En la madrugada del viernes 4 de noviembre la comunidad amazónica Shipibo-Koniba residente en la zona de Cantagallo de Lima, sufrió un incendio devastador. Más de 450 familias y 2000 damnificados quedaron sin viviendas, muebles y ropa.
Silvia Luna Docente
Lunes 7 de noviembre de 2016
Foto: peruanosnews.com
Estas familias debieron migrar de la selva para buscar trabajo en la capital y hoy la comunidad no desea ser trasladada a otro sitio ante el riesgo de perder la “legitimidad” con que han conseguido sus terrenos desde el año 2000 y quedar frente a un futuro incierto.
Entre polémicos cruces y acusaciones al alcalde de Lima por la aparente venta de terrenos asignados a la comunidad de Cantagallo, en las laderas del río Rimac, lo cierto es que, aunque se desmintió oficialmente esta supuesta venta, dichos terrenos no serían suficientes para albergar a la vasta población. No obstante, fue denunciado que el presupuesto destinado a ayudar y mejorar las condiciones de vida para esta comunidad fue desviado para la realización de otras obras.
Obligadas a vivir en la precariedad y la indigencia, esta comunidad devela la continuidad de políticas racistas del Estado peruano, quien se desentiende de dar solución a la histórica demanda de tierras de las comunidades originarias. El avance de industrias como el caucho, la tala de árboles, la contaminación de cauces de ríos ocasionados por la explotación minera, tiene como consecuencia la expulsión de comunidades amazónicas, como los shipiba, y las condena a vivir en la pobreza, ampliando los conos marginalizados en torno a la capital de Perú.
Participantes de la marcha contra el TPP del 4 de noviembre se movilizaron con ayuda humanitaria para el campamento. Se continúa con las colectas y donaciones de agua, alimentos, vestimenta, medicamentos, mantas, y toda la ayuda necesaria, desde algo tan básico como platos y vajilla para que los damnificados puedan comer, elementos necesarios denunciados como faltantes desde el campamento, que el gobierno hasta ahora no satisface.
No es la primera vez que esto ocurre, el año pasado esta comunidad sufrió otro siniestro que comenzó por la caída de una vela encendida, de obligado uso debido a la falta de instalación eléctrica, que dejó tres viviendas en la ceniza.