Mientras los simpatizantes de Trump en el Partido Republicano coreaban ¡construye el muro!, Joe Arpaio, el despiadado jefe policiaco y el conocido cazador de inmigrantes de Phoenix, Arizona, era el encargado de presentar a Donald Trump para que hiciera su discurso de aceptación de la nominación de su partido como candidato a la presidencia de EE UU.

Raúl Dosta @raul_dosta
Viernes 22 de julio de 2016
Sin embargo, aunque se trataba de la principal fiesta del Partido Republicano, celebrada en la ciudad de Cleveland, se mostró el rechazo a convalidarlo, o al menos el resquemor de aparecer cerca del magnate, de un importante sector de los militantes de este partido. Se notó la ausencia de importantes figuras de la cúpula republicana incluyendo legisladores y gobernadores importantes. En especial la del gobernador de Ohio, donde se realizó la Convención.
Al presentar al candidato, Arpaio resumía: “Trump construirá el muro, restaurará la ley y el orden para evitar que drogas e inmigrantes ilegales entren a nuestro país”.
En el discurso de Trump permea la idea de “la ley y el orden” que se asemeja al de Richard Nixon, quien gobernó el país en 1969/74 una época que los negros se enfrentaban en las calles con la policía y la Guardia Nacional, contra la segregación racial primero y, junto a activistas blancos, especialmente universitarios, contra la guerra de Vietnam.
Hoy que el descontento entre la comunidad negra comienza a repuntar después de varios años de asesinatos impunes de policías blancos, usa como excusa los ataques recientes contra policías y asegura que existe una crisis en EE UU donde “los ataques contra la policía y el terrorismo en las ciudades amenazan nuestra forma de vida”.
Y CONTRA LOS INMIGRANTES, UN MURO
El panorama de EE UU según Trump es sombrío pues es un país acosado por ilegales. Por eso resaltó y renovó su compromiso de construir un muro a lo largo de la frontera con nuestro país hasta frenar la migración ilegal, que es una amenaza a “la ley y el orden” y al bienestar económico de los trabajadores de EE UU. Por eso afirmó que los estadunidenses “desean alivio de la migración descontrolada” y rechazan la “amnistía masiva” propuesta por Hillary Clinton.
Para él, las décadas de inmigración, producidas por la expoliación de los países latinoamericanos por las grandes trasnacionales norteamericanas y sus gobiernos títeres, cuya pobreza estructural ha generado una oleada persistente de paisanos que cruzan la frontera en busca del sueño americano, han “producido salarios más bajos y desempleo más alto para nuestros ciudadanos, sobretodo trabajadores afroamericanos y latinos”.
Así la carga a los trabajadores migrantes de gran parte de los efectos de la fuerte crisis por la que pasa la economía norteamericana, que no repunta desde la crisis internacional del 2008, y que en plano internacional va retrocediendo en su hegemonía económica y política. Apelando al nacionalismo del pueblo estadounidense asegura que su “plan de acción” tiene como punto de partida “poner primero a Estados Unidos: “el americanismo, y no el globalismo, será nuestro credo”. Y las primeras víctimas de ese “americanismo”, serían nuestros connacionales pues mientras se construye o no el muro de marras, la persecución de ilegales podría incrementarse lo mismo que las exigencias de revisar el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), para lo que amenaza de retirarse del mismo.