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Un balance a 10 años del #YoSoy132

Óscar Fernández

Un balance a 10 años del #YoSoy132

Óscar Fernández

Ideas de Izquierda

A 10 años de suscitarse el movimiento juvenil #YoSoy132, es necesario retomar y profundizar el balance crítico de ese proceso, para explicar el surgimiento, desarrollo y fin del mismo a fin de sacar las mejores lecciones que nos pudo aportar a la juventud y la izquierda mexicana.

El 11 de mayo de 2012, el entonces candidato presidencial por el PRI, Enrique Peña Nieto, fue expulsado de la Universidad Iberoamericana por cientos de estudiantes que se oponían a su accionar represivo como gobernador del Estado de México. La campaña de desprestigio y criminalización de la juventud desde los grandes medios de comunicación catalizó un movimiento juvenil a nivel nacional que desde hacía varias décadas no se veía en el país.

A diez años de la coyuntura, creemos que es necesario continuar con la labor de reexaminar el origen, desarrollo y fin del movimiento con el propósito de extraer las lecciones y el legado que el 132 dejó. [1] Con varios de sus referentes cooptados en distintos ámbitos y colectivos que surgieron al calor del mismo hoy inactivos, se vuelve necesario preguntarnos: ¿qué queda del 132 y qué podemos aprender de él?

Hace un año realizábamos una reseña de dos publicaciones que hablaban acerca del tema del movimiento #YoSoy132, las cuales creemos nos pueden volver a servir de base de apoyo para examinar con mayor cercanía y detalle al que fue apodado como el movimiento de “los indignados mexicanos”. El 132, empero, no tuvo un único origen a partir de los sucesos de la Ibero, sino que coadyuvó a coordinar y unificar diversos esfuerzos de organización juvenil.

Más de un origen en el 132: influencias internacionales

Así pues, es interesante resaltar el hecho de que, en particular en Tijuana, quienes conformaron el #YoSoy132 en esa ciudad iniciaron su activismo en la consigna “Ocupemos Tijuana”, dejando patente, por una parte, su solidaridad con los estudiantes entonces recientemente masacrados en 2011 en Ayotzinapa, pero también mostrando la influencia del movimiento #OccupyWallStreet del otro lado de la frontera, en el cercano San Diego en la Alta California, y cuyos integrantes retomaban las consignas no sólo de sus contemporáneos estadounidenses, sino también de los Indignados en el Estado Español. Esto, junto con la ya mencionada situación de acceso a internet en México de aquel entonces, comprueba la tesis de Trotsky sobre el desarrollo desigual y combinado en los países atrasados y semicoloniales como el nuestro. [2]

Sin embargo, una década sin movimientos juveniles y estudiantiles a nivel nacional, como la que atestiguamos a inicios del milenio, no pasan en vano. El 132 fue parte de la primera oleada de lucha de clases producto de la crisis de 2008. En ese sentido, quedó patente el cambio generacional entre quienes habían protagonizado la “huelga de fin de siglo” en la UNAM en 1999 y quienes tenían su primera prueba en las asambleas del 132. Salvando las distancias (literales y metafóricas) entre el 132 y el #PasseLivre, como lo señalan nuestros compañeros de Brasil, se trató de un movimiento que “era un levantamiento complejo, desigual en contenido nacionalmente y confuso, como son los primeros ensayos del movimiento de masas”. [3]

Dos alas en el 132: una lucha de estrategias

Al interior del movimiento se expresaron dos tendencias, una más a izquierda entre quienes reivindicaban el legado del CGH y sus métodos —con asambleas abiertas, delegados elegidos democráticamente, con mandato de base, rotativos y revocables en cualquier momento—, así como plantear ir más allá del pliego petitorio cuestionando la relación entre el duopolio Televisa-TV Azteca y el gobierno y subrayando la independencia política del movimiento (quienes hoy levantamos el Movimiento de los Trabajadores Socialistas [MTS] y la revista Ideas de Izquierda México defendimos esta perspectiva, [4] como ha sido ampliamente desarrollado en el balance que se publicó en el libro #JuventudEnLasCalles, en el año 2014). Del otro lado se expresaba otra tendencia de corte más reformista entre quienes apoyaban la idea de “voto útil” hacia López Obrador (entre ellas, por supuesto, el propio Morena, que en ese momento aún era un movimiento social de base de corte electoralista). Esta última ala prefería métodos de organización burocrática, con las asambleas a puerta cerrada [5] so pretexto de evitar el espionaje del PRI, así como restringir el uso de voz y voto a los “voceros” elegidos —aunque algunos ni siquiera lo fueron en sus asambleas— de las escuelas, mismos cuya participación a veces llegaba a ser en los hechos permanente .

