El gremio docente cordobés adhiere a una crítica moderada al neoliberalismo amparándose en el Papa Francisco y en el sueño del Pacto Social como meta de su actividad.
Lunes 23 de noviembre de 2020 00:17
El pasado 23 de octubre, el gremio docente UEPC realizó, en los denominados “Encuentros imprescindibles”, un conversatorio con Rafael Velasco, responsable en Argentina y en Uruguay de los jesuitas. Se dialogó sobre la última encíclica del Papa, “Fratelli Tutti”. Velazco, quien fuera rector de la Universidad Católica de Córdoba del 2007 al 2014, sostuvo que "el mundo no cambia sino nos conmovemos por lo que les pasa a a los apaleados" .
En esta encíclica se abre un debate con el neoliberalismo, el individualismo, la desigualdad social y se plantea que la política debe estar por encima de los dogmas económicos. Cuestiona al neoliberalismo, con la esperanza de encontrar un capitalismo bueno.
La Doctrina social de la Iglesia y la legislación del trabajo
En 1891, frente a un auge de la combatividad obrera, la Iglesia Católica decide publicar su primera encíclica social: la Rerum Novarum. Con el correr del siglo XX se irían sucediendo varias encíclicas con Pío XII, Juan XXIII, Juan Pablo II, y ahora: Fratelli Tutti en 2020. En un principio esta Doctrina va a defender la conciliación de clases y la propiedad privada con función social. Desde 1945, en Argentina, el peronismo construyó la idea de que los trabajadores y empresarios van a trabajar juntos, en el marco de una comunidad organizada.
En la legislación impulsada por el peronismo se dice que el empresario tiene derecho a utilizar al trabajador para obtener ganancias, pero tiene una responsabilidad social que está regulada desde el Estado con una legislación protectora del trabajo. Los convenios colectivos, la conciliación obligatoria, los preventivos de crisis, las indemnizaciones, parten del reconocimiento del Estado como un ente que garantiza la armonía social, buscando mantener alejada la independencia de los trabajadores en la lucha por sus derechos, a la que renunciarían a cambio de algunas concesiones.
Hoy, esa idea se desdibuja con gobiernos pro empresariales o temerosos de las represalias del mercado; así los balances de las empresas pueden ser manipulados para simular quiebras, mientras se fugan el dinero como ocurrió enVicentín; y la conciliación obligatoria termina obligando al trabajador, pero no al patrón, que la puede ignorar con la anuencia de los ministerios como sucedió enMolinos Minetti.
Conciliación de clases en el siglo XXI
Cristina Fernández de Kirchner en su carta cuando le habla a los empresarios dice que en realidad a estos les conviene en términos económicos que el peronismo gobierne, pero que tienen un prejuicio antiperonista y sostiene que “esta actitud incomprensible ha sido y es una de las dificultades más grandes para encauzar definitivamente a la Argentina”.
El peronismo en el siglo XXI todavía tiene el deseo de una clase empresarial comprometida, pero choca con la burguesía argentina, que siempre responde con el bolsillo. En el discurso busca ponerle un límite al empresariado, de la mano de un gobierno que controle y redistribuye. Sin embargo, hoy le saca el IFE a los más pobres y pregona un impuesto extraordinario para solventar el fracking contaminante y a los empresarios: los dueños del país pagan por una ventanilla y cobran por la otra.
Tanto buscar ese sueño, pero mientras tanto bajando la cabeza
Los dirigentes de UEPC consideran que el Papa Francisco es un freno al neoliberalismo, abonando el mito de que la mejora de la situación social de los trabajadores proviene de la conciliación de clases, que en época de crisis se expresa como la política de hacer un gran pacto social.
De allí surge una orientación política: la de paralizar la lucha independiente del movimiento obrero por sus reclamos, reemplazando la lucha por la negociación y educando a los trabajadores en el corporativismo para mantener divididos a los trabajadores, cada uno luchando por su lado.
Por ejemplo: el despido de nuestras compañeras/os de limpieza, no fue tomado por el sindicato docente, y siembran la idea corporativa (como docentes, no nos interesa el resto) dejando correr, incluso, la división entre los docentes con trabajo y sin trabajo. Su lógica negociadora los llevó a cerrar un acuerdo salarial a la medida del gobierno, abandonando a docentes sin horas y licuando el salario de los demás. No quieren ofender al gobernador, su orientación política los lleva a tener relaciones cordiales con la patronal y el Estado.
Independencia política de la burguesía o sumisión y resignación
En la historia del movimiento obrero hay corrientes que han peleado por los intereses de los trabajadores como clase. Ese es el origen de la historia del movimiento obrero argentino, de la mano de compañeros anarquistas y socialistas. Esa es la bandera que tomamos quienes luchamos desde una perspectiva trotskista en el siglo XXI.
El peronismo quiso borrar esas páginas de la historia para instalar la idea que los obreros consiguen sus conquistas ligados al Estado. Los sindicalistas peronistas han puesto legisladores e incluso ministros de gobiernos que atacan los derechos del trabajador, como el caso del Ministro de Educación, Walter Grahovac, que se encarga de llevar adelante el ajuste en educación, o como Carmen Nebreda, ex secretaria general de UEPC y diputada nacional del kichnerismo, quien en 2010 votó contra los jubilados.
Si con Vandor de la UOM en los años 60, los sindicalistas peronistas golpeaban para negociar, hoy sólo se encuentran a gusto tras un escritorio. Su horizonte es, como lo reconocieran en más de una ocasión los propios dirigentes de UEPC, actuar dentro del marco de la constitución nacional, que contempla el derecho a la propiedad privada, y por tanto el derecho del dueño a contratar y despedir. Por eso ante los despidos de escuelas privadas, el sindicato sólo asesora que la indemnización esté bien liquidada.
Esa negociación cotidiana es cada vez más inconducente en medio de una profunda crisis. La conducción de UEPC viene educando a la docencia en la resignación, justificando los descuentos por días de paro que frenan el derecho a la huelga.
José Campellone ex Secretario General del SMATA cordobés decía que el sindicato debe velar por la salud de las empresas. Siguiendo esa línea de pensamiento se justifica avalar retiros voluntarios y despidos. Por eso seguir la encíclica implica hacer una apuesta a un gran acuerdo social, un acuerdo que hoy está hecho a la medida del FMI.