En contraste con el discurso de Esteban Moctezuma, el primer día de clases reflejó la realidad de la educación a distancia en México.
Miércoles 26 de agosto de 2020
En lo que muchas maestras y maestros califican como un caos, este lunes 24 de agosto inició el ciclo escolar 2020-2021 en educación básica y media superior.
Desde Palacio Nacional, en la conferencia matutina de López Obrador, el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, cerró su discurso con “un mensaje de que México no se rinde”.
Señaló que “otros países se han rendido”, ya sea por concluir apresuradamente su ciclo escolar y dejarlo trunco, sin opción de estudios virtual o a distancia, porque cancelaron las clases hasta nuevo aviso y en automático aprobaron a todos los alumnos, porque repetirán el año, porque no volverán hasta el año 2021 o porque reanudarán clases hasta que haya vacuna. Mencionó también que en otros casos se abrirán las escuelas sin importar las condiciones de salud de su infancia, de su magisterio y de la población.
Pero “México no se rindió”, continuó el secretario, asegurando que concluyó satisfactoriamente el ciclo 2019-2020, ignorando así, convenientemente, las opiniones contrarias del magisterio para dar inicio a distancia al nuevo ciclo escolar.
Y finalizó de manera hipócrita diciendo que “quizá otros países no cuenten con el compromiso del magisterio mexicano; quizá no posean el tamaño del corazón de madres y padres como los nuestros; quizá nuestras niñas, niños y jóvenes deseen aprender más que nadie en el mundo; quizá otros países no posean un gobierno tan cercano con su pueblo; o quizá sea todo esto junto”.
Como si nos hubieran preguntado, como si la presencia de una maestra y un maestro en la conferencia, “en representación del magisterio nacional”, ¡a quienes ni siquiera les dieron la palabra!, subsanara la exclusión de la comunidad escolar para la toma de decisiones. ¿Esa es la revalorización del magisterio pregonada por la 4T?
¿Cómo fue en la práctica el primer día de clases? (una pequeña muestra)
A partir del intercambio con compañeras y compañeros docentes, un vistazo a las redes sociales y a algunos medios, lo que podemos decir de entrada es que en el inicio a distancia del ciclo escolar se presentaron muchos de los problemas ya criticados por el magisterio, madres y padres de familia en la primera versión del Aprende en casa, a los que se suman otros nuevos, cuya solución de conjunto está lejos de simplemente identificar las debilidades que hubo para mejorar, como machacaron las autoridades en los consejos técnicos de la semana pasada.
Luego de imponer el Aprende en casa II, la SEP nos dejó a las maestras y maestros resolver la implementación de la educación a distancia como pudiéramos, dejando al gobierno libre de esta responsabilidad y sin solucionar las carencias y las situaciones adversas en los hogares.
En consecuencia, por cada escuela se resolvieron distintas estrategias, en una suerte de “sálvese quien pueda”. El resultado es que en muchas escuelas se terminó estableciendo, como condición para el envío de actividades y la comunicación entre alumnos y docentes, contar con internet. Incluso en algunos casos comenzaron las clases mediante videoconferencias, lo que por otra parte es la regla en las escuelas privadas, con toda la sobrecarga laboral que conlleva y las dificultades para el “control de grupo” a distancia.
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Nuevamente tenemos, entonces, el problema de la falta de acceso internet. Además de quienes no podrán contar con este medio (con el consecuente rezago educativo), ya empezaron a circular casos de alumnos que deben salir a la calle, arriesgándose al contagio, para conectarse a la señal de los postes; madres y padres de familia se están endeudando o están vendiendo sus pertenencias para contratar el servicio, comprar computadoras, teléfonos celulares e incluso televisores. Esto en el marco de las terribles consecuencias de la crisis sanitaria y económica, con el fallecimiento de miembros de la familia que eran el sostén del hogar, millones de despidos y reducciones salariales.
También como consecuencia de la crisis, muchos niños y adolescentes están trabajando, lo que restringe sus posibilidades de acceder a la educación.
Hay incluso casos de escuelas públicas en donde los directivos plantean a las maestras la posibilidad de ir a buscar a los alumnos a sus casas porque hay pocas inscripciones.
Se presentaron además problemas con las plataformas digitales, de conectividad a internet, para configurar los televisores y de regiones a las que no llega la señal de todos los canales de TV.
