En otra de sus medidas agresivas, el gobierno de Estados Unidos se opone a que la institución inyecte dinero a economías afectadas a partir de la pandemia de coronavirus.
Jueves 16 de abril de 2020 02:27
El Fondo Monetario Internacional viene anunciando que la crisis provocada por la pandemia mundial, que obligó a muchos países a parar parcialmente sus economías, va a provocar una caída económica a nivel mundial. Muchos economistas sostienen que la caída podría ser la mayor desde la gran crisis desatada tras el crack de 1929 o incluso peor.
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Para evitar un colapso en ciertas economías especialmente expuestas y con eso una profundización de la caída global, el FMI está evaluando utilizar la herramienta financiera llamada Derechos Especiales de Giro (DEG).
El instrumento fue creado por el Fondo en 1969 y la última vez que se usó fue en 2009 para paliar la crisis financiera que había explotado el año anterior a partir de la caída del banco de inversión Lehman Brothers. En ese entonces inyectó al sistema financiero internacional el equivalente a más de 200.000 millones de dólares. Ahora, según estimaciones, la cifra podría elevarse a 500.000 millones.
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Según informó la agencia Reuters, varias fuentes con conocimiento de las discusiones del FMI dicen que Estados Unidos, que tiene una participación dominante en el fondo y puede vetar medidas, se opone activamente al nuevo financiamiento. Y es que el gobierno de Trump no quiere que eventualmente Irán y China tengan acceso a esa liquidez financiera.
Se conoce de sobra las fuertes tensiones que el presidente estadounidense generó en los últimos años con estos países. En el caso de Irán, Trump rompió unilateralmente los acuerdos nucleares y volvió a aplicar duras sanciones económicas con el objetivo de destruir la economía persa y forzar un cambio de régimen favorable a sus intereses. Una estrategia criminal similar a la que ha utilizado históricamente EE.UU. contra Cuba o más recientemente contra Venezuela, sin importarle en lo más mínimo que la clase trabajadora pague las consecuencias con hambre, miseria y deterioro fenomenal de derechos básicos como la salud.
Con China, viene promoviendo una guerra comercial inédita que tiene serias consecuencias en la economía global y elevando las tensiones con acusaciones sobre que el gigante asiático provocó intencionalmente la pandemia mundial de Covid-19.
Con estos antecedentes, y muchos otros que podríamos mencionar como su gestión de la pandemia en EE.UU., no sorprende la oposición del magnate norteamericano a cualquier plan de estímulo económico a otros países.
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El FMI, por su parte, no tiene ningún interés en ayudar a “países en problemas”. Se trata de una organización controlada por y al servicio de las principales potencias imperialistas del planeta. Sistemáticamente se ha dedicado a endeudar de manera sideral a las economías periféricas, y llevar a los países más atrasados y dependientes a la quiebra de sus aparatos productivos.
Sus “recetas” para salir de crisis económicas se basan en planes de ajuste salvajes, con recortes a la seguridad social, al gasto público, devaluaciones que destruyen los salarios de la población, flexibilización laboral, recorte en las jubilaciones y pensiones, en los sistemas de salud y educación entre otras. Los casos emblemáticos de Haití donde en los años 80’ destruyeron literalmente su economía, los ajustes draconianos impuestos a Grecia y otros países del sur de Europa en la última década, o el infame préstamo que le hicieron al ex gobierno argentino de Macri violando sus propios estatutos, son algunos botones de muestra.
El hecho de que semejante institución esté discutiendo un nuevo y masivo plan de estímulo económico, es una muestra de la magnitud de la crisis que se viene y de que quieren evitar que la gravedad de la misma llegue a un punto que afecte los propios intereses imperialistas que defienden (como podría ser la quiebra de grandes bancos y empresas), así como evitar que la situación derive en estallidos sociales. No hay que olvidarse que esta pandemia y la utilización política que de ella hicieron muchos gobiernos, ocultó masivas protestas que se venían desarrollando en países como Chile o Francia.
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Por otro lado, muchos referentes de las finanzas mundiales dicen que la magnitud de los DEG que se está discutiendo, son insuficientes. En un artículo de opinión publicado recientemente en el Washington Post se afirmó que tanto Larry Summers (ex secretario del Tesoro de Estados Unidos) como Gordon Brown (ex primer ministro británico), coincidieron en que “si alguna vez hubo un momento para una expansión de los fondos internacionales conocidos como Derechos Especiales de Giro, ese momento es ahora”.
Y agregaron que “para que los fondos globales se mantengan en equilibrio con la expansión monetaria interna en los países ricos, se necesita con urgencia un aumento en los DEG de más de 1 billón de dólares”, es decir mucho más que los 500.000 millones que planea el FMI.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, planteó por primera vez la posibilidad de una asignación de DEG el mes pasado, pero fue rápidamente desestimada por funcionarios estadounidenses. "No ha habido interés en buscar los DEG del lado de Estados Unidos, de hecho, llegaron a decir que no están a favor de los DEG", comentó el viernes Georgieva a la revista Economist.
Sea cual sea la rosca dentro del Fondo y los roses de intereses entre los distintos gobiernos imperialistas que conducen la institución, lo cierto es que ninguno hará nada en favor de los pueblos que explotan y oprimen. Una salida progresiva a esta crisis histórica sólo puede conseguirse con la lucha y la organización obrera y popular, apuntando a afectar los intereses de las grandes empresas y monopolios para que esta vez, la crisis la paguen ellos.
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