Viernes 3 de octubre de 2014
La noticia irrumpió en la portada digital de La Capital y a esta altura de los acontecimientos el lector podría dudar de si era verdad o si se trataba de un virus que había hackeado al diario rosarino. Bonfatti dijo que el suyo es un “gobierno honesto”, denunció una “campaña sistemática” contra el gobierno de la provincia y acusó al peronismo de denunciar “en Buenos Aires” supuestos hechos que no se denuncian en Santa Fe. Por último: un clásico, la victimización, contraatacó diciendo que si fueran cómplices de los narcos, no se explicaría que su casa haya sido baleada.
Lo de Bonfatti fue, de hecho, una respuesta tardía a la editorial de Horacio Vervitsky del domingo, en el que el periodista recoge los dichos de la madre del narcotraficante Luis Medina, quien dijo que su hijo, abatido de manera brutal, financió la campaña a gobernador del socialista. Dijo, además, que la casa de Bonfatti fue baleada por incumplir acuerdos con los narcos.
Bonfatti respondió. En algo, solo en una cosa, Bonfatti tiene razón y dijo algo cierto: cuando responsabilizó al peronismo por el fortalecimiento original, digamos, del tráfico de drogas y el crecimiento del crimen organizado en la provincia. En eso Bonfatti no miente, ya que con el PJ se vigorizó la narcopolicía. Pero fue con el gobierno del llamado Frente Progresista entre el Partido Socialista y la UCR, en que esta realidad se perfeccionó y se desarrolló hasta los niveles actuales. Todo, claramente, con el paraguas de Binner y de Bonfatti.
La notebook y el teléfono hablaban de ti
La foto que el PS vendió sobre sí mismo, de ser un grupo de pulcros monaguillos, fue groseramente manchada por el propio accionar de narcos, policías corruptos, mafia, barrabravas e impunidad, que rodea al desempeño gubernamental cotidiano. El caso Medina dejó en offside al gobierno. Bah, mucho más que en offside: el delantero socialista aparecía casi golpeando al lineman. El gobierno, y en particular los ministros Lamberto y Galassi, se apresuraron en obtener y “peritar” (es decir, manipular, fraguar) la computadora Mac del narco muerto. Es una versión repetida por todos que esta inédita incursión del gobierno provincial en una causa judicial no tuvo otra finalidad que la de tapar con tierra los lazos entre Medina, a quien le fue habilitado el boliche Esperanto, y el gobierno honesto de Bonfatti, Binner y Fein.
Lo mismo sucede con los teléfonos del narco Ramón Machuca, conocido como “Monchi Cantero”, uno de los lugartenientes de la Banda de Los Monos. En las grabaciones de la causa judicial se jacta de repetir la llegada que tenía é y su banda no solamente en el alto mando policial sino también en la élite gubernamental. Del gobierno honesto, claro.
Tognoli, el honesto comisario narco socialista
Finalmente el juicio al ex jefe de la Policía Hugo Tognoli, promovido por Hermes Binner primero y por Antonio Bonfatti, después, ya tiene fecha. Tognoli fue protector de narcos y de redes de trata en toda la provincia. La impunidad con la que se manejaba llegaba hasta la base de la “fuerza”: en las escuchas del narco Ascaíni, un policía le responde al proxeneta que para vender cocaína en un cabaret, “son 30 mil pesos a Tognoli”. ¿El gobierno no sabía de las prácticas de Tognoli cuando lo promovió, irónicamente, a Drogas Peligrosas? ¿Y no las conocía cuando lo encumbró en La Santafesina SA? Claro que sí, las conocía y las encubrió.
La honestidad y la política capitalista
Lo de Bonfatti es una respuesta defensiva al hecho de que se acumulan bolsas de basura en la causa Tognoli, en los casos de Trata como el de Paula Perassi, en los escándalos de redes de prostitución con paraguas político, como el escándalo de Supergatitas, y en decenas de casos donde el régimen político santafesino supura podredumbre. Defender la “honestidad” de los políticos capitalistas es prácticamente un absurdo. Aun en casos en los que individuos no se enriquezcan “ilícitamente”, un régimen político que se base en sostener legalmente la miseria de millones y entronizar las ganancias de un puñado, es intrínsecamente corrupto. Una minoría defiende sus intereses y lo hace con todos los medios (y los políticos capitalistas) disponibles, legales, e ilegales, comprando votos, violando leyes, lo que sea.
Pero defender la honestidad del gobierno que garantiza la continuidad de la podrida realidad narco y proxeneta en Santa Fe, es directamente una burla.