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Red Internacional
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LEFT VOICE. Trump, saca tus sucias manos del antifascismo

Trump anunció la declaración de “Antifa” como organización terrorista. Junto con el resto de la derecha estadounidense, están tratando de acallar el antifascismo, y con ello, toda la resistencia a su agenda reaccionaria. Se hace urgente combatir este ataque contra la izquierda.

Lunes 1ro de junio de 2020 04:41

No contento con los ataques contra inmigrantes, musulmanes, diversidad sexual y mujeres, Trump y la derecha del Congreso han puesto sus ojos en la izquierda. Esta semana Ted Cruz y el senador pro-Trump Bill Cassidy presentaron una resolución para etiquetar a “Antifa” como una "organización terrorista doméstica" y pidieron al FBI que investigara al grupo por supuestas actividades criminales. Ya en julio de 2019, Donald Trump afirmaba que estaba considerando la resolución, argumentando que "facilitaría el trabajo de la policía".

Mientras que la resolución del Congreso de Cruz sería en gran parte simbólica y no cambiaría ninguna ley existente, la medida, si se aprobara, seguramente tendría un efecto escalofriante en toda la izquierda. Deberíamos defender aquello considerado antifascista contra este ataque, y todos los ataques de la derecha, con todos los recursos a nuestra disposición.

“Antifa” (abreviatura de antifascista) es un colectivo de activistas que remonta su historia a la Acción Antifascista y agrupaciones afines en la Alemania de la época nazi. La historia moderna de Antifa comenzó en los años 70 y 80. Ha crecido dramáticamente desde la elección de Trump en 2016 y hoy en día es casi un nombre familiar. Sus miembros se adhieren principalmente al anarquismo, aunque también participan activistas de otras tradiciones políticas. Se movilizó durante la inauguración de Trump y ha interrumpido varias manifestaciones y mítines de la derecha. Antifa comenzó a aparecer en los titulares nacionales después de varios enfrentamientos sangrientos con grupos de extrema derecha en ciudades como Berkeley y luego Charlottesville. En esta última ciudad, los supremacistas blancos asesinaron brutalmente a la activista Heather Heyer e hirieron a otras 19 personas en 2017.

Esta no es la primera vez que Antifa ha sido blanco de un ataque. La administración Trump intentó condenar a cerca de 200 activistas, incluidos miembros de Antifa, que se manifestaron durante su toma de posesión con cargos criminales, aunque el intento fracasó y todos los cargos fueron retirados a principios de este año. En 2017 Dakota del Norte aprobó una ley contra las máscaras dirigida a los activistas de izquierda y a Antifa, cuyos miembros suelen cubrirse la cara durante las manifestaciones. Incluso la ciudad "progresista" de Portland propuso recientemente una ley similar. Los miembros del Congreso han tratado de impulsar una versión federal de la legislación antienmascaramiento, pero hasta ahora no han tenido éxito.

Los esfuerzos de Cruz y de la derecha por demonizar a Antifa y a la izquierda en general sirven de distracción útil ante un verdadero resurgimiento del terror de la derecha en el país. No sólo los matones abiertamente supremacistas y fascistas han marchado por las principales ciudades, sino que los actos de violencia de la derecha han alcanzado niveles no vistos en décadas. Entre estos actos se encuentran el asesinato de nueve miembros de la iglesia negra en Charleston y el ataque en 2018 a la sinagoga del Árbol de la Vida en Pittsburgh, en el que murieron 11 personas. Mientras tanto, los crímenes de odio antimusulmanes han aumentado en todo el país.

Además de estos claros ataques a grupos raciales y étnicos minoritarios, varios otros tiroteos masivos de hombres solitarios, incluidos los de Parkland y Orlando, Florida, fueron llevados a cabo por hombres que defendían opiniones de extrema derecha, xenófobas o misóginas.

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Por supuesto, todas estas tendencias se producen en el contexto de una administración presidencial racista y antiinmigrante en los Estados Unidos y el surgimiento de gobiernos de derecha en todo el mundo, que han hecho de la persecución de los inmigrantes y las minorías su primera prioridad. El propio Trump declaró durante la campaña que bloquearía a todos los musulmanes para que no entraran en el país. Declaró que había algunas "buenas personas" entre los grupos neonazis que marcharon en Charlottesville.

El nuevo primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, ha llamado a las mujeres musulmanas que llevan el niqab "ladronas de bancos" y ha usado las calumnias más ofensivas posibles al hablar de los negros africanos. Mientras decenas de miles de migrantes son arrestados, encerrados en jaulas, pasan hambre y sufren abusos, la derecha ha optado por centrarse en la prevención de la "violencia" de Antifa, un grupo que incluso fuentes conservadoras admiten que no es responsable de quitar una sola vida.

Los ataques contra Antifa también tienen otro propósito. Reprimir a la izquierda es principalmente una herramienta para la clase capitalista para luchar contra las demandas de los trabajadores por aumentos salariales y mejoras en sus condiciones de vida. Mientras los trabajadores no tengan representación política, no podrán hacer oír sus demandas de manera efectiva y se verán obligados a elegir entre el menor de los dos males pro-capitalistas. En tiempos de crisis, incluida la larga crisis que comenzó en 2008, ésta es una táctica particularmente importante para que el capital mantenga la rentabilidad.

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Antifa no es la única organización de la izquierda que se enfrenta a una creciente persecución y criminalización. Desde 2017, al menos 18 estados han aprobado o propuesto leyes dirigidas a prohibir las protestas contra la construcción de oleoductos, y nuevas leyes represivas pueden estar en camino. Según The Intercept, "La legislación propuesta por la administración Trump prescribiría hasta 20 años de prisión por ’inhibir el funcionamiento’ de un oleoducto o gasoducto". En Hawai, más de 30 activistas fueron encarcelados por luchar contra la construcción de un telescopio de la NASA en tierras indígenas tradicionales. Esto sin mencionar el uso de respuestas policiales fuertemente militarizadas a las manifestaciones contra los asesinatos policiales en las comunidades negras, como la de Michael Brown en Ferguson, Missouri.

Los valientes jóvenes de Antifa han ayudado a llamar la atención sobre el ascenso de la derecha y han resistido los ataques reaccionarios contra las mujeres, los inmigrantes y la población racializada. Aquellos que creen en el fin de la opresión y la explotación deben estar listos para defender Antifa de los ataques políticos que se originan tanto dentro como fuera del Congreso. No compartimos el método de Antifa. Creemos que los enfrentamientos aislados entre una pequeña minoría de la clase obrera y la derecha o la policía no derrotarán la xenofobia o el racismo. Más bien, creemos en el poder de la clase obrera para cambiar la sociedad: huelgas, movilizaciones y la organización de un partido obrero de masas dispuesto a tomar el poder político.

Sin embargo, no nos uniremos a las quejas de la derecha y los liberales por la "destrucción de la propiedad" causada por Antifa, ni nos preocupamos por los derechistas que han sufrido algunos golpes duros a manos de los miembros de Antifa. Los revolucionarios y todos aquellos preocupados por acabar con la opresión y la supremacía blanca deberían decir alto y claro: ¡Saca tus sucias manos de Antifa!

Traducción: Roberto Jara


Robert Belano

Vive en Washington y es escritor y editor de Left Voice de EE. UU.

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