Pero incluso contando con todos los recursos, esta modalidad a distancia resulta inadecuada en términos pedagógicos, pues a pesar de los esfuerzos de las y los docentes, no garantiza el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.
Madres y padres de familia han comenzado a expresar su frustración, enojo, tristeza y preocupación por los contenidos de las clases por televisión.
En cuanto a las maestras y maestros, en muchos casos se pidieron planeaciones sin conocer las condiciones de las y los alumnos, los medios con los que cuentan, ni los contenidos de los programas del Aprende en Casa II. En secundaria, además, apenas se publicaron en la página de CONALITEG los contenidos de los libros de texto.
En otros tantos casos se ha pedido hacer una planeación para quienes tienen acceso a internet, otra para quienes sólo tienen acceso a la TV y otra para quienes no cuentan con ninguno de estos medios.
En la misma línea de dejarnos la tarea de resolver como podamos, hay tutoras y tutores de grupo a quienes se les ha dado la responsabilidad de contactar a todas las madres y padres de familia. En general se empieza a sentir el incremento del trabajo que implica esta modalidad a distancia y la atención individual a madres, padres, alumnas y alumnos: “el teléfono no deja de sonar”, “ayer (domingo) respondí más de 100 mensajes”, comparten compañeras y compañeros.
Todo lo que implica la educación a distancia deberemos garantizarlo, por supuesto, con nuestros propios recursos. Mientras tanto, la SEP aprovecha para reivindicar la dedicación y disposición para cooperar de maestras y maestros que han acondicionado sus casas para dar clases, buscando volcar a la opinión pública en contra de quienes cuestionamos la política para el inicio del ciclo escolar.
En medio de todas estas dificultades, muchas maestras y maestros llegamos sin claridad sobre lo que había que hacer en el primer día de clases, pues de poco y nada sirvieron para eso las sesiones de consejo técnico.
Así, con el inicio del ciclo 2020-2021, nuevamente se empiezan a presentar la incertidumbre, el estrés y el desgaste en la comunidad escolar.
Quizá los beneficiados son otros
Para replicar la retórica de Esteban Moctezuma, quizá ningún otro país tiene las presiones de México en su vecindad con Estados Unidos, expresadas en la premura con que se impone la “nueva normalidad” –y como parte de ello el inicio del ciclo escolar- como resultado de la reactivación económica exigida por Donald Trump, cuyos intentos por reiniciar las clases son resistidos valientemente por las maestras y maestros al otro lado de la frontera.
Quizá ningún otro gobierno, como el de AMLO, tenga un discurso tan popular mientras que en los hechos se subordina a los dictados de la Casa Blanca y beneficia a los grandes empresarios, como los de las televisoras.
Quizá no haya ningún otro secretario de Educación que provenga directamente de servir a Salinas Pliego, uno de los empresarios más ricos de México y dueño de TV Azteca, es decir, un secretario tan proempresarial y por lo tanto tan proclive a imponer el inicio del ciclo escolar a distancia en un país signado por la desigualdad, sin importar las condiciones de las familias en medio de la crisis económica y de la pandemia, cuya continuidad es responsabilidad del gobierno.
Como hemos dicho anteriormente, desde la agrupación Nuestra Clase opinamos que el ciclo escolar debería iniciar cuando pueda ser de manera presencial, es decir, cuando no haya riesgo de contagio para nadie. Mientras tanto, a través de los medios necesarios garantizados por el Estado, las maestras y maestros podríamos desarrollar actividades reflexivas, lúdicas y significativas en este contexto, no obligatorias ni sujetas a calificación, mientras que las televisoras deberían poner sus recursos al servicio de transmitir contenidos culturales, artísticos, documentales, cine, etc.
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Maestras, maestros, madres y padres de familia, nuestras solas fuerzas constituyen una comunidad de millones, pero para hacerlo valer hace falta unirnos, organizarnos y alzar la voz por todos los medios posibles para ponerle un alto a esta simulación de educación, con todas sus consecuencias.
Para desnudar la realidad de la educación a distancia en México, cuéntanos tu experiencia para publicarla (si prefieres de manera anónima) en La Izquierda Diario México. Envíanos un mensaje con tu testimonio a nuestra página de facebook: Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase.