El presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció elecciones anticipadas en medio de la situación política acalorada. Pretende lograr una mayoría para formar un gobierno de partido único con el fin de introducir un sistema presidencial.
Martes 25 de agosto de 2015
Tan solo dos meses después de las elecciones parlamentarias, Turquía se encuentra ante elecciones anticipadas. Durante estos meses se había formado un gobierno provisorio del partido islámico neoliberal AKP (“Partido de la Justicia y el Desarrollo”) los tras obtener una autorización por parte del presidente Erdogan, con el objetivo de negociar un gobierno de coalición con el partido kemalista CHP (“Partido Republicano del Pueblo”) o el partido de ultra-derecha MHP (“Partido de Acción Nacionalista”). Sin embargo, no pudieron lograr un acuerdo sobre un gobierno de coalición que hubiera puesto un fin al gobierno de partido único del AKP que ya tiene 13 años.
Mientras tanto, Erdogan declaró terminado el “proceso de paz” con el movimiento kurdo y lanzó una ofensiva militar en su contra.
La junta electoral (YSK por sus siglas en turco) aún no anunció la fecha de las elecciones anticipadas, pero Erdogan se entrometió y propagó el 1° de noviembre como fecha electoral, otra vez violando la constitución.
Ahora se debe formar un “gobierno electoral” que prepare las elecciones. Según la ley, este gobierno debe incluir a todos los partidos del parlamento. Pero tanto el CHP como el MHP rechazaron su participación. A su vez, el partido reformista pro-kurdo HDP (“Partido Democrático de los Pueblos”) tiene una posición pragmática: para terminar la guerra y mostrarse como garante de la estabilidad, declaró su disposición a participar en el gobierno electoral a condición de poder influir en la composición del gabinete.
Aunque Erdogan tendría que ubicarse de forma “neutral” por su cargo presidencial, su praxis fue otra. Mientras que el AKP llevó a cabo las negociaciones por el gobierno de coalición en el propio interés de Erdogan, el CHP y el MHP pusieron como condición para la formación de un gobierno de coalición que Erdogan no intervenga más y se limite a su cargo de presidente. Sin embargo, creer que esto suceda después de que el AKP haya sufrido una derrota relativa en las elecciones, sería ingenuo. Tanto como primer ministro como en su cargo presidencial, Erdogan ha defendido una política autoritaria en estos últimos 13 años. En su momento, se refería en la constitución golpista de 1982, pero cuando se vio limitado por ella, reformuló la constitución según sus propios intereses. Por ejemplo, al estallar el escándalo de corrupción en 2013, purgó el aparato judicial y la policía, impidiendo la investigación de la corrupción dentro del AKP.
El AKP pretende unificar la burguesía turca dividida por medio de un gobierno “fuerte” de partido único. Mientras que la secular “Asociación de empresarios y hombres de negocios de Turquía” (TÜSIAD por sus siglas en turco) aboga por un giro “diplomático” en la política exterior, la continuación del “proceso de paz” y un modelo de coalición entre el AKP y el CHP, la más conservadora “Asociación independiente de empresarios y hombres de negocios” (MÜSIAD por sus siglas en turco) apoya a Erdogan. Esto no es casualidad, ya que MÜSIAD ha sido muy favorecido durante el gobierno del AKP.
Por su parte, el "terrorismo de Estado" en contra de los kurdos y las fuerzas de izquierda tiene el trasfondo de las elecciones anticipadas. El AKP aspira por un lado a disputarle la base al MHP con un discurso nacionalista, y por otro impedir la entrada del HDP al parlamento o por lo menos debilitarlo, con el fin de lograr una mayoría propia para formar un gobierno de partido único.
El AKP apuesta a que la creciente preocupación de la población por su seguridad favorezaca la intención de voto por el AKP. Así, Erdogan y muchos políticos del AKP se presentan en los funerales de los soldados muertos en la guerra contra los kurdos. Por otra parte, con su discurso nacionalista pretenden legitimar al terrorismo de Estado. Sin embargo, aún no se ha visto afectada la intención de voto por ese discurso. Es que la profundización de la crisis económica, las relaciones hostiles en la política exterior y el resurgimiento de la guerra contra la guerrilla kurda PKK (“Partido de los Trabajadores de Kurdistan”) resulta en un descontento palpable con el gobierno, si bien la gran mayoría de los medios burgueses hacen sonar los tambores de guerra todos los días.
Con la ruptura de la “tregua” que empezó hace dos años, vuelven a morir masivamente guerrilleros kurdos y soldados turcos. Parientes de ambos lados protestan contra la guerra. Se formó un masivo “bloque pacifista”, apoyado por casi todos los partidos de izquierda y liberales, los activistas de DDHH y ONG’s. Pero ese bloque tiene grandes límites: no hay ningún llamado a la resistencia activa en forma de ocupaciones de las instituciones estratégicas del Estado o de las fábricas o en forma de huelgas, mientras que el gobierno arresta, tortura y asesina a los kurdos en Kurdistan del Norte. De lo que se trata es simplemente continuar el “proceso de paz”.
Pero se muestra más claramente que ese “proceso de paz” es tan solo una utopía y no puede solucionar los grandes problemas de la nación kurda oprimida. Ese rumbo solo engaña a las masas e impide su radicalización. Pero también es cuestionable el “radicalismo” del PKK. Más allá de la más que legítima autodefensa, tienen lugar atentados aislados e individualistas que producen mucha confusión, en vez de mostrar una salida estratégica por la autodeterminación y la solución de los problemas sociales de los trabajadores y las masas kurdas.
A su vez, los sectores kurdos dentro del AKP tampoco están contentos con el fin del “proceso de paz” ya que significará pérdidas materiales para ellos. Todos estos elementos muestran los obstáculos que el AKP tiene que superar en las próximas elecciones para aumentar sus votos.
Las encuestas también verifican ese pronóstico. Según éstas, muy probablemente no habrá grandes cambios en la constelación de las bancas después de las elecciones anticipadas en comparación con la situación actual. Ya el 7 de junio el HDP había superado el piso proscriptivo del 10 %. Es altamente probable que el HDP incluso aumente sus votos ya que el rumbo militarista de Erdogan influye negativamente en su base kurda.
En este caso, no habrá referéndum por la introducción de un sistema presidencial. No obstante, Erdogan puede en los hechos “gobernar al gobierno” porque la potestad del presidente ya es muy grande según la constitución golpista aún vigente. Así, Erdogan confirmó por primera vez, muy en concreto, su política de bonapartización del régimen en un discurso en la localidad de Rize el 14 de agosto: “Hay un presidente con potestades de hecho en nuestro país, no con poder simbólico. Aunque no le guste, el sistema de gobierno de Turquía ha cambiado. Lo que deberíamos hacer ahora es de adaptar el marco legal de nuestra constitución a esa situación de facto.”
La elecciones anticipadas se darán en el marco de la militarización de todo el país. No basta llamar a que Erdogan “no vuelva a ser Presidente”, como lo anunció el HDP en la primera ronda de las elecciones. Se confirmó que la vía parlamentaria sola no puede quitarle el poder a Erdogan ni terminar la guerra contra el movimiento kurdo. En vez de eso, se trata de combatir la ofensiva militar con la movilización de las organizaciones obreras y sus métodos de huelga, y forjar una alianza estratégica entre los trabajadores y masas turcas y kurdas: autodefensa de la región kurda (y solidaridad con todas las organizaciones en lucha), huelga general contra Erdogan, con una perspectiva socialista en Turquía y Kurdistan.