La UTA es uno de los gremios más importantes a nivel nacional. Es un gremio muy poderoso por su peso estratégico, pero la burocracia que lo dirige utiliza ese poder solo para sostener sus privilegios. Al ser un sindicato del transporte, un paro de la UTA tiene la posibilidad de dejar el país prácticamente paralizado.
Lunes 26 de noviembre de 2018 02:08
Imagen/Enfoque Rojo * Roberto Fernández, Secretario general de la UTA
El viernes 16 de noviembre, Choferes Autoconvocados de Corrientes bloquearon la salida de los colectivos de la empresa ERSA para garantizar la efectividad de un paro. Reclaman aumentos de salarios y que se les pague parte del aguinaldo que se les adeuda. También exigen la registración de todos los trabajadores, ya que la patronal tiene a cientos de ellos en negro.
Además enfrentan la persecución por parte de la empresa y la conducción antidemocrática de su sindicato, la UTA (Unión Tranviarios Automotor). Según manifestaron, en las elecciones sindicales no se les permite presentar una lista para competir con la oficialista, encabezada por Rubén Suárez en la región.
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El de los chóferes correntinos es uno de los tantos conflictos que se han desarrollado en el último tiempo y que las conducciones sindicales dejan aislados. Su ejemplo muestra que entre los trabajadores crece la bronca y hay disposición para pelear. La dirigencia sindical, con su accionar policíaco dentro de las organizaciones obreras, colabora con las patronales para mantener las cosas bajo control. A otro nivel, colabora con el plan de ajuste del Gobierno. La UTA fue uno de los gremios que no adhirió al paro convocado por la CGT el 18 de diciembre, día en que se votó el robo a jubilados y jubiladas en el Congreso.
Suárez es el Secretario General de la UTA Corrientes y tiene bajo su control a su vez, a la CGT provincial. Como si no le bastara con esto, es Senador provincial por ECO- Cambiemos. El viernes 16 Suárez fue echado del lugar por los choferes correntinos. El hombre se había acercado a mediar en favor de los intereses de la empresa.
Tradición: traicionar
Roberto Fernández es el actual secretario general de la UTA. El estilo de Suárez en Corrientes, es una réplica de la impronta de Fernández a nivel nacional.
En 2017 choferes de Córdoba dieron una dura batalla contra un acuerdo paritario miserable y contra despidos. Fernández declaró que los trabajadores que luchaban “quedarían fuera de la cobertura gremial” si persistían con el “no acatamiento de las directivas del sindicato UTA Nacional”, es decir, si no dejaban de luchar. Finalmente, intervino la seccional provincial del sindicato para quebrar el conflicto.
El Gobierno nacional, provincial y municipal también se metieron para derrotarlos. Pusieron agentes de Gendarmería en los colectivos. La UTA aportó sus patotas para amedrentar y le quitó los fueros gremiales a los delegados que peleaban.
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El ejemplo de los choferes cordobeses muestra crudamente la lógica con que las direcciones burocráticas controlan los sindicatos. Otro caso paradigmático es el del subte. A partir de 2008 trabajadores y trabajadoras de Metrovías empezaron a organizarse por sus condiciones de trabajo. La UTA intervino para boicotearlos. El hartazgo y la bronca contra el sindicato que nunca actuó en su defensa, derivó en la fundación de uno nuevo, la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro (AGTSyP).
La clave para las conducciones sindicales burocráticas es aplastar cualquier atisbo de organización independiente y para ello cuentan con la colaboración de los gobiernos. A su vez, los gobiernos de turno cuentan con la “paz social” garantizada por la dirigencia gremial que traiciona las luchas y no pone la fuerza de los sindicatos en las calles.
Un poco de historia
Roberto Fernández no agarra el volante de un colectivo desde 1984. Ocupó distintos cargos en la UTA, hasta convertirse en secretario general del gremio en 2006. Era parte de un entramado de negocios que manejaba el anterior secretario general de la UTA, Juan Manuel "Bocha" Palacios.
