Hace 61 años se creó el Tribunal Universitario, un órgano que al interior de la Universidad Nacional Autónoma de México, se encargaría de resolver los “conflictos internos de la Universidad”, con sanciones estipuladas, que van desde extrañamientos, hasta la expulsión definitivas de los implicados. Pero, es sabido al interior de la Universidad que el Tribunal Universitario sanciona de todo, menos faltas contra los estudiantes y académicos. Cómo es el caso de las famosas expulsiones políticas, que han sido innumerables contra jóvenes sobre todo de bachillerato, y que aumentaron escandalosamente después de la huelga del CGH en 1999, que defendió la gratuidad de la educación.
Sábado 17 de octubre de 2015
Un organismo al servicio de la rectoría
Según un informe de contralínea publicado el 30 de junio del 2013, de 1999 a ese año, habían sido atendidos 3 630 casos de denuncias al interior de la UNAM. De este número de casos el 97% de las denuncias ejercidas, concluyeron en sanciones. Es decir, la efectividad de este organismo radica en la velocidad en que termina sus juicios, la gran mayoría contra jóvenes de bachillerato y activistas políticos.
Cuando un caso llega al Tribunal Universitario es prácticamente imposible defenderse, la posibilidad de poder refutar la acusación quedan casi anuladas por el modelo de juicio. El cual no ha sido modificado desde su fundación en el año 1954.
Y aun peor, el gran secreto a voces del Tribunal Universitario, es que no sanciona las violaciones a la Ley General, sino, que sanciona a la disidencia académica y política de la Universidad, como el caso que también retoma contra línea, de 3 estudiantes suspendidos durante 3 años por defender las prácticas de campo en la licenciatura de la Ingeniería Agrícola en el año 1986.
Sumado a los más de 500 expulsiones de estudiantes que participaron de la huelga del CGH en 1999, donde en ningún caso se tuvo oportunidad de defensa y se arguyeron distintos motivos, para esconder estas expulsiones evidentemente políticas. De lo cual hace parte La Ley Orgànica la cual sustenta la inapelabilidad de los juicios del TU, asì como el modelos monárquico del gobierno universitario.
El Tribunal defiende, pero ¿Qué intereses?
En 1990, en la Comisión Especial para el Congreso Universitario, voto por mayoría disolver el TU, han paso 25 años, y no sólo es una resolución sin respuesta, sino, que se ha profundizado su modelos y ha perpetuado su control inquisitorial sobre la comunidad Universitaria. Lo cual muestra como perspectiva, que por màs buenas intenciones que tengan las personas integrantes de los órganos de gobierno de la UNAM es imposible que ellas mismas cuestionen el origen de su existencia como organismo antidemocráticos.
En perspectiva de esto, el eliminar este tipo de órganos es la movilización de estudiantes, académicos y trabajadores. Sus expulsiones políticas, censura de la disidencia académica y la nula posibilidad de defensa, convierten en uno de los organismos más anquilosados y antidemocráticos de la Universidad, en su pilar legal. Este mismo se vuelve el arma màs potente de las autoridades y rectoría para luchar contra el movimiento estudiantil –como en 1999-, pero también para perseguir al activismo al interior.
Esto, representado en que desde hace más de 16 años, el miembro más viejo del Consejo Técnico de profesores de la Facultad de Derecho, preside dicho organismo. Su nombre, Luis Eduardo Feher Trenschine.
Es obvio en este sentido, que el TU defiende los interés de un pequeño grupo de la Universidad, loa mismos que garantizan que los planes de estudio estén acoplados a las exigencias de la OCDE y que la precarización laboral y las reformas estructurales se apliquen al interior de la UNAM, debido a que su composición siempre está formada por los Consejeros Técnicos más viejos de la Facultad de Derecho y del Instituto de Jurídicas, así como del Abogado General de la UNAM, nombrado por el Rector.
El Tribunal Universitario, La junta de Gobierno y la Rectoría; un verdadero virreinato.
La UNAM, pesé a ser la institución educativa más importante de América Latina y de México, mantiene uno de los modelos más antidemocráticos en su forma de gobierno, con prácticas medievales que viene de cuando aún era nombrada Real y Pontificia.
El Tribunal Universitario sólo es una de esas expresiones, que se concretizan en la imposibilidad, si quiera, de elegir a directores y autoridades de los planteles. Aun menos de elegir al rector o poder incidir en las decisiones del Consejo Universitario, donde el voto de los alumnos es consultivo y el Rector tiene voto plenipotenciario.
Por esto mismo, es que de primer orden que se ponga en pie un gobierno tripartito con mayoría estudiantil el cual pueda transformar de manera radical la estructura anquilosada de la UNAM y ponga esta al servicio de los sectores màs precarizados de esta sociedad, que son quienes mantienen en pie este casa de estudios.