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Red Internacional
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PRESIDENCIALES ARGENTINA. Tras las huellas de la rebelión popular del 2001

Si en Chile las movilizaciones del 2011 fueron un antes y un después en la vida política nacional, la rebelión popular del 2001 que derrocó a un gobierno electo democráticamente, lo fue en Argentina de una manera mucho más explosiva.

Sábado 24 de octubre de 2015

En la década de los 90´, los dos gobiernos peronistas de Carlos Menen aplicaron medidas neoliberales contra el pueblo trabajador: privatización de empresas públicas, tarifazos, crecimiento de la deuda externa, ataque al salario y pérdida de conquistas sociales, y fueron la continuación de los ataques iniciados con la dictadura militar (1976-1983).

En 1999 asume el gobierno Fernando De la Rúa, de la Alianza entre radicales y “progresistas”, que junto al Fondo Monetario Internacional y el capital extranjero provocó un default (quiebra) del país y una masiva fuga de capitales, generando una aguda crisis económica y social: recesión con caída del 12% del PIB en dos años y una desocupación cercana al 30% de la población activa. Junto a la emergencia de luchas populares en las provincias y del fenómeno de los “piqueteros”, hubo 7 paros generales bajo el gobierno de la Alianza, enfrentando primero la reforma laboral y luego las luchas del movimiento de los desocupados, con “piquetes” y cortes de ruta, las clases medias salieron a la calle frente al “corralito” y la pérdida de los ahorros bancarios.

La rebelión popular del 2001 y en particular las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre con el lema “Que se vayan todos”, hicieron caer al gobierno la Alianza, cuyo presidente tuvo que huir en helicóptero de la Casa Rosada (palacio presidencial) y forzó la caída de cuatro presidentes sucesivos electos por la Asamblea Legislativa. Fue la expresión de una crisis orgánica del Estado y la clase dominante argentina.

Junto al movimiento de desocupados se desarrolló un movimiento de ocupación de empresas de unas 120 “fábricas recuperadas” entre 2001-2002, cuyos hitos fueron la fábrica de textiles Brukman encabezadas por obreras en la Capital de Buenos Aires, y cerámica Zanon en Neuquén, hoy FaSinPat (Fábrica Sin Patrones), emblema de resistencia y de organización democrática y clasista en el conjunto de Argentina, con decisiva influencia del trotskista PTS.

Esta rebelión del pueblo argentino tuvo importantes límites que es necesario plantear para sacar lecciones que permitan no sólo amenazar al poder de los capitalistas y su Estado, sino derrotarlos y abrir un verdadero camino para la liberación de los oprimidos.

a) La clase obrera, una de las más importantes de América Latina después de Brasil, había sufrido derrotas históricas, primero la dictadura militar y luego el neoliberalismo y crisis económica que descargaron sobre sus espaldas. Como señala Christian Castillo “esa fuerza social que se puso en movimiento alcanzó para voltear un gobierno pero, al no haber centralidad de la clase obrera ocupada, como sí había ocurrido en el Cordobazo o el Rosariazo, no contaba con la capacidad para ser alternativa de poder. Ese fue su gran límite y lo que permitió que la movilización popular fuera utilizada por la fracción devaluacionista de la burguesía para llegar al gobierno de la mano de Duhalde". (1)

b) La burocracia sindical aliada a los partidos capitalistas, en un país con importante peso sindical (con tasas cercanas al 30% el 2000, actualmente el 37.6%), se jugó todas sus cartas para impedir la entrada organizada del movimiento obrero ocupado y que se aliara al movimiento de desocupados, capas medias empobrecidas y lo sectores populares. Este intento de frenar la irrupción del movimiento sindical organizado junto al “pacto social” de 2002, permitió a la clase dominante una posterior recuperación de su dominio, que bajo el gobierno de Duhalde aplicó una devaluación cercana al 40% para “recuperar” la economía y la rentabilidad capitalistas.

c) Junto a ello, la izquierda clasista era débil y no pudo presentar una alternativa para el conjunto de explotados y oprimidos. La escasa vanguardia obrera con poco peso militante de la izquierda clasista en las fábricas fue otro factor que permitió la traición de la burocracia sindical. A esto se suma la inexistencia de un partido obrero revolucionario de combate, de decenas de miles de obreros y dirigentes revolucionarios en las empresas y en la juventud que buscara una salida independiente a la crisis nacional, proponiéndose transformar esa rebelión en una revolución social.

(1) Lo que nos pasó. Christian Castillo. Revista Ideas de Izquierda número 23. http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/lo-que-nos-paso/