La lucha docente de la UNAM develó la crítica situación laboral que vive este sector de trabajadores de la educación, una realidad histórica que se profundizó con la crisis sanitaria y económica actual. Presentamos un análisis de la situación laboral y la lucha en curso.
Un talón de pago con un salario de 2 pesos fue la gota que derramó el vaso de una crítica situación que recorría la UNAM. En meses previos se difundieron videos en los que docentes pedían les fuera pagado su salario. Pero dicho talón de pago detonó una serie de asambleas y paros en la Universidad Nacional, después de casi un año de clases en línea.
Luego de ello, cientos de profesores comenzaron a denunciar la falta de pagos, bajos salarios, descuentos irregulares, etc. Y mientras las autoridades intentaron responsabilizar a la pandemia de lo ocurrido en los últimos semestres, las y los docentes denunciaron que esto no era algo nuevo, sino la continuidad de la precarización a la que están sometidos la gran mayoría del personal académico en la UNAM.
Por un lado, dentro del personal académico existen distintas figuras (nombramientos) de contratación: investigador, profesor de carrera, técnico académico, profesores de asignatura, ayudantes de investigador, ayudantes de profesor y otros nombramientos [1] que incluyen profesores e investigadores eméritos e investigadores extraordinarios. Esto representa un total de 50,794 nombramientos correspondientes a 41,542 personas contratadas [2].
De dicho total, 64.45 % está contratado bajo la figura de Profesor de asignatura y un 9.41 % como ayudante de profesor; es decir, de la plantilla docente cerca del 74 % pertenece a estas figuras, que son precisamente las más precarizadas. En ellas priman los bajos salarios, la inestabilidad (pues los contratos se renuevan cada semestre) y, por si fuera poco, la irregularidad en los pagos.
Aunque la demanda docente ha crecido en los últimos veinte años, no ha sido así en el caso de aperturas de plazas para profesores de carrera de tiempo medio o completo y, por otro lado, ha aumentado la contratación de docentes de asignatura. De 2000 a 2021 las plazas de profesores de carrera fueron de 5,022 a 5,738, y la contratación de docentes de asignatura creció de 23,009 a 32,736. Es decir, que mientras se crearon en más de veinte años únicamente 761 nombramientos de profesores de carrera, se sumaron 9,727 docentes a la precariedad.
Por otro lado, existe una brecha de contratación entre hombres y mujeres. Aunque en el número global las mujeres representan un 45 % del personal docente, esta brecha se vuelve mucho más grande en los casos de puestos más altos. Como es el caso de investigador y profesor o investigador emérito, representando un 36 % y 25 % respectivamente. Dichas brechas responden a una serie de condiciones estructurales que impiden a las mujeres el pleno desarrollo académico como lo son falta de guarderías, comedores, cuartos de lactancia, garantizados por las autoridades universitarias y el Estado. Esto implica que hay mujeres en desventaja con los varones por la carga de trabajo reproductivo, más aún cuando eligen maternar. Incluso, este fenómeno responde a que, dentro de la universidad, siguen imperando prejuicios patriarcales para la contratación o apertura de ciertas plazas.
El estudio Reporte de investigación especial 135. El poder adquisitivo del salario de las profesoras y los profesores en la UNAM. 2001-2021 realizado por el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM [3], devela que la precarización de los docentes ha sido un proceso histórico, donde los salarios de profesores de asignatura rinden cada vez menos para las necesidades básicas.
Analizan que, aunque el salario de los profesores de asignatura “ha aumentado” de 2001 a 2019, dicho incremento es irrisorio con respecto al aumento de precios de la Canasta Alimentaria Recomendable (CAR) [4]. En 18 años, el poder adquisitivo de los salarios de los profesores de asignatura disminuyó un 47.27 %, mientras que el salario de ayudantes de profesor lo hizo en un 46.94 %.
En dicho análisis mencionan que, para que un docente en 2019 pudiera cubrir la CAR, tendría que trabajar más de 20 horas frente a grupo y un ayudante más de 24 horas. Concluyendo que, para que el salario de los profesores de asignatura alcance para la CAR se necesita de un aumento del 175 %, contemplando que el profesor tenga 9 horas frente a grupo.
Las condiciones de precarización docente en la UNAM no son exclusivas de esta institución, se replican en toda la educación, con bajos salarios y despidos en plena pandemia, las cuales se profundizan con los recortes presupuestales como parte de la política de austeridad republicana de AMLO. Existió un recorte del 75 % en el presupuesto de gasto operativo que implica recortes a las condiciones estructurales de universidades como la UAM, la UNAM y el IPN. Los recortes a las universidades fueron implementados como exigencias desde la SEP como el recorte de 110 millones a la UAM, que hoy pone en peligro la jubilación de decenas de docentes.
