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Red Internacional
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Transporte. Transantiago: ¿A quién le pagamos realmente?

Hace un par de días el Gobierno de la NM anunció la implementación del “DICOM para evasores”, medida tomada frente al porcentaje de evasión del mes de julio, el cual alcanzó el 30%, número más alto registrado desde su inicio.

Valentina González

Valentina González Estudiante Castellano. Pedagógico.

Jueves 17 de agosto de 2017

Desde su implementación, en el año 2007, el sistema de Transantiago ha sido blanco de grandes críticas, ya sea por el alza del precio del pasaje o su uso en general, pues este se ha caracterizado por la tardanza en los viajes y la calidad de estos. Basta con subirse a una micro en hora punta para darnos cuenta de lo insuficiente que es. Resultado que, a su vez, se refleja en los altos porcentajes de desaprobación de las y los usuarios frente al actual sistema de transporte público que no cumple con estándares mínimo de calidad.

Saquemos cuentas

En sus inicios el valor del pasaje era de $380. Dos años después, sufrió su primera alza a $400, la cual marcaría una seguidilla de estas en los años posteriores, llegando a su precio actual, el cual es de $640, alcanzando incluso un valor de $740 en hora punta. Siendo los más afectados, las familias trabajadoras, usuarias de este sistema.

El sueldo mínimo actual es de $270.000, el pasaje varía entre los $640 y los $740. Saquemos cuentas: un trabajador, con una jornada laboral de 6x1 que paga el transporte para llegar a su lugar de trabajo y el de ida a su casa, gasta en un día entre $1.280 y $1.480, dependiendo de la hora. Si estos resultados los multiplicamos por seis, variaría entre $7.680 y $8.880 lo que un trabajador con sueldo mínimo pagaría a la semana por el uso del Transantiago. Es decir, mensualmente se le irían entre $30.720 y $35.520, casi 15% de su sueldo, lo que se suma al gasto de recursos básicos como luz, agua y gas, sin contar la canasta familiar básica, la cual tiene un valor de $40.204 POR PERSONA, según los datos del Ministerio de Desarrollo Social.

Evasión
Los datos anteriores no ayudan a entender mejor el porqué de los altos índices de evasión. La cual el mes de julio llegó a su pick con un 30%, pues, por un lado, los sueldos de hambre, no dan abasto con los altos precios de los recursos básicos y la canasta familiar, sin contemplar educación, salud y pensiones. Y, por otro lado, se encuentra la pésima infraestructura de los buses.

Sistema de transporte público y estatal
El actual sistema de transporte trabaja con 7 empresas distintas: Entre ellas Buses Alsacia y Buses Express, buses asociados a cargo de Carlos Ríos Velilla (accionista principal de Inversiones Alsacia S.A., de capitales colombianos); y los buses Redbus, por ejemplo, de Transdev, ex Veolia Transdev (Operadora privada de trasporte público más grande del mundo). Solo por nombrar algunas.

El negocio del transporte público está en mano de capitales extranjeros, para los cuales el sistema de transportes Transantiago es una forma más de ganar dinero a costa de las y los trabajadores. Negocio que el Gobierno de la NM quiere resguardar a toda costa, apoyándose con el nuevo sistema “DICOM para evasores”. Programa que registrará a quienes evadan, exponiéndolos incluso al quite de la licencia de conducir y el pase escolar, y que aumenta aún más las multas para estos, así también, incrementa la implementación de “torniquetes mariposa”.

Transantiago es una expresión más del funcionamiento capitalista y neoliberal de la economía chilena, donde el Estado le garantiza a una empresa privada ganancias seguras y sistemáticas. Tanto a través del pago de pasajes, como con el financiamiento de licitaciones a estos. Pagamos doblemente por un servicio que se encuentra en función de los intereses de algunos que a costa de nuestras vidas enriquecen la suya.

No necesitamos el aumento en la fiscalización, sino un servicio de transporte público garantizado por el Estado, financiado por los recursos naturales y administrado por las y los trabajadores ¿quién más que ellos, que le entregan su día a día a esto, podrían asegurar un servicio de calidad? Porque, claramente, los actuales dueños no. Lo podemos ver en las mínimas condiciones laborales de las y los choferes y en las pésimas condiciones materiales de los buses, en los cuales abundan vidrios rotos, focos malos y puertas en mal estado, entre varias problemáticas más.