Palacios fundó junto a Hugo Moyano el "Movimiento de trabajadores argentinos" (MTA). En los años 90 este agrupamiento se ubicó como una oposición a la dirigencia sindical tradicional, con un discurso más combativo. Sin embargo, a pesar de esta impronta, terminó apoyando el reemplazo del menemismo por la Alianza, gobierno que aplicó un plan de ajuste brutal y decantó en la crisis del 2001.
En círculos políticos y sindicales Palacios era considerado un factor fundamental en las estrategias de Moyano en esa época y en el transcurso del Gobierno kirchnerista, con quien mantuvo una buena relación hasta su retirada. Moyano y Palacios: dos burócratas con el poder de los choferes y de los camioneros como prenda de negociación en sus manos. Dos burócratas manteniendo bajo su control el poder de quienes transportan casi todo: las personas y las cosas.
Empresarios
Palacios condujo la UTA durante 22 años, desde 1984 hasta su renuncia en 2006. En ese período fue investigado por compras millonarias de campos y la puesta en marcha de una empresa en la provincia de Buenos Aires llamada Colema. Ante las acusaciones por corrupción, le cedió su lugar a Roberto Fernández.
No importó que Fernández fuera socio de la familia Palacios. Tampoco que el diario Perfil revelara, en 2010, que ambos estaban vinculados a la compañía Vandalia Investments, ubicada en Las Bahamas, un paraíso fiscal utilizado para lavar dinero. El domicilio de la sociedad era, ni más ni menos, que el del mismo Roberto Fernández.
La carrera del sucesor del “Bocha” está cargada de traiciones. Dan testimonio los choferes cordobeses o los trabajadores del subte. También los trabajadores de la línea 60 a quienes la UTA dejó tirados en varios conflictos por despidos, por paritarias y ante el grave hecho de la muerte de David Ramallo en su lugar de trabajo.
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La UTA es uno de los primeros gremios que cerró paritarias con un acuerdo acorde a las aspiraciones de Cambiemos. Fernández es uno de los fundadores del famoso “club del 15 %”. En las negociaciones paritarias, en conflictos por condiciones laborales o ante las muertes y accidentes, la UTA siempre defiende a las patronales del transporte.
Y mientras traiciona a los trabajadores, los favores que hace Fernández al Gobierno y a los empresarios tienen su retribución. Si algo caracteriza a la burocracia sindical, es la habilidad para poner los sindicatos al servicio de la defensa de sus propios privilegios. El hijo de Fernández trabaja para el Gobierno de la Ciudad desde 2012. Según consta en su cuenta de Linkedin, se desempeña como Director Ejecutivo en el Instituto de Vivienda de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las internas en la UTA
A fines de octubre la UTA estuvo convulsionada por una interna en las elecciones por el secretariado general del sindicato. Los comicios estuvieron precedidos por varios capítulos judiciales y muy probablemente habrá alguno más en el futuro. En este contexto, Roberto Fernández se proclamó reelecto como Secretario General por los próximos cuatro años.
La elección se realizó en cada una de las ramas de la actividad y en los cuartos oscuros sólo estaba la nómina que encabezaba Fernández, por lo que su reelección fue un mero trámite. Ello porque nunca se oficializó la lista que lideraba Miguel Ángel Bustinduy, el hombre fuerte de la zona metropolitana, quien ocupaba el cargo de Secretario de Organización de la UTA. El hombre que se atrevió a desafiar a Fernández, cuenta con el guiño de DOTA, uno de los principales conglomerados empresarios del complejo mundo del transporte automotor.