En educación básica la implementación del programa “aprende en casa”, significó una enorme deserción escolar por falta de recursos de miles de estudiantes y sus familias, pero también un aumento en la carga laboral para el conjunto de magisterio, adaptando programas y cursos a plataformas digitales. Esto se agrava con las condiciones que vive el sector privado, que fue despedido masivamente al no contar con basificación ni derechos laborales plenos.
Como respuesta a este ataque generalizado en la educación, y pese a la pandemia, miles de trabajadores educativos han salido a las calles en defensa de sus derechos: docentes del telebachillerato comunitario, Conalep, Universidad Michoacana, Universidad de Sonora, Colegio de Posgraduados, Chapingo, entre otros ejemplos.
Mientras que AMLO sostiene un discurso de bregar por la educación universal, incluso en educación media superior, ha avalado la Ley General de Educación superior. Pese a que una de las promesas de López Obrador fue el rescate de las 11 universidades en quiebra el subsecretario de educación superior de la SEP, Luciano Concheiro dejó muy en claro que no habría rescate sin un plan financiero estricto que contemplaba el despido de personal docente y administrativo. En esencia, la política de elitización de la educación implementada por los gobiernos del PRI y el PAN, continúan en el actual sexenio. Incluso no ha resuelto nada ante los reclamos del sector educativo.
Precarización y desigualdad en la UNAM
¿Por qué los salarios de los profesores de asignatura y adjuntos son tan bajos? A diferencia de otros nombramientos o contrataciones, las y los docentes de asignatura no cuentan con un sueldo base fijo. Su sueldo base se calcula a partir de las horas frente a grupo asignadas y el tabulador que corresponda al año de contratación.
Desde aquí hay varias problemáticas. Por un lado, sólo se les paga la hora frente a grupo; es decir, no se contempla el trabajo previo y posterior a la clase: preparación, planeación, formación, revisión y retroalimentación de trabajos y exámenes, asignar calificaciones y registrarlas en el sistema. Trabajo que, además, aumentó con la pandemia y la adaptación a plataformas digitales y clases en línea. Según algunos estudios sólo el tiempo de preparación de una clase, puede equivaler a cuatro veces por cada hora frente a grupo.
De ahí que el Tabulador del Personal Académico [5] contemple el pago para profesores de asignatura como hora/semana/mes, el cual huelga decir, es muy bajo. Para 2021 el salario de un profesor de asignatura A es de 400.24 pesos y B 455.04 pesos. Para ayudantes de profesor A 304.08 pesos y B 338.88 pesos.
A dicho salario se “suman” las prestaciones, que contemplan prima vacacional, apoyo para material didáctico, estímulos, despensa, entre otros; sin embargo, existen varios problemas en torno a los mismos. En primer lugar, dichas prestaciones no están integradas al salario base; por otro lado, algunas de ellas llegan a representar una cantidad mínima como el apoyo por material didáctico de apenas 14 pesos por hora/semana/mes.
Pero, el mayor de los problemas con las prestaciones se detona a raíz de que la universidad ha implementado la modalidad de “pago único”, a través del cual disfrazan el monto de los salarios y cortan muchas de las prestaciones, dado que éstas tendrían que brindarse en determinadas quincenas; a esto se suman descuentos irregulares. El “pago único” también implica que las y los docentes de asignatura pueden durar un semestre entero sin cobrar quincena tras quincena y reciban un único pago al final del semestre.
Esta práctica se naturalizó durante muchos años, lo cual trae consigo que las y los docentes ni siquiera supiesen que las prestaciones no les eran pagadas con regularidad, y el normalizar el pago único entraña para muchos tener que buscar otros empleos a la par de trabajar como profesores de asignatura.
Si contemplamos el tabulador actual –y teniendo como promedio seis horas frente a grupo, que se estima tienen en promedio dichos docentes– tendríamos que el profesor de asignatura tipo B tiene un salario de 2,730 pesos mensuales, mientras que la Canasta alimentaria y no alimentaria [6] en la línea de la pobreza que contempla el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en abril de 2021 ronda los 3,360 pesos; un hecho lamentable e indignante.
Mientras estas cifras muestran la enorme precarización en la UNAM para los docentes de asignatura, existe en la universidad una “casta dorada” que gana salarios exorbitantes. Iniciando con el rector que, según el Tabulador de puestos de funcionarios de 2018 [7] asciende a 177,868 pesos mensuales; a esto se suma que Graue cuenta con una plaza como Profesor titular C de tiempo completo que significa una remuneración de 51,791 pesos mensuales.
