Era martes, feriado de carnaval, el sol golpeaba de lleno mientras espero el colectivo que no viene, luego de un tiempo asoma a lo lejos. Menos de la mitad de los asientos llevaban pasajeros, entre ellos un puñado de obreros, de esos que los turnos americanos obligan a organizar su vida en función de la producción y no en función de eso mismo “su vida”.
Sábado 28 de febrero de 2015
Voy a Henry Ford y Pana, el corazón industrial de la zona norte, donde se encuentran las principales industrias de la Argentina, y por ende, también, la mayor concentración obrera. Allí, en el km35 de la Pana, se encuentra Madygraf (ex-Donnelley) bajo gestión obrera.
Desde hace aproximadamente un año que se vienen haciendo, de forma intensiva, en distintos lugares del país, talleres de formación ideológica. Esta vez me tocó asistir como invitado a un encuentro del curso del manifiesto comunista en esta fábrica.
Luego de encontrarnos con quienes van a hacer el taller nos dirigimos a la fábrica. Al llegar, tras las rejas del portón, lo primero que resalta es que el mismo es abierto por un obrero y no por un guardia de seguridad. Entramos... y en el recibidor, detrás de un escritorio hay otro obrero con su remera azul de trabajo, esas remeras que tantas veces vimos arriba de la Pana.
Es una sensación rara, venimos a estudiar marxismo adentro de una fábrica. Entramos en una sala llena de sillas con sus apoya cuadernos, allí donde la patronal de Donnelley seguramente hacia “su” ideología, hoy se habla de comunismo.
Queremos relacionar la historia y la ideología marxista con la realidad de la clase obrera hoy, ¿y donde mejor sino en Madygraf?
La organización previa, la democracia obrera, la puesta en pie de un organismo de lucha que luego cumpla el rol de gobierno, la hegemonía obrera. Todo esto se puede relacionar con el proceso que llevó a que hoy exista Madygraf.
Emociona escuchar a un obrero con (cuantos??) unos 22 años de fábrica (desde la época de Atlántida) sobre su experiencia y sus conclusiones del 2001, con frases como: “para prepararse para la revolución no hay tiempo, hay que hacerlo ya!” o “yo no milito en el partido con ustedes, pero milito”.
Y personalmente me entusiasmó mucho escuchar a una compañera de la comisión de mujeres decir: “Yo quería hacer el taller para entender el por qué de todo lo que estamos haciendo”. Ahí me di cuenta que esa compañera quería las herramientas para ser un “sujeto político” y no una oveja arreada por un puntero de los partidos patronales... y eso emociona!
La experiencia que están adquiriendo estos compañeros y compañeras es invaluable para todos los trabajadores. De experiencias como estas es de donde seguramente saldrán dirigentes que van más allá de los dirigentes fabriles o gremiales. De estas experiencias es de donde pueden salir los futuros dirigentes de la clase obrera. Por eso me animo a decir (plagiando a Lenin) que “tras el control obrero de Madygraf asoma la hidra del comunismo”.