Bruselas sigue conmovida por el doble atentado del lunes, con más de 30 muertos y cientos de heridos. Los gobiernos europeos refuerzan las medidas de control y vigilancia.
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Josefina L. Martínez @josefinamar14
Jueves 24 de marzo de 2016
Foto: Fuerte presencia militar frente al coliseo en Roma, EFE/Angelo Carconi
Camiones militares recorriendo las calles, efectivos del ejército en los edificios y lugares públicos. El transporte público de Bruselas se reanudó ayer de forma parcial, con una gran presencia de militares y policías, pero el aeropuerto sigue sin ninguna actividad. Ninguna persona puede entrar en el metro sin pasar por controles de seguridad donde se revisan bolsos y mochilas.
En medio de grandes operativos policiales en Bélgica, el tercer sospechoso del atentado del aeropuerto, identificado como Najim Laachraui, fue detenido el miércoles en el barrio de bruselas Anderlecht. Algunas fuentes lo relacionan también con los atentados de París, aunque no está confirmado.
La extrema derecha cabalga sobre el dolor y el miedo
Los métodos reaccionarios del Estado Islámico, asesinando a decenas de personas en lugares públicos cuando concurrían a sus trabajos o lugares de estudio han generado un estado de dolor y temor entre la población. Sentimientos que son aprovechados por la extrema derecha para pasar a la ofensiva con su discurso xenófobo y racista.
Representantes del partido xenófobo UKIP de Reino Unido han dicho que "este horrible acto de terrorismo demuestra que el libre movimiento de Schengen y los controles laxos en las fronteras son una amenaza para nuestra seguridad". El dirigente de este partido Nigel Farage afirmó en declaraciones a la BBC que la “falta de control” fronterizo ha llevado al "libre movimiento de terroristas, de bandas criminales y de (fusiles) Kalashnikovs".
El ministro israelí de defensa se sumó a las declaraciones derechistas asegurando que los atentados son "una tercera guerra mundial contra los valores humanistas que compartimos" en Occidente.
En Alemania, desde el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) llamaron al gobierno de Merkel a "actuar en consecuencia" y endurecer su política hacia los refugiados. En el mismo sentido se pronunció Marine Le Pen del Frente Nacional francés.
"Para la seguridad de todos, es imperativo proceder al cierre inmediato de la frontera franco-belga, un cierre real y no ficticio como desde hace varias semanas, y al restablecimiento de los controles sobre el conjunto de las fronteras nacionales de nuestro país", aseguró.
Al otro lado del océano no faltaron las voces xenófobas en medio de la campaña de las primeras estadounidense. Donal Trump defendió las técnicas de tortura diciendo que "hay que sacar la información a esta gente. Tenemos que ser inteligentes y ser duros. No podemos ser blandos y débiles, que es lo que estamos siendo ahora”.
¿Una “Unión Europea de la seguridad”?
En una rueda de prensa conjunta, el presidente de la Comisión Europea (CE) Jean-Claude Juncker, y el primer ministro francés, Manuel Valls, llamaron a dar forma a una “Unión Europea de la seguridad”, con reproches a los 28 Estados de la UE por no haber tomado medidas “suficientes” desde los atentados.
"Creemos que hace falta la unión de la energía, del mercado de capitales, la unión económica, pero también la unión de la seguridad", aseguró Juncker. Valls reclamó un "pacto europeo de seguridad".
Francia ha sido el país que más ha avanzado estos meses en dar forma a esa “Europa de la seguridad” con la aprobación del Estado de emergencia ratificado por todas las fuerzas parlamentarias. Sin embargo, estas medidas han sido fuertemente cuestionadas por organizaciones sociales y políticas porque atacan la libertad de expresión, coartan el derecho de manifestación y habilitan redadas masivas en barrios pobres estigmatizando a la población árabe y extranjera.
El caso de Bélgica, que ya había tomado medidas de militarización desde los atentados de Perís, muestra trágicamente que esta política de “más y más seguridad” es un fracaso completo para evitar que se produzcan nuevos atentados y solo sirve para liquidar las libertades democráticas.
Frente a esta “Unión Europea de la seguridad” que redobla su compromiso con la ofensiva guerrerista, con pactos para expulsar a los refugiados y el ataque a las libertades democráticas, es necesario oponer un gran movimiento contra la guerra imperialista, el racismo y la xenofobia.
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Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.