Panorama político. Un camino minado

Bombas de aquí, para allá

“Hay que semi dinamitar todo” dijo Mauricio Macri en La Rural frente a empresarios. Un guiño más (y van) hacia el ultraliberal Javier Milei. Larreta buscó diferenciarse desde la pose de un moderado, y Lilita Carrió directamente puso al ex presidente con un pie afuera de la coalición. “El problema de la oposición es que Mauricio no quiere estar en JxC. (...) quiere estar con Milei” fueron las palabras de la líder de la Coalición Cívica.

A la par que sigue su desarrollo la interna PRO y de Juntos por el Cambio, en el gobierno del Frente de Todos las preocupaciones se enturbian. ¿Alcanzan los alambres de Sergio Massa para evitar la devaluación directa antes de las PASO? Una pregunta que gana protagonismo en su murmullo. Si para cualquier oficialismo se hace muy difícil afrontar una elección con 104,3% de inflación interanual a tan solo 4 meses de la fecha, el escenario de devaluación o de una corrida cambiaria agregaría más dinamita a los planes del peronismo, incluso prende alarmas en el caso de que les toque ser oposición del próximo gobierno.

El fantasma de la salida traumática de Mauricio Macri en 2019 sobrevuela el tenso clima preelectoral. No solo por los escasos 4 meses que quedan, también por lo que pueda pasar entre las PASO y las generales frente a un escenario político con muchos más condimentos de incertidumbre que en ese entonces.

A la inflación, la sequía, y la falta de dólares en el Banco Central, se suma el peso de un actor clave: el FMI. Sergio Massa acaba de regresar de su quinto viaje a Washington como ministro, y ya está pensando en hacer otro dentro de 15 días. El cogobierno se recrudece, y el último informe del organismo internacional fue más tajante. Deja en claro que el ajuste tendrá que ser más intenso. Más aumento de tarifas, recortes en programas sociales, y advertencias sobre las jubilaciones y moratorias. El Fondo solo “aflojó” permitiendo que se flexibilicen las metas de reservas del Banco Central, pero nada sobre las metas de achicar el déficit.

El Frente de Todos que se encamina a terminar su mandato con cifras alarmantes de inflación, pobreza, indigencia, sin embargo no escatima recursos en el poder económico más concentrado. El mismo que está detrás de la puja por la devaluación: los agroexportadores. Leandro Renou publicó este domingo en Pagina 12, estimaciones del sector privado sobre las distintas versiones del dólar soja o dólar agro. Con la primera, tuvieron 30% de ganancias extras; con la segunda ganaron más de 35%; y con la ultima calculan que el porcentaje será similar o mayor. “Es como si el Gobierno le hubiese dado a los sojeros una rebaja en las retenciones del 33 por ciento habitual a un 5 por ciento” resume.

El lobby del gran empresariado se completa con una agenda cargada de encuentros y foros con distintos referentes políticos candidateados. La semana que pasó desfilaron por La Rural (Macri, Bullrich, Milei, Larreta, Morales, Schiaretti) en el encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP) y con representantes de la Sociedad Rural Argentina. Del oficialismo habían invitado a Massa (de viaje en Estados Unidos) y Wado de Pedro (que esta vez desistió de la invitación). Esta semana es el turno del “Foro Llao Llao” que tiene cita en el lujoso hotel patagónico. Confirmaron su presencia casi los mismos opositores que fueron a La Rural, y está invitado Alberto Fernández para cerrar el evento.

Como dijo Nicolás del Caño del Frente de Izquierda “cuando hablan de dinamitar todo, es para terminar con derechos de los trabajadores”. Detrás de esas ideas están estos grupos empresarios que recrudecen el lobby en la previa electoral. Al igual que con la devaluación, las privatizaciones, los precios remarcados en las góndolas, achicar el Estado contra trabajadores formales e informales, desocupados, jubilados menos para los empresarios que siguen recibiendo y pidiendo más beneficios con rebajas impositivas que salen de las arcas públicas.

Por eso Javier Milei encarna el sueño ideal del establishment, y Myriam Bregman lo definió como “un títere del poder económico”. La diputada y pre candidata a presidenta del Frente de Izquierda agregó “nunca creció tanto la derecha como bajo el gobierno del Frente de Todos”. Una reflexión que habrá que tener presente cada vez que quieran repetir la gastada fórmula de apoyar un “mal menor” porque lo que está enfrente es peor. Hay un camino construido por el Frente de Todos, con hitos como el acuerdo con el FMI o la millonaria transferencia de ingresos que le sigue sacando a los trabajadores para que se la lleven los grandes empresarios.

Crisis y confusión

Este domingo pasó el primer round de elecciones desdobladas, y la intención de nacionalizar los resultados generó más confusión que claridad. O expresó una cara más de la crisis del sistema político con coaliciones que coincidieron más de lo que aparentan como adelantamos la semana pasada.

El cambio más importante se dio en Neuquén con el triunfo de Rolando Figueroa, un ex MPN que con el sello “Comunidad” (junto a sectores del PRO, peronistas y liberales) desplazó al MPN de la gobernación tras más de seis décadas. Festejaron el resultado desde Macri y Larreta, hasta el Movimiento Evita y Massa, producto de la alianza variopinta que hubo detrás. Una de las provincias con más recursos por la explotación de Vaca Muerta, y una de las más desiguales con familias que no tienen gas aunque se extraiga a metros de sus casas. En Rio Negro habrá continuidad, con una alianza ampliada que mezcló a La Cámpora y radicales; y en Trelew perdió la intendencia el peronismo luego de 20 años a manos de Juntos por el Cambio. El Frente de Izquierda compitió en las tres elecciones, y en Neuquén obtuvo dos bancas en la legislatura y dos en el Concejo Deliberante de la capital.

Las desdobladas continúan con una nueva tanda el 7 de mayo: Jujuy, Misiones y La Rioja. En Jujuy, gobernada por el radicalismo, el Frente de Izquierda es una referencia de peso con Alejandro Vilca, que ingresó al Congreso en la última elección con el 25% de los votos.

Mientras avanza el calendario electoral en las provincias, hacia las nacionales reinan las incógnitas con coaliciones que profundizan sus crisis internas. Se avizora un escenario donde la dispersión va a reemplazar la polarización entre las dos fuerzas que absorbieron los votos en los últimos años. De confirmarse esa tendencia, quien se ponga finalmente la banda presidencial sería un gobierno débil de origen para el programa económico que busque implementar. El mecanismo de balotaje, propio de democracias capitalistas degradadas, mostraría más crudamente la construcción ficticia de una mayoría en un sistema político presidencialista y de coaliciones en crisis. A esto se agrega que si hay mayor dispersión, redundará en un Congreso que aumentará las trabas y dificultades (que hoy ya tiene) para sesionar y aprobar cualquier iniciativa legislativa de trascendencia. Una figura presidencial con poco apoyo en las urnas (en las generales) y un Congreso con una nueva correlación de fuerzas más atomizada y sin mayorías claras, sería fuente de crisis permanentes. Algo que puede echar más leña a un malestar social extendido por abajo, que no aguanta más el ajuste que no para hace varios años.

Con la precaria situación del país atada a las órdenes del FMI, el próximo gobierno deberá afrontar años más difíciles para cumplir los vencimientos de una deuda que fue una estafa que orquestó el gobierno de Macri y convalidó el del Frente de Todos. Quienes se perfilan para ocupar la Casa Rosada parecen ir en una dirección complicada: exceso en promesas y salidas fáciles, y escasos de eso que se les dio por llamar “volumen político”.

¿Quién mueve?

En el Frente de Todos hubo algunos movimientos. Con Sergio Massa golpeado por el ultimo dato inflación y consumido por los viajes a Washington para reunirse con el FMI, Cristina Fernández en silencio, y Alberto Fernández pensando cuándo es el momento de anunciar su renuncia como candidato, asomó Daniel Scioli. “De los moderados, yo soy el original” aseguró quien encabezó la boleta que perdió con Macri. Se mostró con la intendenta camporista Mayra Mendoza (Quilmes), que también se encargó de difundir el encuentro. Los gobernadores también están moviendo sus fichas, y sueñan con una fórmula encabezada por uno de ellos, que no sea del AMBA.

Se espera que pronto Cristina Fernández haga pública alguna definición electoral. Las encuestas que reciben en el oficialismo con sondeos de opinión e intención de voto, son cada vez más desalentadoras. Lejos quedó aquel lema “el candidato es el proyecto” que enarboló otro sello de la actual vicepresidenta. La dificultad de definir candidatos y liderazgos es un emergente de la falta de proyecto alternativo al rumbo que permitieron que se imponga de la mano del FMI. A tal punto, que el último hilo de optimismo electoral que esbozan algunos, está atado a que sea Patricia Bullrich a quien enfrenten en un balotaje. Un optimismo basado en que crezcan alternativas de derecha para hacer del peronismo una opción digerible. Un optimismo con pies de barro, cuando algunas consultoras no descartan que les toque el tercer puesto.

En Juntos por el Cambio, los cruces Macri-Bullrich vs Larreta ya incluyen misiles públicos permanentes. Se la ve a María Eugenia Vidal queriendo más protagonismo: entre ser la candidata para gobernar la CABA o pelear su candidato en la provincia (Cristian Ritondo). La interna amarilla promete nuevos episodios, con el “factor Milei” metiendo la cola. El candidato liberal está en un giro de aumentar los gestos y guiños hacia Macri-Bullrich. Salió en defensa del ex presidente contra Carrió acusándola de “colgarse de Macri para robar cargos y ahora lo escupen”, y hasta le propuso una alianza con PASO al tándem de los halcones del PRO. “No es tarde” aseguró Milei como parte de su movida de pegarse a uno de los políticos que más rechazos cosecha en la población luego de gobernar y dejar un desastre. Es parte de su “gracia” aliarse con figuras rancias de lo más conservador de la política (los Bussi en Tucumán, los Menem en La Rioja).

¿Podrán?

Los esfuerzos desde el poder económico y político por correr la agenda pública a la derecha buscan tener un correlato electoral. Es parte de un intento de darle legitimidad al programa económico de ajuste y saqueo que pide el FMI, yendo por reformas estructurales regresivas para las mayorías trabajadoras.

El hartazgo social que se palpa junto a la degradación material de las condiciones de vida, podrá tener diversas expresiones políticas en encuestas y en la propia contienda electoral pero no serán ni definitivas ni absolutas. En el medio hay un campo minado con fuerzas sociales que entrarán en disputa cuando los programas económicos salgan a la cancha sin disfraz para intentar aplicarse, o las crisis políticas de los de arriba desplieguen su impotencia alentando a la irrupción desde abajo.

Que no se confundan. Como dijeron trabajadores de Mondelez (ex Kraft) el viernes mientras cortaban la Panamericana: "no será sin pelea".