Entrevista. Tucumán arde nuevamente en la 10ª Bienal de Fotografía Documental

¿Cómo vivenciaste el inicio de la 10ª Bienal de Fotografía Documental?

JP: La Bienal empezó con muchísima fuerza y, en lo personal, estoy muy contento porque rápidamente se vio el carácter de encuentro, de compartir y no solamente de compartir una fotografía, sino también de compartir una bebida, un sándwich, y eso es más o tan importante que las exposiciones, que las conferencias y todas las actividades propuestas. Desde la Bienal nos interesan las redes sociales que se arman. Por ejemplo, aquí se armaron colectivos de fotografía, grupos de estudio, de producción, es decir la vida misma que transcurre en el colectivo de los que amamos la fotografía.

¿Cambió la Bienal desde su inicio hace veinte años?

JP: Sí, por supuesto, y aunque los cambios se fueron dando en muchos aspectos, hay una cuestión que se mantuvo: el carácter de encuentro. Lo que nunca quisimos hacer y trabajamos para que esto no suceda, es el “tipo de festival” donde tenés a personalidades por un lado y al público por otro. Acá trabajamos para que los roles sean intercambiables; hoy puedo estar dando una conferencia, mañana puedo estar sentado como público escuchando a alguien y después todos juntos compartiendo una cena. Esta es la idea con la que convocamos desde un principio, y que se fue manteniendo y consolidando. La gente que participa viene con esa actitud, y nos enorgullece que eso pase.

¿Cuándo comienzan a trabajar para lo que será la próxima Bienal en 2024?

JP: Lo normal es que dejemos pasar tres o cuatro meses, máximo seis, y empecemos a trabajar en la próxima edición.
Desde que convocamos a los fotógrafos a participar de la Bienal con su trabajo generamos un vínculo muy estrecho que hace que, ante la contingencia de no poder asistir, quede en pie la promesa de estar presentes en la edición siguiente.

¿Qué opinión te merece lo sucedido en el frente de la Casa Histórica horas antes de la inauguración de la Bienal, durante el montaje de la instalación de la fotógrafa Ananké Asseff? (NdR: @ananke.asseff colgó en la fachada de la Casa Histórica de Tucumán, a modo de performance expositiva para la inauguración de la Bienal, un cartel estilo pasacalle que decía “Ocupa las calles con tu decisión y tu belleza”. Apenas instalado el cartel algunas personas que se identificaron como turistas y manifestantes se acercaron con un encendedor y prendieron fuego el lienzo intervenido por la fotógrafa. Como una metáfora del pasado, el grupo de violentos hizo que Tucumán arda nuevamente).

JP: Lo que sucedió es una consecuencia de los discursos de odio. Yo creo que eso está directamente asociado al fogoneo que se hace desde sectores irresponsables, que buscan generar divisiones y distancias por cualquier cosa y en cualquier lugar y, lógicamente, está atravesado por una mirada política y de posicionamientos a los que les resulta funcionales; eso siempre logra calar en determinadas personas. No hay que menospreciar lo que sucedió ni quitarle importancia, sino como ejemplo, veamos el intento de atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, eso es una prueba fehaciente de que un “loquito suelto” puede ser tan o más peligroso que una mafia organizada. Al ataque de hoy hay que darle importancia, tenerlo en cuenta y trabajar en la construcción cultural, social y política que nos lleve a poder convivir de otra manera, aún con nuestras diferencias.

¿Opinas que lo ocurrido, además, puede ser una consecuencia de cómo interpela la fotografía a la sociedad?

JP: La fotografía en su carácter polisémico tiene la potencialidad y la posibilidad de interpelar desde distintos lugares a diferentes públicos. Y eso que interpela, para bien, para mal, provoca reacciones de todos los colores. Pero no por la fotografía, ya que la fotografía no deja de ser un instrumento, sino justamente por la carga simbólica que tiene posibilidad de hacerse realidad a través de la fotografía.