Y la lista continúa, por ejemplo, Sergio Lomelí Venegas y Luis Álvarez Icaza Longoria como secretario general y secretario administrativo, respectivamente, tienen un salario de 174,262 pesos al mes. Alberto Ken Oyama Nakagawa secretario de desarrollo institucional, Raúl Arcenio Aguilar Tamayo secretario de prevención, atención y seguridad universitaria, Alfredo Sánchez Castañeda abogado general, Néstor Martínez Cristo director general de comunicación social con un sueldo de 173,060 pesos. Hasta los directores de las facultades y escuelas pueden ganar 100,000 pesos.
Como vemos, existe una enorme desigualdad entre las y los docentes de asignatura que sostienen mayoritariamente a la universidad vs. una reducida burocracia universitaria que tiene sueldos exorbitantes.
Esta enorme desigualdad que impera en la universidad responde, precisamente, a la forma de gobierno que existe en la misma donde un puñado de burócratas decide en qué se destina el presupuesto de la UNAM, y en la que el rector es correa de transmisión de los planes educativos del gobierno federal; no por nada los rectores han sido personajes distinguidos del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Con esta forma de gobierno, los sectores que dan vida a la universidad (docentes, estudiantes y trabajadores) están excluidos de cualquier toma de decisión, con métodos que incluso replican el autoritarismo del viejo priato en pequeña escala en la universidad.
Movimiento #UNAMNoPaga y sus perspectivas
A partir de lo antes señalado, queda claro que el problema de la precarización docente es muy profundo y son necesarias transformaciones radicales dentro de la universidad para acabar con él.
Por un lado, hay que contemplar que además de la naturalización de la precarización docente en la UNAM, las y los docentes tienen como grillete a un sindicato pro patronal, el APPAUNAM, que históricamente ha pactado con las autoridades universitarias dichas condiciones laborales y ha actuado como contención y obstáculo para la organización de las y los docentes. Como lo mostró con su comunicado emitido el pasado 24 de marzo en el que sostenía que es un “privilegio” el que les paguen a los docentes. Por su parte, la dirección del STUNAM encabezada por Agustín Rodríguez se ha negado a implementar un plan de lucha en solidaridad con el conflicto docente, pese a que dentro de los trabajadores administrativos también han existido ataques al CCT.
El movimiento de #UNAMNoPaga se encuentra en una encrucijada. Las autoridades presionaron en las diversas escuelas para levantar los paros estudiantiles y docentes, amagando con perder el semestre o cortar las becas. Al interior del Movimiento comienza a enconarse una burocracia que quiere inclinar el movimiento a confiar en las autoridades universitarias, las mesas de negociación por escuela, levantar la lucha sólo con el pago de salarios adeudados y negándose a tejer alianzas fuera de las paredes de la UNAM; a la par de que comienzan los ataques hacia los sectores a izquierda dentro del movimiento.
Por otro lado, hay sectores que apelan a la conformación de sindicatos independientes para revertir las condiciones laborales actuales; sin embargo, se ignora el potencial que representaría la afiliación masiva al STUNAM de docentes a la par de la lucha por su democratización y para que sea una verdadera herramienta de lucha de la clase trabajadora, rompiendo con la división ficticia entre docentes y administrativos que impone la patronal.
De este modo, la solidaridad de las y los estudiantes mostrada en estos meses no ha logrado consolidarse en la integración de demandas propias para fortalecer la lucha en curso. Mismas que develan la precarización que también viven los estudiantes, que ha tenido como resultado una deserción escolar enorme y un aumento de la elitización.
A la situación actual se suma el llamado a retomar clases presenciales, anunciado por el rector, para agosto, un regreso a clases que puede terminar de forma catastrófica en tanto que no se garantice la vacunación de toda la población; teniendo en cuenta las condiciones de hacinamiento y falta de servicios en la UNAM.
Pese a las contradicciones internas, lo que hay que destacar es la importancia que tiene un Movimiento de estas características en una de las universidades más importantes, no sólo de México, sino de América Latina. Movimiento que puede ser punta de lanza para la conquista de mejores condiciones laborales para el conjunto del gremio y hacer frente a los planes privatizadores dictados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Algo queda claro, la situación de las y los docentes de la UNAM no se compondrá con los pagos de salarios adeudados. Este primer embate permite pensar que es posible construir una universidad distinta, pero para ello es necesaria la más amplia unidad entre docentes, administrativos y estudiantes, dentro y fuera de la universidad, conformando un plan de lucha en defensa de la educación pública y gratuita por condiciones laborales dignas, junto a las y los trabajadores de las demás universidades y al magisterio combativo.
COMENTARIOS