A ello se suma que, paralelo a las asambleas, el movimiento comenzó a operar “mesas de trabajo” cuya acción llegaba a chocar, contradecir y eclipsar las prácticas y acuerdos que se venían dando en las asambleas. Quienes entonces integraban la agrupación estudiantil Contracorriente y que hoy militamos en el MTS, dimos cuenta de esta situación y tratamos de llevar al movimiento a abrazar una perspectiva que lo dotara de un programa anticapitalista, [6] que cuestionara hasta el final la relación entre empresarios (en especial los mediáticos) y los políticos de los partidos capitalistas y de tender alianzas con otros sectores. [7]

Al mismo tiempo, quienes impulsaban la idea del “voto útil” [8] pusieron por delante dos operaciones que iban en el sentido de que el movimiento no se saliera de “su propio cauce” juvenil y estudiantil, lo que en los hechos quería decir mantener aislado al 132. En el plano político, se planteó la necesidad de que el 132 apoyara abiertamente la candidatura de AMLO, entonces abanderado de la coalición PRD-PT-Convergencia, misma que fue rechazada para mantener la identidad “apartidista” [9] del #YoSoy132, [10] que era la forma en que se entendía en ese entonces la defensa de la independencia política del movimiento y de la juventud. Esto además dio respuesta a los cuestionamientos del PRI planteando la interrogante (con la intención de desprestigiar al movimiento, desde luego) de “¿por qué el 132 se dice ‘apartidista’ por un lado y por el otro ataca a Peña Nieto?”, a lo que el movimiento respondió que era “apartidista mas no apolítico” y que tomar partido contra el PRI era una postura política más allá de las intenciones de voto.

Sin embargo, en el plano estratégico, el ala reformista defendió la idea de que el 132 impulsara debates presidenciales alternativos al del IFE, que por aquel entonces solamente iba a realizar un único debate, así como la insistencia de que los integrantes del movimiento se registraran como observadores de la contienda electoral ante el IFE para vigilar las elecciones y denunciar cualquier intento de fraude. Asimismo, el ala reformista esgrimió la postura de que dentro del movimiento no debía haber corrientes y organizaciones políticas (lo que en los hechos significa censurar la pluralidad de opiniones que surgen de manera natural en la juventud y el movimiento estudiantil al calor de la coyuntura, y más en general, en cualquier movimiento social real) y, bajo ese argumento, terminó llevando a cabo una campaña de corte macartista contra todas las corrientes que se expresaban abiertamente en el 132, como fue el caso de la agrupación Contracorriente en la UNAM.

En esta perspectiva la dirección reformista del 132, que defendía la postura de no hacer actos considerados “radicales”, tuvo éxito, y varios jóvenes asistieron a las urnas para registrar el fraude bajo la ilusión de que las propias instituciones electorales evitaran la imposición de Peña Nieto. Esto quedó plasmado en diversas declaraciones del movimiento, que planteaban la idea de que había que “generar conciencia sobre el voto informado, por quién votar” y hacer un “voto inteligente”, [11] planteando consignas como “antes de votar, me informo”, “sólo un ignorante votaría por otro”, “soy prole pero pienso”, “analiza, piensa y luego forma tu opinión”, [12] así como posicionarse contra la manipulación mediática bajo la consigna de la “democratización de los medios de comunicación” y apuntalar a una conciencia contraria a la alianza entre el PRI y las principales televisoras. [13]

El día de la elección, cientos de jóvenes asistieron como observadores a las casillas, [14] denunciando diversos mecanismos de fraude como el famoso “carrusel”, [15] boletas pre-marcadas por el PRI, discrepancia con los resultados de las casillas y los datos plasmados en la página del IFE y un largo etcétera de irregularidades. El descontento se expresó en tres mega-marchas durante el mes de julio a las cuales asistieron cientos de miles de jóvenes en distintos puntos de la república, [16] dando cuenta del rechazo al resultado que daba por ganador, por un margen muy chico, al abanderado del PRI. Sin embargo, la dirección del 132 llevó al movimiento al callejón sin salida pretendiendo que la misma autoridad fraudulenta desconociera sus propios resultados, [17] condenando al IFE por “no responder adecuadamente a las irregularidades electorales y a los reportes de ciudadanos y observadores de casilla” y que “no garantizó la legitimidad y transparencia del proceso”. [18]

La respuesta del PRI no se hizo esperar. Si en un inicio habían intentado (sin éxito) primero “dividir” al movimiento [19] para luego alegar que había intereses partidistas ocultos y que los jóvenes eran “manipulados” por el PRD y López Obrador, [20] en la etapa post-electoral diversos grupos de choque del PRI llegaron a atacar diversas manifestaciones del 132, como fue el hostigamiento a la marcha del 2 de octubre en Tijuana [21] y el uso de jóvenes de centros de rehabilitación de drogas para bloquear las manifestaciones de la juventud. [22]

