El fenómeno del ultraderechista brasileño, hoy viene envalentonando a sectores reaccionarios más allá de las fronteras brasileñas, donde las medidas represivas, criminalizadoras y ajustadoras no se han hecho esperar en América Latina.
E.E. Vergara Valparaíso, Chile
Lunes 5 de noviembre de 2018
En las últimas elecciones presidenciales de Brasil, ganó la presidencia un ex militar ultraderechista, relevando que su posición política está más a la derecha de todos los mandatarios hoy en América Latina. Este personaje reivindica la dictadura brasileña, así como sus métodos de tortura, encarna un discurso misógino en el que desprecia y discrimina a las mujeres, a la comunidad LGTBI, reivindica el racismo y la xenofobia, pronunciándose contra afroamericanos.
Es quien exige “mano dura” para criminalizar la pobreza, presenta un gabinete lleno de banqueros, terratenientes y ex militares. En su gobierno pretende avanzar mediante el autoritarismo, la represión y la restricción de todas las libertades democráticas, con privatizaciones, apertura de la economía y un programa neoliberal de ataques a los derechos del pueblo brasileño.
Cabe destacar que la prensa liberal de Estados Unidos, como la conocida revista Foreign Policy, se refieren a Bolsonaro "no como un populista de derecha más", como podría ser Trump y los varios otros en el mundo. Este es un sujeto que expresa un perfil mucho más antidemocrático y de derecha, heredero pleno de las dictaduras militares sanguinarias como la de Pinochet en Chile y Videla en Argentina.
Bolsonaro y el envalentonamiento de Piñera y Macri
Tras el ascenso de Bolsonaro, Macri y Piñera no han hecho esperar sus saludos y pronunciamientos en favor de la política económica neoliberal y el avance del proyecto imperialista de la mano del mandatario. Lo que le ha otorgado un mayor envalentonamiento a Piñera y Macri para continuar con sus ataques, puesto que la emergencia de Bolsonaro augura un nuevo escenario de negocios para los grandes capitalistas, que de la mano con los programas de reformas laborales que pretenden implementar en estos tres países, prepara los cimientos para regímenes de mayor explotación de mano de obra y mejores tasas de ganancia empresarial a costa de la flexibilización y precariedad del trabajo obrero.
En este marco, Piñera prepara su plan de reformas que precarizan y criminalizan a trabajadores, jóvenes y estudiantes. Entre estas se encuentra el proyecto Aula Segura que criminaliza a estudiantes secundarios, la reforma de pensiones que mantiene el saqueo de las AFP, el estatuto laboral juvenil que precariza las condiciones de trabajo de la juventud, y la Reforma Laboral anti-sindical que busca volver a imponer los grupos negociadores y coartar el derecho a huelga.
En el mismo sentido, en Argentina el gobierno se subordina al FMI y los planes de ajuste buscan hacer pagar la crisis a los trabajadores. Así como también, la presencia de acciones de xenofobia, represión y operaciones policiales mediante las cuales se ha buscado inculpar a manifestantes.
Ese es el peligro de Bolsonaro actualmente, quien sirve como ejemplo para los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad. Magnates, militares, fanáticos religiosos, y tras ellos sus gobiernos que imponen sin ningún tapujo medidas anti obreras y antipopulares, cuyo objetivo es atacar directamente los derechos democráticos de la población, conquistados históricamente a través de la lucha del pueblo trabajador.
¿Cómo enfrentar a la derecha?
Frente al envalentonamiento de la derecha en Latinoamérica para continuar con sus ataques, resulta indispensable levantar una alternativa anticapitalista, socialista y revolucionaria de los trabajadores, las mujeres y la juventud, que se defienda ante cualquier intento por atacar nuestras conquistas, no confiando en las leyes de los poderosos, sino en la fuerza organizada en las calles.
En esta defensa, las grandes centrales sindicales deben romper la pasividad o las convocatorias testimoniales, que ha sido la política de la burocracia sindical y los partidos obreros reformistas. Por tanto es necesario dar fuertes pasos en la construcción de un gran partido de los trabajadores, con un programa que sea capaz de articular estas diversas luchas y que se proponga terminar con la dominación imperialista y con el capitalismo, que logre dar una batalla por la estatización de los recursos naturales bajo gestión de las y los trabajadores junto a la comunidad, de las industrias estratégicas, expropiando al capital extranjero y sus monopolios.
Esto, con total independencia política a las alternativas del progresismo burgués, que por medio de una política neoliberal y conciliadora con las bases de la estructura capitalista, le han abierto el camino a la derecha más nefasta, que hoy se aviva frente a la crisis de los antiguos partidos y coaliciones.