Martes 9 de abril de 2019
Durante el 2018 el gobierno de Chile Vamos se ha esmerado en atacar a la juventud, primero intentando impulsar el estatuto laboral juvenil, luego el proyecto de Aula segura (que ya fue aprobado en el congreso). Este año no ha sido distinto, con el anuncio del recrudecimiento de la ley de control de identidad, que afectaría a menores desde los 14 años. Esta línea de represión a la juventud la podemos ver en distintos escenarios, por ejemplo, en la Universidad de Antofagasta para este año se están preparando dos medidas que agudizarán la represión académica y harán más difícil que los estudiantes aprobemos el año académico.
Las medidas consisten en hacer de la asistencia un requisito obligatorio para aprobar los ramos, con una exigencia del 75%, además de un cambio en la forma de evaluación, lo que dificultará a los y las estudiantes aún más aprobar los ramos. Estos dos cambios, serán el nuevo coladero de la universidad, debido a que intenta imponer poco a poco la obligatoriedad de la asistencia invisibilizando la situación de aquellos que trabajan, tienen hijos o padecen cualquier tipo de situación que les impide asistir a la universidad.
Sin embargo esta política autoritaria, no viene de la nada, ha sido una línea consciente de las autoridades de la UA, durante al año pasado estudiantes de derecho se pronunciaron en contra de las nuevas reglas que el jefe de carrera había impuesto, quien no estaba aceptando la justificación por enfermedad, exigiendo más documentación y rigurosidad a la hora de justificar la falta, pidiendo incluso el recibo de la compra de bonos. Así mismo en noviembre del pasado año, los estudiantes de medicina paralizaron ante la represión de los académicos y rectoría quienes los quisieron reprobar con nota 1.0 por asistir a la marcha convocada por el Confech y la CUT.
Con esta medida rectoría de la UA se pone a tono con los intereses del gobierno, que quiere ahogar a la juventud con medidas represivas, que buscan regimentar la vida, haciéndola de cuadritos, lo que profundiza las brechas educativas, en un sistema educativo de mercado, que al no ser gratuito obliga a cientos de estudiantes a trabajar, muchas veces sin ningún tipo de contrato para poder no solo sostener el costo de sus carreras si no que además para costear una vida, en muchos casos endeudándose familias enteras, en una de las ciudades más caras de chile. Es en esta realidad que solo el 30% de los estudiantes terminan las carreras, entre trabajos precarios, la maternidad/paternidad e instituciones educativas que no se preocupan por la calidad de vida de sus estudiantes.
Esto termina en que solo los estudiantes que tienen los recursos únicamente para estudiar puedan permanecer en la universidad, a un ritmo académico desbordante en la mayoría de las carreras, que además, si no es logrado por el estudiante, este es sometido - en ocasiones - a los juicios morales de los académicos más afines a los intereses de los directivos que insisten en atribuir la baja asistencia a “flojera” y falta de disciplina en desmedro del impacto que tiene la situación económica en el aprendizaje y rendimiento.
Más restricciones mientras nos quitan la gratuidad
Hoy más de 20 mil estudiantes perdieron la beca gratuidad del gobierno de Bachelet, debido a no poder terminar sus carreras en los años correspondientes, en la UA son 325 los que no podrán seguir estudiando, porque la beca que nos entregaron no responde a las necesidades del movimiento estudiantil que se impuso el 2011 en las calles.
Luis Alberto Loyola, rector de la UA ha salido a criticar la situación, en la página de comunicación UA ha dicho: “los más de 20 mil estudiantes que perdieron la Gratuidad este año reflejan que el sistema no funcionó adecuadamente, y que por lo tanto, debe ser revisado”.
Sin embargo, aunque podemos estar de acuerdo con que este sistema no funciona, no estamos en la misma vereda, él está siendo parte de los obstáculos que los y las estudiantes tenemos que afrontar para poder terminar las carreras, usando el autoritarismo como coladero para cerrar las universidades a los sectores más precarizados, a los hijos de las familias trabajadoras, profundizando la brecha que existe entre quienes se gradúan de colegios públicos y privados.
Según un informe de Acceso a Educación Superior Chile, realizado el 2015, solo un 41% de los alumnos que salen de colegios públicos logra entrar de forma inmediata a alguna institución de educación superior, mientras que el porcentaje en colegios privados es del 77%, aquellos que no entran deben someterse a las listas de esperas, intentando alcanzar un cupo y/o alguna beca o crédito que le permita costear los estudios, como la beca bicentenario, que tiene como requisito aprobar el 70% de los ramos para mantenerla, arrojando a quienes no pasan esta exigencia al endeudamiento con los bancos.
Lo que realmente necesitamos los estudiantes
Lo que para el rector Loyola, son “solo” 200 estudiantes, para nosotros es expresión de una realidad que atraviesa al país y al mundo, donde los estudiantes, la juventud y las mujeres son los primeros en recibir los ataques de los empresarios cuando deciden que debemos pagar sus crisis financieras y sus lujos.
Sin embargo la pérdida de la gratuidad, debe ser un motor que convierta la impotencia de la juventud, en una fuerza en las calles que enfrente los ataques del gobierno de Chile Vamos y los empresarios.
Pero tanto a nivel nacional como en la UA, vemos que nuestras direcciones en las federaciones de estudiantes, en manos de las Juventudes Comunistas y el Frente Amplio no están organizando un plan de lucha para enfrentar estos ataques, si no que al contrario buscan contener lo que podría ser una lucha en contra de este gobierno desviando todo hacia la vía parlamentaria, moviéndose en los marcos que los empresarios dictan,exigiendo sólo una “mejor beca de gratuidad”, ignorado por completo la fuerza que puede emerger en uno de los momentos de más debilidad del gobierno, en donde además de estar con un 51% de desaprobación, comienza a vivir los desastres de una economía inestable a nivel internacional con índices de inflación que van hacia arriba y cifras de crecimiento que se estancan.
Frente a la medida autoritaria de los nuevos parámetros de exigencia de asistencia, la FEUA dirigida por las juventudes comunistas no está interesada en organizar una respuesta desde los estudiantes de la universidad, dejándole el camino fácil a rectoría para que imponga sus medidas con el objetivo de regimentar aún más la vida de los estudiantes, sin importar la realidad y calidad de vida de nosotros.
Desde Vencer y Pan y Rosas, pensamos que debemos organizarnos ante estas nuevas restricciones que son parte de la línea en contra de la juventud del gobierno y los empresarios, pero no debemos quedarnos ahí, debemos ir por más, y pelear para acabar con la educación de mercado, exigiendo un financiamiento integral a la educación pública, con aportes directos del Estado para que tengamos una educación gratuita, laica, no sexista e intercultural para todes en las universidades públicas, y abrir la universidad a las familias de los trabajadores acabando con los filtros como la PSU, apostando también a reestructurar las universidades por completo dejando que no docentes, estudiantes y académicos puedan decidir sobre el funcionamiento interno, las cargas académicas y horarias, terminando con el autoritarismo y la burocracia de la junta directiva y la rectoría de las universidades.

Nancy Lanzarini
Profesora de Lenguaje y Comunicación.