Con un último cuarto fenomenal, Argentina dio el golpe contra Serbia 97-87. Pasó a semifinales con gran personalidad. Espera por Estados Unidos o Francia.
Martes 10 de septiembre de 2019 11:46
Foto: FIBA
El partido comenzó rápidamente moviendo el balón y generando una diferencia inicial para Argentina, con el ritmo al que Campazzo ya nos tiene acostumbrados. Pero el juego de las torres serbias rápidamente melló los internos del equipo argentino. Promediando el primer cuarto, Delía y Scola ya estaban cargados con 2 faltas y su reemplazo Galizzi en 2 minutos y monedas se cargó con 3. Allí es cuando Serbia mostró su juego, Jokic su jerarquía.
La situación de muchas faltas de los pívots argentinos obligó a buscar variantes en el banco. Y los debutantes Caffaro o Fjellerup no fallaron en su rol de obreros. Tras un primer cuarto muy parejo (25-23) apareció un joven del que se esperaba un poco más desde el primer partido: el base Lucas Vildoza, que conectó triples importantes; era necesario mantener distintas opciones de gol. Garino y Deck aportaron lo suyo y así Argentina cerró el primer tiempo 54-49.
Un dato importante de esa primera fase era que Argentina perdía en rebotes 25 a 8, y con todos sus postes cargados de faltas, Serbia parecía siempre que estaba en ventaja estratégica, esmerilando para terminar de resquebrajar al conjunto albiceleste. Pero Argentina se mantuvo siempre ofensiva, cerrando la mitad con un 56% de efectividad en triples.
El tercer cuarto fue de mucha marca y pocos puntos: 14 a 18 para los serbios, por lo que el partido iba a cierre no apto para cardíacos con un 68-67 para Argentina. Pero en ese tercer tiempo hubo un factor que actuó sin verse en cancha: Campazzo y Scola pudieron descansar varios minutos y así llegar con ritmo para el desenlace.
Así se llegó al último cuarto, Serbia amagó con arrancar su locomotora poniéndose arriba 70-71. Pero sólo fue eso: ni Serbia ni ninguna de sus estrellas NBA explotaron. Y Argentina respondió rápidamente, impidiéndoles revertir el juego. En Argentina se veía determinación; es como si el espíritu del partido fuese un factor muy importante para ambos. Primero fue Garino con Campazzo y luego fue Scola, siempre con Campazzo.
Los experimentados argentinos hicieron la diferencia. El partido fue sentenciado cuando un recupero y posterior volcada de Deck puso a la Argentina arriba por 10 puntos a falta de 48 segundos.
Fue triunfo de el alma. Nada pudieron hacer Bogdanovic ni Bjelica, con un Nikola Jokic, esa estrella de la NBA, totalmente desaparecido en la segunda mitad. Un inoxidable capitán Scola marcando 20 puntos y un Campazzo haciendo 18 y repartiendo 12 asistencias, fueron la conducción de este triunfazo histórico. Un equipo detrás, con Garino 15 puntos, Vildoza 11 con sus 3 triples y el santiagueño Gabriel Deck, con personalidad y sello propio, marcando 13 puntos. Jugaron casi todos. Y cada uno aportó cuando se lo necesitó.
Argentina ya está entre los mejores 4 equipos del mundial. Contagia como si fuese la Generación Dorada. Pero no lo es, pese al eterno Scola. Es un equipo en el que nadie ponía sus mejores fichas para llegar a semifinales. Pero llegó y lo hizo con un gran básquetbol. Todo lo que viene ya es “gratis”. Pero ¿quién le quita el hambre de gloria a estos muchachos?