Desde hace cuatro meses el bar Santos Discépolo, en el centro tucumano, recibe todos los mediodías a decenas de estudiantes y trabajadores.
Viernes 19 de agosto de 2016 00:00
Cuando llegamos a la casona ubicada en Rioja 219, ya se encontraban los últimos comensales después de un mediodía agitado. Ese día hubo un congreso de arqueología por lo que se duplicó la cantidad de estudiantes que frecuentan el comedor a diario. Con voluntad pudieron brindar el menú a todos los que concurrieron. Quienes trabajan ahí lo hacen de manera gratuita para colaborar con este ambicioso proyecto.
Julio César Rasuk junto a Benjamín Ramayo fundaron el comedor popular para poder brindar un menú de calidad y a un precio módico. Destinado principalmente a los estudiantes de las Facultades de Artes y de Ciencias Naturales que se encuentran cerca del lugar, también lo frecuentan trabajadores de la zona.
La demanda por un comedor estudiantil es parte de los reclamos históricos del movimiento estudiantil. Con la lucha de 2013 se conquistó un comedor en Filosofía y Letras. Las autoridades de la UNT se habían comprometido en ese momento a construir uno las Facultades de la zona céntrica, sin embargo todo quedó en promesas.
La situación económica está muy complicada y los precios suben cada vez más, explica Julio, pero no quieren subir el precio del menú, que está a $25, ya que dejaría de tener el objetivo por el que decidieron llevar adelante este proyecto. Cuenta que es un comedor sin fines de lucro, por lo que toda ayuda por parte de la comunidad es bien recibida para poder sostener el precio, ya sea con comida, utensilios o como voluntariado.