Conclusiones a una década: lecciones para la juventud mexicana

Si bien la juventud del 132 expresó correctamente que era heredera de movimientos anteriores y se hermanó con experiencias como la de Cherán, la dirección del 132, con una perspectiva reformista, impidió que estas iniciativas se desarrollaran, desatando una campaña contra quienes reivindicaban el legado del 99. Precisamente habría sido muy distinto si el #YoSoy132 hubiera tendido lazos comunes políticos en un encuentro de luchas y planteado un plan de acción para frenar la imposición de Peña Nieto, perspectiva que se había perfilado con mucho énfasis en la primera asamblea interuniversitaria (celebrada el 30 de mayo de 2012) con miles de asistentes celebrada en “las islas” de Ciudad Universitaria, pero que las direcciones reformistas al interior del 132 sabotearon con sus métodos burocráticos ya mencionados arriba. Desarrollar esta postura pasaba por apelar a la población, en especial a los sectores de trabajadores en las fábricas y ramas estratégicas de la economía, muchas de las cuales están controladas por la CTM.

Este último elemento resulta fundamental si contemplamos los ataques al sindicalismo mexicano y al movimiento obrero en su conjunto, donde las direcciones burocráticas juegan un papel como garantes del orden neoliberal gracias su relación con el Estado, [23] lo cual se da en un marco de una correlación de fuerzas relativamente desfavorable si se contrasta con el papel más preponderante que juegan las cámaras empresariales (y el aumento de éstas). Es decir que durante el orden neoliberal proliferaron más las cámaras empresariales a la vez que se disminuía la composición de los sindicatos, generando —por el ya mencionado rol de las burocracias sindicales— un obstáculo objetivo para que la juventud y el movimiento obrero confluyan en las calles hermanando sus luchas.

En función de ello es que hizo falta la unidad con sectores de la clase trabajadora con decenas de jóvenes realizando brigadas y “mítines relámpago” a los barrios obreros, mercados populares y centros de trabajo. Justamente en ese aspecto es que el movimiento de 1968 logró ganarse el apoyo de gran parte de la población. Como lo describen sus propios integrantes: “el CNH era el cerebro del organismo, las manifestaciones el sistema muscular, las asambleas eran el sistema nervioso y las brigadas el sistema circulatorio” y “el alma y corazón del movimiento”. [24] Para ello también era necesario un funcionamiento democrático de las asambleas y abiertas a la participación de sus asistentes, algo que el sector encabezado por los moderados, que monopolizaron la dirección del 132, se rehusó. La falta de revocabilidad también le jugó en contra al movimiento, con voceros “permanentes” de facto, lo que permitió que la cooptación resultara más sencilla, como fue el caso de Antonio Attolini, vocero de la asamblea del 132 del ITAM y que terminó siendo desconocido por ésta debido a su cooptación primero por Televisa en un programa de televisión y después terminando al interior de las filas del Morena. Como planteamos en otras oportunidades:

Y nos preguntamos: ¿por qué los mismos que aplauden si AMLO saluda a los maestros como parte de sus posturas electorales se niegan a que el movimiento asuma esas definiciones que apuntan a la unidad obrero-estudiantil? Porque su principal interés es evitar que surja un movimiento estudiantil y juvenil no institucionalizado que asuma como propias las demandas de los trabajadores y campesinos y que pueda ir más allá de las justas demandas iniciales con las que surgió. [25]

Este aislamiento paulatino, favorecido por las burocracias sindicales y políticas, terminó por desilusionar y desesperar a diversos integrantes del movimiento. En el marco de la justa decisión del activismo en continuar la lucha, mientras la mayoría de las direcciones sindicales y políticas dejaban solo al 132, se expresó, entre otras cosas, en el desenlace final fue la propuesta de tomar las calles el mismo 1ro de diciembre, cuando Peña Nieto tomara posesión, mientras que otro sector llamó a “cercar el congreso”, teniendo que enfrentar a diversos grupos de choque, provocadores y miles de granaderos tanto en las inmediaciones de San Lázaro como en la zona del Zócalo de la Ciudad de México, inundando la ciudad de gases lacrimógenos y con decenas de heridos y detenidos, así como la posterior muerte de Kuy Kendall, adherente a la Sexta. Al mismo tiempo que denunciamos la represión estatal y fuimos parte de la lucha por la libertad de los presos de las protestas de ese periodo, hay que decir que sobre la base del aislamiento, devino una fetichización de determinados métodos de lucha. Como declaramos en su momento:

Luego de que EPN triunfase en las elecciones, vino el reflujo, donde se dio una relativa autonomía de acción que se orientó hacia el 1DMX como oportunidad de “recuperar el tiempo perdido”, esta vez no con métodos pacifistas y sí con “contundencia en las acciones”. Desde entonces surgió un crisol de tendencias que no buscan delimitarse hasta el final del programa y la política reformista que primó en el movimiento, y buscan en cambio delimitarse en la acción misma. […] Si la acción directa es un método utilizado por el movimiento obrero y estudiantil, legítimo en la lucha de clases cuando surge y es respaldado por el movimiento de masas, aquí se trata de una “acción directa” por fuera de la correlación de fuerzas y de un proceso de organización de masas, lo cual lleva a acciones aventureras que abonan en el aislamiento de la vanguardia respecto de las masas juveniles y trabajadoras. [26]

El 132 dejó claro que las posiciones y debates sobre cómo hay que organizarse, con qué programa, objetivos y alcances, con qué táctica y qué estrategia política seguían vigentes ante una generación huérfana de referentes organizativos y de lucha inmediatos. Lejos de proponer una hoja de ruta más amena y defendiendo la democracia por la vía institucional, el ala reformista efectivamente terminó por aislar al movimiento, con acciones desligadas de un plan general democráticamente discutido desde la base y en asambleas con métodos preventivos de cooptación. Y ante cada negativa a adoptar los métodos defendidos por quienes reivindicamos el legado del 68 y la huelga del 99, resultaba más fácil cooptar y dividir a un movimiento con “dirigentes claros” y una base impaciente y desesperada por evitar el regreso del PRI a la presidencia.

A pesar de ello, el 132 fue el despertar a la vida política de toda una generación, la cual desembocó en la solidaridad al magisterio y contra la Reforma Educativa en 2013, la lucha contra la Reforma en Telecomunicaciones, el paro en el Politécnico y el movimiento por Ayotzinapa en 2014.

A 10 años de la “primavera mexicana”, esperamos que esta reflexión ayude precisamente a identificar los errores del pasado para que, el día de mañana, la victoria pueda quedar más a nuestro alcance.


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NOTAS AL PIE

[1Este esfuerzo es continuación de análisis previos hechos al calor del movimiento y que fueron posteriormente publicados por nuestra corriente en el libro #JuventudEnLasCalles (2014). Moissen, S., Oprinari, P., Vergara, J., et al. México: Armas de la Crítica.

[3Torres, M. “El efecto Lula en la izquierda brasileña y el desafío de los marxistas”, suplemento Ideias de esquerda, 14 de marzo de 2021.

[4Oprinari, P. “Apuntes sobre la huelga de fin de siglo” en Moissen S. (2014) #JuventudEnLasCalles, México: Armas de la Crítica, págs. 208-210.

[5Moissen, S. “Del #YoSoy132 al apoyo a la lucha magisterial”, ídem, pág. 235.

[6Oprinari, P. “El #YoSoy132: un nuevo despertar de la juventud mexicana”, ídem, pág. 217.

[7Ídem, pág. 222.

[8Ibídem.

[9Ibídem.

[10Ruiz, M. y Araujo C. (2018) Irrupción estudiantil y acción ciudadana: más allá de 131 y #YoSoy132, México: Universidad Iberoamericana, pág. 118.

[11Ídem, pág. 117.

[12Ídem, pág. 118.

[13Ídem, pág. 120.

[14Varela, H. y Hernández J. (2017) Los indignados mexicanos: insurgencia juvenil frente al regreso del PRI a la presidencia, México: Colofón, pág. 98.

[15Hace referencia a que un solo ciudadano vota múltiples veces en una elección en diferentes casillas.

[16Ruiz y Araujo, Op. Cit., pág. 125.

[17Moissen, op. Cit., pág. 235.

[18Ruiz y Araujo, Op. Cit., pág. 126.

[19Esta táctica la usaron por medio de estudiantes de la Universidad Anáhuac y del ITAM ligados al PRI que supuestamente se “desmarcaban” del #YoSoy132 y fundaban un nuevo movimiento llamado “#GeneraciónMX”, pero diversos nexos de sus integrantes con figuras priístas del Estado de México fueron publicados por el grupo de “hacktivistas” Anonymous.

[20Ruiz y Araujo, Op. Cit., pág. 122.

[21Ídem, pág. 135.

[22Ídem, pág. 141.

[23Varela y Hernández, Op. Cit., pág. 154.

[24Testimonios de Marcelino Perelló y Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca. Documental: El memorial del 68 (2008). Director: N. Echeverría. Ciudad de México: TVUNAM. Capítulo 2: “Que viva la discrepancia”, minuto 14:38.

[25Oprinari, P. ídem, supra nota 4, pág. 209.
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Óscar Fernández

@OscarFdz94
Politólogo - Universidad Iberoamericana