Se trata de una disputa entre dirigentes sindicales cortados por la misma tijera. El apoyo de DOTA a la lista de Bustinduy, expresa qué tan útiles les son a las patronales este tipo de sindicalistas en los lugares de trabajo. La interna en la UTA con la mano de los empresarios en el medio, es un escenario calcado al que se vio este año en el sindicato de Comercio. Muerza desafió al histórico Cavalieri con el apoyo del empresario de los supermercados, Alfredo Coto. Los dirigentes más viejos como Cavalieri o Fernández, tienen el respaldo de Cambiemos. Para el Gobierno, en tiempos de ajuste y cuando más se necesita contener a la clase trabajadora, cuanto más conocido el diablo, mejor.
La ausencia de la boleta de Bustinduy produjo protestas y quema de urnas en los lugares de trabajo para denunciar la proscripción. Entre idas y vueltas de la justicia finalmente se aceptó la apelación del oficialismo y se allanó el camino para que Fernández revalide el sillón que ostenta desde 2006.
Esta interna no está cerrada. Aunque la justicia le dio la razón a Fernández siguen las medidas de Bustinduy que la semana pasada paró todas las líneas de colectivos de DOTA. A poco de votarse el Presupuesto de ajuste en el Congreso y días después de que otro chofer muriera a causa de su trabajo, Bustinduy puso en escena la fuerza de los choferes de la zona que controla, para medirse con Fernández en una disputa entre burócratas.
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Ni cuando mueren
El nombre de Jorge Ibáñez se suma a la larga lista de trabajadores y trabajadoras que cada año pierden la vida o sufren accidentes gravísimos, como resultado de la desidia y la sed de ganancias de las empresas.
La muerte de Ibáñez, como la de David Ramallo y la de tantos otros trabajadores del transporte, son el resultado de las condiciones de trabajo precarias y de riesgos permanentes. La UTA es totalmente cómplice.
Jorge falleció luego de intentar apagar el incendio que sorprendió a la unidad que manejaba, un colectivo de la línea 306 de la zona sur de la provincia de Buenos Aires. Bajó a todos los pasajeros y volvió a subirse a apagar el incendio ocasionado por una falla en el motor. Murió después a causa de un infarto.
Sus compañeros denunciaron que el matafuego del colectivo no se hallaba en condiciones y convocaron a paralizar el servicio junto a otras líneas de la zona (532, 518 y 222). Ni Fernández ni Bustinduy movieron un dedo.
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Las patronales del transporte reciben millonarios subsidios y se han enriquecido con los tarifazos que azotan el bolsillo trabajador. Mientras, mantienen condiciones de ultra precariedad a los trabajadores que dejan la vida, en un contexto de ajuste y ataques a los sectores populares.
Recuperarlos y revolucionarlos
Chóferes de diversas líneas de colectivos de CABA y Gran Buenos Aires, vienen organizándose para avanzar en la conquista por las 6 horas de trabajo. También pelean por el control de la seguridad e higiene bajo la mirada de los trabajadores mismos para que se acaben las muertes obreras. Acompaña esa pelea Myriam Bregman, quien elaboró el proyecto de ley por las 6 horas.
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Como se ve, sectores de trabajadores de la UTA dan peleas cotidianas para mejorar sus condiciones de trabajo e intentan organizarse a pesar de la burocracia que como respuesta los persigue, mientras negocia el ajuste con las patronales y el Gobierno. La UTA ataca su organización casi tanto como los patrones, aunque dice estar de su lado. Ningún chofer, mecánico, ni trabajador del subte puede creer esto. Las diversas experiencias de los trabajadores que lidian con esta clase de dirigentes, hablan por sí solas.
El enorme poder de la UTA como sindicato del transporte, los ejemplos de luchas traicionadas y muchas otras peleas que su conducción se niega a dar (como cuando se votó el Presupuesto o contra los tarifazos en el transporte y los servicios), ponen en evidencia la urgencia por barrer a la burocracia y recuperar los sindicatos para revolucionarlos. Es la única manera de transformarlos en verdaderas herramientas de lucha en manos de trabajadores y trabajadoras.