Las fricciones por cuestiones referidas al presupuesto marcan el inicio de una larga contienda electoral.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Miércoles 13 de enero de 2016
A pesar del receso estival las acusaciones en los pasillos de la UNT están a la orden del día. Como veníamos señalando en notas anteriores, el triunfo de Mauricio Macri había motivado a un grupo de decanos a hacer públicas sus diferencias con la rectora Alicia Bardón. De la palabra, los decanos pasaron a la acción, reuniéndose con Albord Cantard, quién está al frente de la secretaría de Políticas Universitarias.
Bardón había quedado en off side con su apoyo a Daniel Scioli, que incluyó un spot con funcionarios de La Cámpora. Su vicerrector, José García, ganó en su apuesta al primerear un almuerzo con Esteban Bullrich y asistir a la asunción de Cantard. Estas acciones alimentaron las especulaciones sobre los espacios que se abren para disputar en las elecciones a rector de 2018. Las primeras cartas se van a mostrar en mayo cuando se renueven los consejeros que integran la mesa del Consejo Superior. De manera indirecta, es un recuento de porotos entre los decanos.
A raíz de una columna del periodista Guillermo Monti que daba cuenta de estos movimientos, el grupo de decanos integrado por Adela Seguí (Derecho), José Luis Jiménez (Ciencias Económicas), Rosa Castaldo (Psicología), Olga Paterlini (Arquitectura), Mafalda B. Silva (Educación Física) y Liliana Zeman (Odontología) publicó una “carta del lector” en el diario La Gaceta que, aunque pretendía negar la existencia de un proyecto electoral en común, esbozó una primer plataforma de acuerdos.
Entre los siete puntos enunciados, sostienen que el Rectorado debe eliminar “el concepto de dádiva o castigo” y la gestión de “mega proyectos para algunas [Facultades, NdR], mientras no reconoce los derechos de otras”. Intentando resaltar una continuidad entre Bardón y el ex rector Juan Cerisola, claman por el conocimiento público del “uso de los fondos” provenientes de Minera La Alumbrera y “una universidad transparente” que “no reedite prácticas políticas y electorales del pasado”.
La rectora Bardón contestó que poner en duda la gestión de quienes gobiernan es una práctica electoral típica, y pateó la pelota para el área del oficialismo a nivel nacional. Señaló que todos los problemas señalados por el grupo de decanos opositores (problemas edilicios, docentes interinos) tienen que ver con un presupuesto ajustado, por lo que en esta semana se reunirá con Cantard para plantearle ´”la situación económica de la UNT”.
Quién subió la apuesta fue Hugo Saab, funcionario del Rectorado y viejo operador político. Reconociendo una interlocutora, apuntó contra Adela Seguí: “si quisiéramos embarrar la cancha, diríamos: ¿cómo se licitó la biblioteca de Derecho? No hubo licitación. O, ¿cómo se abrió el bar Cúspide? Queremos pensar que fue el mejor ofrecimiento”.
Seguí rechazó las acusaciones y arremetió nuevamente contra Bardón: “la causa de nuestra postergación no es que la Universidad es grande, sino el destino que se asignó a los fondos universitarios en la actual gestión y en la anterior". "La Universidad viene de una etapa marcada por la falta de transparencia en el manejo de fondos millonarios", sentenció.
La incipiente pelea no implica que ambos sectores no puedan convergir en algunas oportunidades. El mandato de Bardón se inició con un cierre de filas entre decanos contra la huelga docente que duró tres meses (con golpiza de la patota a estudiantes incluida). Las diferencias fueron expuestas solapadamente en las sesiones del Consejo Superior, y llegado el caso se han ocultado en sesiones cerradas. Aunque puedan tomar demandas sentidas (como las recategorizaciones docentes o los problemas edilicios) y declamar diferencias, ambos sectores se han opuesto a quienes defienden verdaderamente la educación pública –los docentes y estudiantes– cuando salen a luchar.
Sin ir más lejos, Bardón ya ha salido a defender la decisión de la Facultad de Medicina de no avanzar con el ingreso irrestricto en la carrera. La mayoría de los decanos opositores se opuso en la Asamblea Universitaria a incluir el ingreso irrestricto como “principio” que la UNT defiende en sus nuevos estatutos.
Las “gestiones” por un mayor presupuesto es un sinsentido de las mismas autoridades que avalan los presupuestos que ya vienen con ajuste, y se vuelven maniobras para reposicionarse en sus aspiraciones personales que reflejan la orientación social de una universidad fuente de grandes negociados, de espalda a las necesidades de las grandes mayorías.