucionaria”, lo cual les permita ganar alguna federación del magisterio o algún centro de estudiantes en la universidad con suerte. Ahora tenemos un gobierno reaccionario y un golpe de Estado que ha tomado una forma constitucional pero que ellos dicen que no lo es, porque eso sería apoyar al MAS, y, tan ‘revolucionarios’ ante los hechos que son, no les queda más que insistir en que fue una “gran rebelión popular”, por no usar otra jerga revolucionaria como “momento insurreccional”. La moraleja de esta tragedia es que nada es perfecto, así es la vida; ¡Pero eso sí! “Con el POR al socialismo”, algún día, que no nos quepa la menor duda ni lo vayamos a olvidar sino tendrán que seguirlo repitiendo o seguir imaginando la pregunta del millón "¿Qué hubiera pasado si Echalar, "articulador revolucionario" del bloque cívico del sur, hubiera llegado a La Paz?".
Aquellos “apuntes para un balance…” parecen una tragedia, pero en realidad es la narrativa de una comedia en la cual un “partido” y sus “reflexiones”, después de la “acción directa”, deben ser consideradas como una mala broma en tanto representación imaginaria de un militante que busca justificar el actuar de su organización (¡nosotros nunca nos equivocamos!) para intentar eliminar cualquier rastro de duda o incertidumbre que haya podido provocar cualquier interpelación de otras organizaciones o particulares que no estuvimos de acuerdo con sus acciones y denunciamos los efectos prácticos que podían desencadenar. Por todo aquello debemos preguntarnos y poner en duda las tesis políticas planteadas por el POR en el conflicto: ¿Las masas han roto con las ilusiones democrático burguesas? ¿Las masas han dado un giro a la izquierda? ¿Se puede justificar el fracaso de una organización, que supone ser “EL PARTIDO” que llevará a Bolivia al socialismo, que apunta a modo de versículo sempiterno “faltó la incorporación física del proletariado”?.