Como “oposición” fueron los grandes responsables de dejar pasar el ajuste y los ataques del macrismo. Ahora en el Frente de Todos, se muestran comprometidos con la idea del “acuerdo social” con empresarios y Gobierno, mientras los trabajadores apenas reciben migajas. ¿Qué hay que esperar para que los dirigentes sindicales reclamen por todo lo que se perdió durante estos años?
Juan Manuel Astiazarán @juanmastiazaran
Sábado 4 de enero de 2020 11:00
Fotografía: Infogremiales
“Si yo fuese Macri llamaría a la CGT y agradecería la gobernabilidad”. La frase, de octubre del año pasado, no pertenece a ningún dirigente identificado con la izquierda o el sindicalismo combativo. Todo lo contrario: esas fueron las palabras con las que Antonio Caló, el histórico dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), graficó lo sucedido durante los cuatro años de macrismo. “Creyeron que la gobernabilidad se la daban los mercados, los bancos, pero se la dio el movimiento obrero” completó en aquel entonces, reconociendo la responsabilidad de la dirigencia sindical en no enfrentar los ataques y ajustes del Gobierno y los empresarios durante esos años.
Ahora la realidad lo encuentra ubicado en las filas del nuevo oficialismo, y la semana pasada se lo pudo ver junto a los miembros de la dirección de la CGT y la CTA acompañando al presidente. Algún desprevenido podría pensar que el encuentro se dio para discutir la recomposición de salarios y todo lo perdido por los trabajadores durante el Gobierno de Macri, pero no. Fue durante el encuentro en donde firmaron junto a los grandes empresarios de la UIA el “Compromiso Argentino de Solidaridad” y empezaron a darle forma al tantas veces mencionado “acuerdo social”.
En esa mesa estuvieron presentes Daer, Acuña, Caló, Moyano y Hugo Yasky, entre otros. Durante las primeras horas tras el anuncio de aumento salarial que anunció el ministro Moroni, se conoció la opinión de algunos de ellos.
"Para todos los trabajadores es una gran noticia, hay que percibirla y seguir negociando para superar el peor año económico, es un buen punto de inicio", dijo a iProfesional Federico West Ocampo, representante legal de Héctor Daer. Por su parte, Yasky señaló: "Es una señal positiva de un cambio de época. El Gobierno tomó la decisión, a través de un decreto, de poner en una línea más alta a los que más perdieron en estos cuatro años".
Te puede interesar: Ante el nuevo Gobierno de Fernández: ¿adónde va la CGT?
Te puede interesar: Ante el nuevo Gobierno de Fernández: ¿adónde va la CGT?
¿Pero se puede hablar de “cambio de época” cuando el anuncio es incluso inferior a lo que los propios dirigentes sindicales habían dejado trascender? Mientras el Gobierno dispone un aumento insuficiente y a cuenta de futuras negociaciones paritarias para quienes viven de su salario, continúa enviando señales a favor del FMI, y los acreedores privados para renegociar la deuda. Ese fue el “espíritu” de la Ley de Solidaridad Social aprobada en el Congreso, que establece la necesidad de "crear condiciones para asegurar la sostenibilidad de la deuda pública". Y así lo reafirmó este jueves cuando el Ejecutivo resolvió tomar $1.326 millones de dólares de las reservas del Banco Central para cumplir con los vencimientos de deuda.
Te puede interesar: Uso de reservas para la deuda: una muestra de "solidaridad" con los acreedores
Te puede interesar: Uso de reservas para la deuda: una muestra de "solidaridad" con los acreedores
Mientras dirigentes como Yasky y los popes de la CGT saludan el decreto y hasta intentan darle un sentido épico hablando de “cambio de época”, parte de los grandes ganadores bajo el Gobierno de Macri se sentaron a la mesa a imponer condiciones y hasta terminaron reduciendo el monto del mismo mientras siguen amasando fortunas. Ellos son los que siempre ganan, y sus pedidos jamás son considerados desmedidos.
A pesar de que amplios sectores de la clase trabajadora tienen grandes expectativas de recomponer sus salarios y recuperar lo perdido, los dirigentes sindicales se esfuerzan en presentar el anuncio como un logro y bajar las expectativas de millones. ¿Qué hay que esperar para que de una vez por todas se pongan a la cabeza de los reclamos de las grandes mayorías?